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Jorge Semprún, en una imagen de los últimos años de su vida. :: colección de dominique landman
Semprún y la extraña familia

Semprún y la extraña familia

La historiadora Soledad Fox Maura asegura en su biografía del político que es muy dudoso que fuera 'kapo' en Buchenwald

ANTONIO PANIAGUA

Domingo, 22 de mayo 2016, 01:06

Jorge Semprún solía decir que él no era ni español ni francés, sino un «deportado de Buchenwald». Sin embargo, su estancia en ese campo de concentración y exterminio ha alimentado algunas controversias. Está muy arraigada la leyenda negra de que el histórico militante comunista ejerció de 'kapo', un tipo de preso que gozaba de ciertos privilegios y que a menudo desempeñaba la tarea de vigilar a sus compañeros. La investigadora Soledad Fox Maura, biógrafa del ministro de Cultura en uno de los gobiernos de Felipe González, no se cree está versión. «Él trabajaba para un 'kapo'. Cuando llegó al campo era un chaval de 20 años al que destinan a una oficina, la Arbeitsstatistik, gestionada por comunistas. Pero había prisioneros políticos mucho más curtidos y mayores que él. No me cuadra la idea de un muchacho como Semprún ejerciendo a esa edad de jefe de una oficina comunista». En 'Ida y vuelta. La vida de Jorge Semprún' (Debate), Fox sostiene que al político le acompañó siempre un sentimiento de orfandad que compensó con unos ideales acendrados y una ferviente vocación literaria.

Semprún, el prisionero 44.904 de Buchenwald, detenido por la Gestapo en 1943 por ser miembro del maquis Tabou, tenía por misión principal en Buchenwald traducir la prensa nazi al español. Había salvado el pellejo porque los alemanes le tomaron por estucador, cuando en su ficha debía leerse 'estudiante'. Un error administrativo providencial. Los resúmenes de prensa de Semprún se enviaban al Partido Comunista de España, una dedicación coherente con una persona que sabía alemán y que había tenido una buena educación.

Frente a los argumentos de que los comunistas de Buchenwald protegían sólo a los suyos, pero no hacían nada por los judíos, como aseguraba Stéphane Hessel, Fox niega la mayor. «Es verdad que se tenían que hacer listas de prisioneros que luego eran deportados a otros campos más duros, pero Stéphane Hessel salvó la vida gracias a alguien que trabajaba en la oficina regentada por los comunistas. No se sabe quién». La historiadora atribuye a Carlos Semprún, hermano tres años menor que el protagonista de su libro, la autoría de un sinfín de maledicencias hacia el resistente antinazi. La experta piensa que actuó empujado quizás por la envidia. Porque Carlos Semprún pasó de la fascinación por Jorge, al que veía como un héroe y un «revolucionario profesional», a la indignación y el desprecio, como el propio interesado confesó por escrito. «Durante décadas Carlos fue el hermano favorito de Jorge, ambos se adoraban. Pero hubo mucha competencia entre los dos. Jorge dejó el PCE y se convirtió en una súper estrella, cuando Carlos había abandonado el partido años antes. Jorge Semprún comenzó entonces a ganar premio tras premio como literato e incluso una candidatura al Oscar como mejor guionista. En su desencuentro se mezclaron las razones personales con las políticas», arguye. Y es que mientras el menor de los Semprún se volvió un anticomunista furibundo, su hermano Jorge aún no había abdicado de su credo político.

Fox, especialista en la historia y la literatura de la Guerra Civil española y el exilio republicano, es catedrática en el Williams College de Massachusetts. También es pariente lejana de Semprún, si bien llegó a conocerle en París ya muy tarde, en 2001.

Si algo caracteriza la vida de Jorge Semprún es la repetición de desencuentros. Rompió con el PCE, rompió con el PSOE, rompió con su hermano Carlos e incluso con su hijo Jaime, también escritor y fruto de su matrimonio con la actriz Lolleh Bellon. Fox Maura se imagina que debía de tener un pronto impetuoso. «Era un hombre pasional y no estaba dispuesto a tolerar tonterías. Rompió con Carrillo, pero su lealtad con él duró doce años y su dedicación al partido las 24 horas del día».

La historiadora arguye que el agente Federico Sánchez reprodujo con su hijo Jaime el trato que recibió de su padre, un intelectual republicano que al morir su esposa se casó enseguida con la institutriz suiza que cuidaba de sus siete hijos. «Era un mujer horrible que trataba a los niños con una disciplina sádica. Su padre se olvidó un poco de ellos. La historia se repite», sostiene.

Jaime Semprún era hijo de Mayo del 68 y estaba distanciado de su padre por una brecha cultural insalvable. Parisino de pura cepa, Jaime consideraba que la Transición española fue una estafa y un triunfo del capitalismo burgués. Nunca llegó a comprender a su padre, al que veía como un farsante y miembro de la 'izquierda caviar'. Jorge Semprún, que afeaba a su melenudo hijo el que ignorara todo sobre España, no estaba dispuesto a cambiar a esas alturas su acomodado estilo de vida.

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