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«Para romper techos de cristal hay que despegarse de los suelos pegajosos»

«Para romper techos de cristal hay que despegarse de los suelos pegajosos»

La nueva Cátedra Hedy Lamarr, dirigida por la catedrática de Ingeniería de Comunicaciones, María del Carmen Aguayo Torres, tiene como objetivo el fomento de actividades que contribuyan a la participación de las mujeres en la tecnología

ALBA TRUJILLO LÓPEZ

Martes, 19 de abril 2022, 00:02

La ausencia de las mujeres en el entorno científico-tecnológico brilla por sí sola. Es fácil verlo reflejado en el poco reconocimiento que se les ha dado siempre a la hora de atribuirles descubrimientos científicos y que solo por el simple hecho de ser mujeres se les ha restado visibilidad a numerosos avances en la ciencia protagonizados por ellas a lo largo de la historia.

Una nueva cátedra denominada Hedy Lamarr y dirigida por la docente y catedrática de Ingeniería de Comunicaciones María del Carmen Aguayo Torres nace desde la Universidad de Málaga con el pretexto de hacer ver a las niñas que ellas también tienen las mismas capacidades cognitivas de estudiar carreras científicas y tecnológicas que los niños y transmitirles la idea de que las mujeres también queremos tener la representación que merecemos en este ámbito, ocupado en su mayoría por el sexo masculino.

«Confieso que hacer esta cátedra no solo fue idea mía. Muchas compañeras y yo llevamos bastantes años haciendo actividades para atraer a niñas a la Ciencia en general y a la Tecnología e Ingeniería en particular, hemos comprobado que las niñas desde una edad temprana ya se ven menos capaces para estudiar estas ramas que los niños», admite Aguayo, que confiesa que el director de ETS de Ingeniería de Telecomunicación, Rafael Godoy, y el director del Parque Tecnológico de Andalucía (Málaga TechPark), Felipe Romera, le ayudaron e impulsaron a poner en marcha dicha cátedra.

«Las mujeres no tenemos que elegir entre la maternidad o una carrera», declara la catedrática

Una cátedra no nace de la noche a la mañana y existe una larga lista de búsqueda de empresas que quieran colaborar y contribuir con la misma: «La cátedra es una forma administrativa de gestionar fondos privados que en un convenio de colaboración gestionamos desde la universidad. En este caso, las empresas del Málaga TechPark han puesto un dinero y la universidad otro en forma de trabajo nuestro y juntamos los esfuerzos para realizar una actividad con unos objetivos», aclara.

Ayuda de empresas

El proyecto se hizo realidad gracias a la financiación de grandes empresas y mecenas tales como: Accenture, Dekra Testing and Certification, Ericsson España, Keysight Technologies, Google, Metro Málaga y Avanade, y cuenta con la participación del Málaga TechPark: «Es un proyecto que encandila, da igual a quien vaya que echa una mano. La promotora es la Escuela de Telecomunicaciones, pero está Informática e Industriales implicadas, el Málaga TechPark ha hecho mucho trabajo de divulgación y difusión de las actividades. Las empresas colaboran y ayudan a poner herramientas para la enseñanza y puesta en marcha del proyecto», confiesa Aguayo.

El nombre al que hace honor la cátedra pertenece a una científica y actriz de origen judío nacida en Austria en el año 1914 llamada Hedy Lamarr, que tuvo una vida de película y no precisamente por dedicarse a la industria cinematográfica: «Me pareció un nombre interesante que no era corriente, ya que no hay tantas mujeres en el ambiente científico-tecnológico y había que buscar uno en la parte de ingeniería tecnológica, por ese motivo y su historia elegimos a Hedy Lamarr», admite la catedrática.

Inventora del wifi

Hedy Lamarr fue una mujer que cumplió su sueño de ser actriz pese al impedimento de sus padres y que después de pasar por un matrimonio tormentoso del que tuvo que salir huyendo retomó sus estudios de Ingeniería. «Hedy Lamarr aparece en todos los libros de científicas porque es un personaje peculiar. La propia vida de Hedy Lamarr tiene su interés donde ella quería ser actriz, pero sus padres no estaban de acuerdo con la idea, finalmente se fue a Hollywood donde hizo una película en la cual aparecía desnuda y a partir de ahí se montó un gran escándalo a su alrededor», declara Aguayo.

Su primera aportación científica se sitúa durante la Segunda Guerra Mundial aportando sus conocimientos a través de una tecnología militar centrada en lanzar misiles sin que el enemigo pudiese detectar la señal: «Nadie la escuchó por ser mujer, ese método fue utilizado 20 años después y fue el inicio del wifi y el bluetooth, lo que la salvó e hizo que la recordaran fue que patentó la idea, las patentes enfatizan la importancia de la propiedad intelectual, tiene su nombre como autora y por eso bastantes años más tarde se le ha reconocido como lo que era: una ingeniera inventora», confiesa.

Otra de las razones que le restaron importancia a los descubrimientos que hizo esta actriz estaba determinado por el prejuicio de su atractiva belleza, una crítica 'justificada' en que a una mujer atractiva es difícil que se la considere lo suficientemente inteligente: «El hecho de que fuera tan guapa hizo que todavía menos caso le hicieran en su parte de ingeniera, tuvo que poner más esfuerzo en decir esta idea es buena, yo soy buena ingeniera, ella participó en diseño en la empresa de su marido, era alguien que realmente era valiosa como ingeniera», espeta la profesora.

La valentía y constancia de una mujer científica como Hedy Lamarr en aquellos tiempos marcados por una supremacía masculina hicieron que fuese la mujer indicada para renombrar esta cátedra que defiende la importancia de las mujeres en el ámbito científico: «Me gusta explicar que en muchos casos hablamos de techo de cristal y bueno siguen estando, pero para romper techos de cristal primero hay que conseguir que las niñas se despeguen de los suelos pegajosos. Con Hedy Lamarr intentaron que se quedara en los suelos pegajosos y fue capaz de volar, volar tanto en su faceta de actriz como de ingeniera, de imaginar cosas que no era lo que se esperaba de ella», confiesa Aguayo, que incide en que las mujeres podemos ser todo lo que queramos sin que nadie nos lo impida: «Parece que son dos dicotomías en las que una mujer tiene que elegir entre unos roles: la maternidad o la carrera. No, yo quiero ser madre y quiero tener mi carrera. No quiero elegir entre una cosa ni otra, no tengo que escoger, yo quiero seguir siendo las dos cosas», añade.

Escasez de mujeres

La cátedra tiene un objetivo principal: atraer niñas a la universidad y al área tecnológica-científica e ingenierías. «¿Por qué hacen falta? Las empresas si están aquí no es por la responsabilidad social que tienen sino por interés, quieren y necesitan una diversidad en su equipo porque cuando la perspectiva en el trabajo es única el trabajo sale menos rico que cuando la perspectiva es diferente», admite Aguayo.

Esta catedrática estima que actualmente existe un 20% de mujeres en las Ingenierías dependiendo del grado y la especialidad, y que en Telecomunicaciones puede subir a un 50%, pero no es lo habitual: «No hay mujeres, entonces aunque las empresas tengan mucho interés y en sus planes estratégicos esté pensado diversificar su equipo, no hay mujeres que contratar. Si no tenemos mujeres en los grados no podemos contratarlas. ¿Cómo lo conseguimos? Vamos a intentar atraer a las niñas desde la educación: Infantil, Primaria, Secundaria y Bachiller», aclara.

Las bases de la cátedra están divididas en tres partes: desafíos para chicas en general, formación de profesoras y charlas y talleres en colegios. La formación del profesorado se realiza a través de desafíos en los que las chicas, en este caso, alumnas de Educación Infantil sin ninguna formación tecnológica, experimentaron con algunas herramientas tecnológicas: «Hay muchas maestras a las que les da miedo la tecnología, no son conscientes de las puertas que abre. Queremos abrir puertas en profesorado a las maestras y darle herramientas nuevas», añade Aguayo.

Las charlas y talleres en los colegios se realizan de manera provincial aunque en ocasiones también se han trasladado a algunas colegios de la comarca andaluza. Son actividades que presentan investigadoras de la Universidad de Málaga: «Los talleres son más prácticos y llevamos actividades de aprendizaje con una duración de unas dos horas relacionadas con inteligencia artificial o de la procedencia del internet, por ejemplo. Las charlas son más breves y pueden ser diversas: charlas de orientación de cómo ser ingeniera y los planes de futuro que puede desempeñar esta profesión», añade. La temática depende de lo que el colegio demande y las actividades tienen visión de género, aunque los desafíos son para chicas, pueden acudir niños. Algo a destacar es que las niñas desde una temprana edad ya se ven menos capaces que los niños en algunas asignaturas relacionadas con la ciencia: «Llegamos a encontrar trabajos de alumnas en los que vimos que con seis años las niñas se ven menos capaces en matemáticas que los niños, es por eso que intentamos proponer desafíos para vean que ellas son capaces de hacer muchas cosas», declara.

Modelos femeninos

La idea principal que se pretende destacar con esta cátedra es fomentar los modelos femeninos en los colegios: «Lo importante es que quede claro que la ingeniería y la ciencia también es cosas de mujeres, por eso mostramos estos modelos para que ellas sientan que pueden ser la ingeniera o científica que están viendo, es más difícil imaginarte que te veas haciendo algo que verse reflejada en alguien con quien te puedas identificar haciéndolo», declara Aguayo.

La tecnología nos acompaña cada día más en nuestras vidas y es importante que exista la igualdad y la diversidad en este ámbito: «Ya no tiene sentido la separación de funciones entre hombres y mujeres, eso nos hace daño, la sociedad avanza mejor si mujeres y hombres tienen la misma puerta abierta», concluye María del Carmen Aguayo.

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