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LAURA PALOMO
Miércoles, 8 de marzo 2017, 00:46
Desde que le diagnosticaron la intolerancia al gluten a los dos años de edad, Beatriz Heredia, alumna de segundo curso de Marketing e Investigación de Mercados, ha crecido aprendiendo a adaptar sus hábitos alimenticios a su enfermedad. Cuando empezó a estudiar en la Universidad de Málaga el tema de la comida se convirtió en un problema porque, debido a los horarios de clase y trabajos de grupo que tenían que hacer por la tarde en la facultad, era inevitable que tuviese que acudir al comedor del centro con el resto de sus compañeros. Al principio, Beatriz no hacía uso del servicio de la cafetería como los demás, sino que llevaba la comida hecha de casa por temor a tomar algo que le sentase mal. Pero poco a poco, se dio cuenta de que en la carta diaria se detallaban los ingredientes de los platos y posibles alérgenos. «Pregunté a los camareros y me dijeron que, si algún plato no se adaptaba a lo que necesitaba, podían hacerme alguno especial para mí, así que empecé a comer allí. Es genial sentirte una más sin correr ningún riesgo de tener que salir corriendo a urgencias», declara esta joven.
El asunto no es baladí. Las cafeterías universitarias son uno de los espacios más transitados por los estudiantes durante sus estudios, donde desayunan, comen y meriendan. Los comedores de los campus de Teatinos y El Ejido se han adaptado a las nuevas necesidades de sus comensales, entre los que también se incluyen docentes y personal de administración y servicios (PAS). Además de ofrecer alternativas para vegetarianos y veganos, cuentan con platos sin gluten para celiacos e informan de todas las posibles alergias (como a la lactosa, huevo, frutos secos o marisco, entre otros).
Carteles
Para que sus clientes puedan informarse sobre los ingredientes de las comidas que son elaboradas a diario, los comedores de la UMA están obligados a colocar un cartel informativo sobre los posibles alérgenos en los menús que ofertan, siguiendo las directrices de una normativa europea que exige estos datos a todos los locales de hostelería y restauración.
Los camareros y cocineros de las cafeterías son conscientes de la responsabilidad que tienen y están disponibles para responder a cualquier duda que pueda surgirles a los usuarios. «Cuándo algún alumno no puede comer nada de lo que ofrecemos en el menú le preparamos un plato específico», confirma Jessica Herrera, encargada de la cafetería de la Facultad de Ciencias.
El bar de este centro, junto con el del Complejo Económico Social de la Ampliación de Teatinos, pertenecen a la Red 'Málaga sin Gluten' creada por la Asociación de Celiacos de Málaga (ACEMA) y el Área de Promoción Empresarial y Empleo del Ayuntamiento, con el objetivo de establecer en la capital un circuito de establecimientos de restauración que faciliten a sus clientes una oferta gastronómica adaptada a las necesidades especiales de las personas celiacas.
Asimismo, los platos veganos y vegetarianos también se han convertido en habituales en estos comedores, debido al aumento de la demanda en los últimos años. «Vienen muchos alumnos vegetarianos de otras facultades a comer aquí. Preparamos mucha comida elaborada a base de verduras y, en general, está todo el mundo satisfecho», asegura Antonio Pascual, encargado de la cafetería de Ciencias de la Educación y Psicología.
Los profesores también son leales clientes de estos espacios. «Llevo años dando clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación y Turismo, y siempre he hecho uso tanto del servicio de cafetería como del comedor cuando tengo curso por la tarde. La calidad es estupenda y el ambiente muy familiar», opina Ferrán Fernández, profesor del Grado de Periodismo.
Por su parte, desde su apertura en 2015, la cafetería de la Facultad de Ciencias de la Salud está concienciada con la importancia de la alimentación sana. Además, sirve muchos y variados platos para veganos y vegetarianos. En su oferta de raciones siempre se incluyen vegetales y alimentos saludables, permitiendo que todos los miembros de la UMA tengan la opción de comer allí. «Nuestros clientes suelen ser muy fieles a nuestras ofertas vegetarianas. Vienen muchas personas de otras zonas a comer a nuestra cafetería, como del Rayo Verde (Link by UMA), del Edificio de Investigación Ada Byron o de otros centros, sobre todo de Ingenierías Industriales», afirma Belén Espejo, encargada esta cafetería.
Tras la retirada de la concesión del servicio de cafetería a la anterior compañía a principios del año pasado, y la reciente apertura de su comedor en la ETSI de Telecomunicaciones e Ingeniería Informática el 9 de noviembre, el servicio de restaurante de dicho centro se ha unido al plan de información de la UMA, colocando los respectivos carteles y poniendo al día a los usuarios sobre el contenido e ingredientes de los platos. «Por fin podemos comer en nuestra facultad sin la necesidad de desplazarnos a otro lugar y a su vez estamos bien informados de lo que comemos», agradece Germán Cantero, alumno de tercero de Ingeniería Informática.
Por su parte, en el campus de El Ejido las posibilidades a la hora de comer en un centro universitario durante el almuerzo son más reducidas que en Teatinos. La cafetería de la Facultad de Económicas y Empresariales, tras su ampliación en 2012 por falta de espacio, oferta menús diarios a los alumnos y profesores, aunque sus responsables confiesan que han experimentado una bajada de la demanda del comedor.
Los estudiantes priorizan otras opciones cercanas a la Facultad, según añaden las mismas fuentes. «Vienen pocos alumnos para hacer uso del servicio de menús. La mayoría viven cerca y comen en sus casas o calientan su propia comida en los microondas que puso el Decanato», lamenta Miguel Ángel Arrabal, encargado de este espacio.
«El horario que tenemos en el turno de mañana en la facultad acaba pronto y no tenemos la necesidad de comer aquí, solo desayunamos. Alguna vez sí hemos pedido menú porque hemos acudido a algún congreso por la tarde, pero no tenemos la costumbre», comenta Belén Soler, alumna de segundo del Grado de Economía.
Precios asequibles
Además de la variedad, las cafeterías de la UMA ofrecen unos precios reducidos y ajustados al presupuesto de los jóvenes, de no más de seis euros, según pudo comprobar este periódico. «Me renta más pedirme un menú que ir a otro lugar. Me gasto más dinero y pierdo más tiempo», confiesa Soledad Martín, alumna de cuarto de Periodismo.
Uno de los problemas que más inquietan a los responsables de los comedores es que personas ajenas a la Universidad también se están beneficiando de estas ventajas, cuando no está pensado para ellos, al no poder controlar correctamente la procedencia de los clientes que acuden a los comedores, para ver si son o no de la comunidad universitaria. Salvo este detalle, los comedores siguen trabajando para dejar a todos un buen sabor de boca.
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