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Xenon Spain es la reina de Torremolinos.
Ellas son la fiesta

Ellas son la fiesta

La cultura travesti crece a pasos agigantados en la Costa de Sol debido a la profesionalidad de las artistas y a un humor muy ácido que gusta a cualquier tipo de público

Iván Gelibter

Domingo, 2 de agosto 2015, 00:02

Una pierna, esbelta y ciertamente musculada de una manera bonita, asomaba por la rendija que el escenario creaba con la puerta de aquello que llamaban camerino. Kika Lorace, ahora convertida en casi una celebridad transformista, era la encargada de anunciar su llegada; y es que por mucho que su Adiós, Botella hubiera salido en todos los telediarios nacionales, en Torremolinos, Satín Greco actúa después de ella: porque es su territorio; y porque a su manera, Satín, en las tablas del Edén o de cualquier otro local, es una diosa aplaudida, una divinidad polifacética que reina cuando esa pierna musculada da paso al cuerpo entero, y sobre todo si como aquel día había elegido el personaje de Lola Flores, cuyos desgarros físicos plasma a la perfección.

En la salita, que con el paso del tiempo ha ido menguando, apenas caben dos personas y un par de ventiladores. Bajo el espejo y sus focos de calor, una pequeña barra en la que colocar el cenicero, los pintalabios, la base y algún que otro chupito de vez en cuando. Una vez que Satín se ha recogido el pelo (el suyo propio), comienza ese ritual de maquillaje, que se extiende durante casi una hora. El agobiante calor del mes de julio, unido al poco espacio del camerino, obliga a que la otra persona tenga que blandir un enorme abanico amarillo para que ese maquillaje no se corra con las gotas de sudor. Ella aprendió sola a colocar la capas que la transforman en artista. Y lo hizo por vez primera hace más de 12 años, cuando ni siquiera había cumplido los 18. No oculta los motivos, pero hace hincapié en que su salto a las tablas fue casi un empujón debido a su «gracia natural». Desde entonces ha hecho de una pasión, una forma de vida. A Satín Greco no le falta el trabajo. Si no es en el Edén, siempre será otro bar, otra discoteca; o igual una despedida, una boda o cualquier tipo de fiesta. No importa que las horas se salgan de las de una jornada laboral normal, la sensación de sentirse una diva ante tanta gente quizá merezca la pena todo lo demás. Porque por muy hipnotizante que sea el brilli brilli de sus trajes, y por mucho que se sientan aplaudidas ante un público que vibra, ser travesti no es algo que se pasa carente de sinsabores. Pero Satín sigue adelante, porque merece la pena. Por eso nadie nota su cansancio cuando Kika Lorace anuncia que Satín Greco es en realidad hoy Lola Flores. Y esa pierna musculada vestida con unos tacones preciosos sale a escena. Y en su cara refleja el dolor de una coplera perfectamente caracterizada. Entonces, el show está servido.

Aunque Lola Flores haya sido capaz de traer arriba la sala del Edén, no todo ocurre en el interior del local. Junto a las dos puertas del bar se agolpan decenas de clientes a los que aún les parece pronto estar en el interior. Sin embargo, no están solos. Entre ellos está flotando, al menos esa noche, una rubia pizpireta en la que todo el mundo se fija. Los patines que calza siempre en patines le dan una altura considerable. Su cara, la de una joven que acaba de llegar, está presidida por una enorme sonrisa de oreja a oreja a la que uno no puede por menos que devolverle ese regalo. Ella es Kelly Roller, la travesti patinadora, una variedad cuya primera representante es de Torremolinos, como no podía ser de otra manera. Apenas ha cumplido los 23, pero ya es un reclamo incluso en fiestas tan laureadas como Qué trabaje Rita!, ese enorme contenedor de travestis que desde Madrid al mundo ha demostrado cómo de divertido puede ser reunirlas a todas juntas para no dejar de reír en toda una noche. La Kelly no suele coger el micro mucho rato, sino que su fuerte son unas coreografías sin descanso en las que une un tema con otro, hasta conseguir hacer creer al público que sus patines en realidad son pequeñas nubes que la hacen levitar mientras todos cantan una canción que se saben a pies juntillas.

Sin embargo, hasta la 1.30 de la madrugada no están todas. Sobre esa hora llega, ajetreada y algo agobiada debido a una agenda demasiado cargada de eventos, la auténtica deidad de Torremolinos, al menos en el presente del que escribe. Xenon Spain, como cada noche, es la encargada de dar el toque final de esta especie de cabaret cotidiano que todo el mundo viene a ver. En invierno, sábados y domingos; pero en verano, cualquier día. Ella sí toma el micro. Al principio para hacer una de esas entradas triunfales que tanto le gustan, en las que si no le convence el nivel de aplausos, los exige. Es parte del show, de un personaje que juega a ser una Madonna local con el mismo éxito que la Ciccone. Dispara sin medida a cualquiera que se plante delante, porque ella sabe que la mejor forma es ridiculizándose ella en primera instancia. Dice que es una gorda, sí, pero una gorda que se va a su casa cada noche con un buen puñado de euros por hacer reír a aquellos que piensan que es una ridícula. Y es que ese acento talaverano que Xenon tiene desde que llegó a Torremolinos desde su ciudad natal nunca lo ha perdido. Ni siquiera en esos vídeos en los que vende su merchandising, o bajo las ondas hertzianas en las que cada semana da su visión del mundo que le rodea; una realidad bien distinta a la de otras personas.

No todas se han quedado en Torremolinos, aunque este sea el sitio más seguro. Divino es, por ejemplo, la prima triunfadora de todas ellas. Empezó joven, pero su habilidad como travesti, unida a su profesionalidad en el maquillaje, la hizo marcharse a Madrid hace ya algún tiempo. Desde allí colabora con las mejores marcas de cosméticos mientras Divino sigue creciendo en el mundo de la escena. Además de ser una imprescindible, su canción Bukake, con el DJ Miguel Picasso, se ha convertido en un éxito tal que en los próximos meses partirá a China, lugar en el que hará una gira para presentar este tema. Ellas no son las únicas; ahí están otras como Alma o Lorena Larios, malagueñas también. Pero Torremolinos es un lugar al que todas quieren venir, sobre todo en verano. Las madrileñas Kika Lorace o Supremme de Luxe suelen pasearse por las tablas del Edén, mientras que La Prohibida directamente opta por pasar los veranos enteros en la Nogalera.

Al final, como cada noche, las luces se apagan. El maquillaje, aunque esté bien plantado, comienza a deshacerse por el calor, y las pelucas se retiran para ser peinadas de la mejor manera posible. A Satín, Kelly, Xenon, Divino o Alma ya no las persiguen como lo harían en otro momento. Sin embargo, es cuando salen a escena cuando sus colores brillan; detrás de ese arco iris que cada día es más grande y ocupa un mayor espacio en la sociedad, y bajo el que ellas se sienten seguras. Un lugar en el que son divas, en el que son las diosas y la luz de todos los que han ido a verlas. Por eso Xenon Spain eligió su nombre. «Porque Xenon es luz, es fuerza, y eso es lo que yo he venido a hacer aquí, a brillar».

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