Una pasión de muy altos vuelos

Un mijeño obtiene el segundo puesto del Campeonato Nacional de Cetrería en la modalidad combinada

Mari Carmen Jaime

Domingo, 21 de diciembre 2014, 02:12

Dos halcones peregrinos presiden el jardín de la casa de Francisco Sedeño, ubicada en el diseminado rural de La Alquería de Mijas. Mientras este autónomo ... de la construcción que compró su primer ejemplar, hace ahora una década, recuerda como comenzó en el mundo de la cetrería, aparecen a su alrededor gallos y otras aves. «Muchos consideran la cetrería la caza con aves rapaces como una práctica propia de quienes maltratan animales, y lo que no saben es que el aficionado a este arte milenario tiene en realidad una gran pasión por la naturaleza», explica con la vista fija en dos de sus pájaros como quien mira a sus hijos mientras juegan en el campo.

Publicidad

Padre y a pocos meses de ser abuelo, Sedeño recuerda que su afición por esta práctica la tenía desde pequeño, «aunque parezca un tópico, gracias a los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente». Ser cetrero es una actividad que durante años estuvo llamada a desaparecer, aunque en los últimos tiempos, como los propios aficionados reconocen, está ganando adeptos de todos los sexos y edades. Por esta misma creencia siempre pensó que tener y entrenar su propio ejemplar «era un sueño inalcanzable».

Cazador desde que apenas contaba 14 años, la competición siempre ha formado parte de la vida de Sedeño, que hace días quedó segundo en el Campeonato Nacional de Cetrería de Osuna (Sevilla), «a solo un punto de José Luis Román» y tras haber eliminado al cetrero de la Casa Real. Fue precisamente en un torneo de caza con perros cuando, a través de un contacto con un croata, decidió meterse de lleno en este arte que ya ha convertido en una forma de vida.

Criadero

Practicar la cetrería va más allá de la tenencia del ejemplar, para el que es necesario un permiso de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. «Los cetreros aprenden a entrenar, criar y cuidar de cada uno de sus pájaros como si fuesen un deportista de élite». En apenas diez años, ha pasado de uno a 33 ejemplares de aves halcones, lechuzas, cernícalos y águilas, entre otros y de leer la biblia que el malogrado naturalista escribió sobre esta práctica a montar su propio centro de cría, Vientos del Sur.

«Las aves se convierten en tu mundo sin poder evitarlo, entre los cetreros se dice incluso que lo habitual es que tu pareja sea un pájaro». De momento, como reconoce con una sonrisa, no es su caso: «a Cristina y a mí nos unió esta afición». Ambos, aunque sobre todo él, dedica todo el día a sus animales. Desde limpiarlos a alimentarlos, criarlos y, por supuesto, adiestrarlos para «cada día, al menos durante media hora, volar».

Publicidad

Los conocimientos adquiridos desde que se iniciase en este mundo, tradicionalmente unido a la monarquía y los burgueses, permiten que Francisco haya expandido su interés más allá del adiestramiento para la competición. «La cría también va ligada a este mundo y no solo se hace para autoabastecerse, también porque el mercado internacional está en auge» comenta apenas 16 horas después de haber recogido en el aeropuerto dos nuevos halcones. En su caso, hasta el momento, ha cerrado ventas en Abu Dahbi y otras ciudades del Golfo Pérsico.

Las ventas, que pasan por controles veterinarios y deben tener el visto bueno de Medio Ambiente, se apalabran para pollos de uno 50 días ya anillados o ejemplares mayores, normalmente sin entrenar. Su precio varía según la especie, el sexo, si son híbridos o no y también en función de los intereses del comprador. «En Emiratos Árabes conocen de la exclusividad de la cetrería, pero son buenos clientes», explica.

Publicidad

Pero esta no es la única forma de vivir en mundo de carácter cazador y deportivo que, a la vez, tiene un factor artesano ligado a la marroquinería. En la actualidad la práctica se mantiene para prestar servicios relacionados con el control de aves en grandes ciudades o edificios muy altos ha hecho algunos encargos en Fuengirola, para facilitar que las pistas de los aeropuertos estén despejadas durante las maniobras de despegue y aterrizaje se las entrena para espantar mamíferos que se cuelan en las instalaciones y como espectáculos de ocio.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad