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Juanma Moreno está inmerso en estos días en un proceso para la formación del nuevo gobierno que lleva con la máxima discreción a pesar de ... que asegura que está consultando con multitud de sectores y en los más diversos ámbitos de la vida económica, social y educativa de Andalucía. A pesar de ello, sufre la soledad del poder. Sabe que la responsabilidad sobre aciertos y errores será intransferible, lo que a veces se convierte en una mochila incómoda a la hora de conciliar el sueño.
–¿Cómo lleva este proceso de formar el gobierno y de tomar decisiones en solitario? La situación es muy diferente a la de 2018.
–Estas circunstancias son distintas. No tengo que depender de nadie y por primera vez podré elegir a los consejeros, a la totalidad. Antes sólo pude elegir a medio gobierno y además condicionado por mis socios. Ahora tengo la capacidad de poder elegir y como todo en la vida, en algunas cosas acertaré y en otras puede ser que falle. Al final, uno apuesta por personas y a muchas de ellas no las conoce. Sobre el papel tienen la formación, tienen la solvencia, la trayectoria y cuando asumen las responsabilidades puede que no se adapten o no funcionen como uno esperaba. Son decisiones que asumiré con responsabilidad y que son muy difíciles. Intento acertar, que haya el mejor gobierno posible, a pesar de que hay muchas personas capacitadas que no quieren dar el salto a la vida pública. Pero la libertad de poder hacer un gobierno en solitario es muy positiva, porque no estás condicionado. Yo estoy buscando talento, capacidad... De otra manera estás condicionado a pactos que nada tienen que ver con interés de los andaluces. Por lo tanto, es más responsabilidad para mí pero al mismo tiempo más libertad, por lo que me siento más satisfecho.
–En marzo de 2021 dijo que Andalucía es una comunidad sociológicamente de centro izquierda. ¿Lo sigue pensando después del 19 de junio?
–Yo lo sigo pensando, porque los cambios en materia ideológica y sociológica no se producen de un año para otro ni en cuatro años. Lo que creo que ha sucedido, aunque hay que hacer análisis más riguroso y exacto, es que ha habido un voto útil, un nivel de confianza a la gestión de estos tres años y medio y sobre todo la ilusión y la esperanza de un cambio en Andalucía. Esa ilusión ha movilizado a personas que optan por otras fuerzas políticas hacia un proyecto como el nuestro. Ha habido además un voto muy personal.
–Durante la campaña usted pidió que le prestaran el voto personas que habitualmente se decantan por otras opciones. ¿En qué medida haber ganado con voto prestado condiciona lo que se va a hacer desde el gobierno?
–El proyecto político que represento yo lo conocen los ciudadanos. Presentamos un programa amplio, serio y riguroso y todo el mundo sabe que yo represento un programa liberal, moderado y centrista. Nadie puede esperar que haga políticas distintas a las de mi ideario y mis recetas. Ahora bien, eso supone una carga extra de responsabilidad, porque yo sé que esa es una confianza para este momento y que puedo perder en el momento en que no cumpla con las expectativas. ¿Qué quieren los ciudadanos, según mi interpretación de la manera más humilde? Quieren honestidad, humildad, cercanía y gestión sin ideología. Eso es lo que interpreto que quieren los ciudadanos y lo que yo interpreto que tengo que hacer durante los próximos cuatro años. Esta mayoría suficiente me la tomo con una enorme responsabilidad. Mis compañeros me dicen que no me ven contento. Yo estoy satisfecho, pero no eufórico porque soy consciente de la carga de responsabilidad que me echo a mis espaldas. Eso significa que voy a tener que trabajar más, que escuchar más, estar más cerca de las personas para no decepcionar todo el caudal de confianza que me han prestado.
–A partir del congreso de Granada el PP de Andalucía asumió una identidad andalucista sin tapujos. ¿Cree que hasta entonces su partido perdió tiempo por no hacerlo antes?
–Nuestro partido siempre ha estado muy vinculado a Andalucía. Javier Arenas trabajó mucho en ese campo. Cuando llegué, en marzo de 2014, intenté hacer un proyecto de bases amplias, interclasista, intergeneracional, centrado y andalucista. Es verdad que cuando dije andalucista, hubo gente en el partido y entre nuestros propios votantes a quienes les ha chirriado. ¿Qué significa andalucista? Que este proyecto se define desde Andalucía y para Andalucía, que no puede haber nadie a 500 kilómetros que defina qué es lo mejor para Andalucía. Yo estoy dentro de un proyecto político nacional que lidera nuestro presidente Núñez Feijóo, pero en el ámbito de Andalucía tenemos que tomar nuestras propias decisiones. En la defensa de los intereses de Andalucía nosotros tenemos que ser los primeros. Nuestro proyecto tiene que ser pegado a la tierra y a los ciudadanos. Yo echaba en falta en Andalucía, que es la comunidad más importante de España, una conciencia colectiva que ahora ha explosionado. Lo veo en el sector empresarial, en los jóvenes, en los trabajadores. Es una conciencia colectiva que tenemos que ejercer para que Andalucía sea respetada a nivel nacional e internacional. No puede ser que el PNV, con siete escaños, condicione los presupuestos, o que Cataluña, el País Vasco u otras comunidades autónomas estén en la agenda política o se prioricen inversiones en otras comunidades en menoscabo de la nuestra. Ese despertar de la conciencia andaluza es la que quiero zarandear y poner en valor.
–Lo que sucede es que los diputados andaluces de todos los partidos están sometidos a la disciplina de cada grupo.
–Evidentemente, pero dentro de eso nosotros siempre intentamos hacer valer los intereses de Andalucía. Creo que eso se está haciendo bien. Pero sobre todo en el ámbito andaluz, del Parlamento de Andalucía es donde quiero que los ciudadanos andaluces vean que la defensa de los intereses de nuestra tierra quien mejor la representa, sin lugar a dudas, somos nosotros. Yo interpongo el interés de Andalucía a cualquier otro y voy a exigir exactamente lo mismo a Pedro Sánchez que a Alberto Núñez Feijóo cuando sea presidente, que lo será. Lo que tienen que entender los ciudadanos es que no voy a comportarme como el presidente del PP, sino como el presidente de todos los andaluces.
–Antes hablaba de mayoría suficiente. ¿Por qué esa resistencia a hablar de mayoría absoluta? Se entendía en la campaña para no crear expectativas que podrían no cumplirse. ¿Por qué ahora tampoco?
–Porque tiene unas connotaciones negativas. Lo absoluto viene de los regímenes absolutistas, de las monarquías absolutistas. Absoluto es un todo, como si las mayorías no tuvieran importancia. Es una palabra que con el tiempo ha llegado a tener esa simbología negativa. Por lo tanto huyo de ella. Yo soy moderado y lo absoluto no me gusta, porque siempre hay matices y cosas que varían. Es una palabra que no me gusta y por eso no la utilizo. Me gusta hablar de mayoría suficiente, porque una mayoría suficiente es la que nos permite darle estabilidad a Andalucía y gestionar sus intereses con fiabilidad, con planificación y con organización durante cuatro años.
–¿Esta idea de huir de lo absoluto se va a aplicar cuando haya que negociar la conformación de los órganos de extracción parlamentaria?
–Tengo la intención, y así se lo he trasladado a los grupos, de negociar todos los órganos de extracción parlamentaria, pero también muchos de los proyectos de ley e iniciativas que tenemos en la cabeza. Creo que hay espacio para que algunas de las reformas que tenemos que hacer en Andalucía vengan de la mano de otras fuerzas políticas, pero también la oposición tiene que entender que mayoría absoluta no es oposición absoluta. Tampoco puede haber en la oposición partidos que antepongan el no por el no simple y llanamente porque tú tienes una mayoría. Espero que haya altura, que haya diálogo y que podamos llegar a un punto de encuentro para sacar adelante asuntos que son relevantes para Andalucía.
–Usted mantiene que la Transición ha terminado en Andalucía el 19 de junio. ¿Por qué?
–Cuando en enero del 19 se produjo por primera vez la alternancia después de casi 40 años en Andalucía, estuve en el Comité de las Regiones en Europa y me miraban como una especie exótica. Me llamó la atención la cantidad de dirigentes de regiones europeas que me preguntaban qué había pasado en Andalucía. Yo pensaba que no conocían la política en Andalucía, pero sí. Era la única región de Europa donde no se había producido la alternancia y eso, en democracias liberales como la nuestra, no es común en cuatro décadas. Eso es una parte de la Transición que no se había producido. Había sucedido en todas las regiones de Europa pero no en Andalucía. Y después de las pasadas elecciones se consolida ese cambio con una mayoría suficiente. Con respeto absoluto, porque los resultados son siempre legítimos y el Partido Socialista ha ganado de manera reiterada con el apoyo del pueblo andaluz. Creo que esa madurez democrática que permite que haya mayorías amplias de fuerzas políticas distintas culmina ese mapa de la Transición.
–¿Cuáles son los ejes que se ha marcado para los próximos cuatros años?
–El primer eje fundamental es seguir con la misma fórmula con la que hemos trabajado: honestidad, cercanía, proximidad y sobre todo gestión. ¿Qué quiero decir con gestión? Que no perdamos el tiempo a la hora de resolver los problemas de los andaluces en debates ideológicos que a veces son absurdos. Cada uno tenemos un modelo de sociedad que es legítimo, pero a veces la solución que tenemos para los problemas de los ciudadanos no está en una etiqueta ideológica, está en que seamos pragmáticos a la hora de resolverlos. Por eso yo creo en un gobierno que tenga capacidad de gestión. ¿Qué retos tenemos por delante? El primero es el empleo. Andalucía sigue teniendo una tasa de desempleo muy alta, por encima de la media de España aunque ha mejorado de manera clara en los últimos tres años y medio, y por lo tanto tenemos que conseguir empleo. Para eso necesitamos mayor dinamismo económico, que haya más empresas en Andalucía, que haya más emprendedores andaluces. Y para conseguir eso necesitamos una simplificación administrativa. Tenemos que seguir eliminando burocracia. Voy a abrir ese debate a los ayuntamientos y diputaciones. Creo que no va a ser útil hacer un esfuerzo si también no lo hacen los ayuntamientos. Quiero que participen en este proceso. Y también vamos a seguir bajando la presión fiscal para seguir compitiendo con los mejores, en este caso la Comunidad Autónoma de Madrid, que es la que tiene mayor renta y más riqueza. Todo eso significa que tenemos que hacer cambios fundamentales en el ámbito fiscal, en el ámbito de la burocracia y en el ámbito educativo buscando una formación mucho más vinculada al empleo. Ahí cobra especial relevancia la formación profesional, que va a ser, ya se lo digo, protagonista de esta legislatura. Hay nichos de nuevos empleos en los que empresas que se instalan en Andalucía me dicen que no encuentran trabajadores, que tienen que venir de otras comunidades. Vamos a acabar con eso. Y por supuesto, otro eje es consolidar los servicios públicos esenciales, seguir apostando por mejorar nuestra sanidad, nuestra educación y nuestros servicios sociales. Y le adelanto también que va a ser la legislatura del agua. Vamos a dedicar mucho tiempo y mucha energía a buscar e invertir en soluciones para que el sector agroalimentario no tenga los problemas que ahora mismo estamos teniendo de déficit hídrico.
–Vamos por partes. ¿En la simplificación administrativa estamos peor que otras comunidades?
–Hemos mejorado. Hemos hecho dos decretos de simplificación de lo más ambiciosos que hay en España. Es verdad que han sido recurridos por distintos grupos parlamentarios y también por el Gobierno de la nación. Espero que esos recursos no prosperen porque al final lo que tratamos es reducir al máximo los tiempos y las complejidades para los administrados y para los inversores. Lo que queremos es dar un salto más: convertirnos en la comunidad de España donde más fácil sea invertir y donde más fácil sea hacer un trámite con la administración autonómica y con la administración local. A eso aspiramos. Eso no sólo beneficia a los inversores, también a los administrados, que se vuelven locos cuando tienen que hacer un papeleo.
–¿Cómo estamos comparativamente con otras comunidades?
–Ahora estamos en la media. Estábamos entre los peores y con los decretos que hemos introducido hemos mejorado. No nos podemos conformar. Hay muchas comunidades autónomas que lo hacen mejor que nosotros y evidentemente tenemos que copiar las cosas positivas que sean buenas para Andalucía y mejorar.
–¿Qué margen hay fiscalmente? A veces parece que estamos en una carrera a ver quién baja más los impuestos que no se sabe dónde termina.
–Termina en los impuestos elementales. Hay que pagar impuestos, porque gracias a esos impuestos podemos mantener nuestros servicios públicos esenciales. Por lo tanto hay un límite. No se puede bajar todo ni eliminarlo todo. Pero sí hay ciertas figuras tributarias que merecen la pena limitarlas. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con el IRPF, porque hay muchos ciudadanos que se vienen a vivir a Andalucía porque hay un tramo de IRPF autonómico más bajo. Eso significa más dinamismo económico y más ingresos, como ha sucedido en esta legislatura. Pero también hay otras figuras que vamos a intentar seguir reduciendo. Todo lo que afecta a la actividad económica, en la parte tributaria de Andalucía, sí que tenemos que limitarlo al máximo. Y ahora queremos desafectar en términos de subida todo lo que suponga en términos de nómina, de convenios colectivos que se van a producir en septiembre donde muchos ciudadanos van a pasar de tramo y les va a suponer pagar más, con lo que lo que les van a pagar de más lo van a perder fiscalmente. Todo ese tipo de figuras tributarias vamos a trabajarlas para poder ser competitivos.
–¿Estando tan vinculado el proyecto económico al modelo fiscal le parece buena idea mantener separadas las consejerías de Hacienda y Economía?
–Hacienda es un área muy importante que requiere mucha energía porque es la valedora de que se cumplan las cuentas públicas, que gastemos lo mismo que ingresamos, que funcione nuestra economía, que sea creíble, que no generemos deuda... Es muy importante. Es verdad que algunos gobiernos las tienen juntas. Yo estoy en ese debate. Hay personas que me han recomendado que se fusionen, pero hay otros que no, que consideran que una cosa es el mundo económico y otra, la fiscalidad. Estoy en esa duda, no sé lo que haré.
–Usted sostiene que Andalucía tiene que apuntar a que su sector industrial crezca hasta suponer el 16 o el 17 por ciento del PIB. Es un objetivo muy ambicioso, teniendo en cuenta que España y el conjunto de Europa sufren desde hace años un proceso de deslocalización industrial.
–No es un objetivo de esta legislatura, porque evidentemente no es alcanzable en tan corto tiempo. Pero la sociedad y los gobiernos tenemos que ponernos objetivos ambiciosos. Si no, siempre estaremos parados. Lo que tenemos claro en Europa, después del Covid, es que Europa no puede estar sin producir, que dependamos de China o del sudeste asiático, de países árabes o americanos a la hora de disponer de productos que para nosotros son de primerísima necesidad.
–¿Lo tenemos claro? Porque a veces parece que lo tuvimos claro durante la pandemia pero después nos olvidamos.
–No, creo que está claro. Y los ciudadanos han entendido que tenemos que producir. No podemos depender permanentemente del resto. La industria tiene unos comportamientos económicos muy interesantes. Amortiguan muy bien las crisis, son los que menos despidos producen, tienen sueldos más altos, generan mucha cualificación y formación, tienen horarios flexibles. Merece la pena que Andalucía tenga un papel industrial. ¿Queremos aspirar a tener lo que tienen algunas regiones de Centroeuropa? Posiblemente no, pero sí creemos que podemos alcanzar ese 16 o 17 por ciento dentro de nuestro PIB, compatible con otros motores como el turístico, el agroalimentario o el tecnológico, que se está abriendo camino en Andalucía. Pero necesitamos más industria. Necesitamos capacidad de transformar bienes en Andalucía y de fabricar aquí cosas. Cuando llegó la pandemia no fabricábamos nada, ni mascarillas, ni patucos, nada. Teníamos que estar pendientes de Asia o del País Vasco o de otras regiones de España. Ahora en Andalucía ya se hacen patucos, batas, mascarillas... Ya no dependemos de un mercado exterior y generamos valor añadido. Lo primero que ha hecho el SAS ha sido comprárselo a esas empresas que trabajan en Andalucía. Por eso tenemos que cambiar nuestra mentalidad para que tengamos un tejido productivo acorde con la dimensión de nuestra comunidad autónoma.
–¿Qué puede hacer ahí el sector público?
–Tenemos un plan industrial estratégico en el que hay muchas acciones que son conjuntas: ofrecer suelo industrial a muy buen precio y perfectamente equipado; ofrecer incentivos económicos a la instalación de las empresas de manera que en los primeros dos años no pagan prácticamente impuestos, se les facilita muchísimo todos los elementos que necesitan para empezar. En tercer lugar, la formación. Vamos a hacer módulos especializados para contar con mano de obra formada y cualificada, y en cuarto lugar, dar un marco de seguridad jurídica y estabilidad institucional. Si todo eso funciona, nosotros vamos a ir captando inversiones. Esto no es de la noche a la mañana, pero del mismo modo que Cepsa anunció recientemente una inversión de 5.000 millones de euros que es industrial pura, Renault ha anunciado que fabricará todas las cajas de cambio híbridas en Sevilla. Todo ello es fruto de un trabajo y de una acción comercial. Aquí hay una cosa que quiero recordar: el primer comercial de Andalucía se llama Juanma Moreno. Tengo la obligación de vender los atributos, la potencialidad y las posibilidades de Andalucía y de ir a los sitios a captar esos inversores. Es un trabajo que lamentablemente no se ha hecho durante años y otras comunidades sí lo han hecho.
–Desde la cumbre de la OTAN en Madrid se ha vuelto a hablar de la necesidad de invertir en Defensa. ¿Ve ahí posibilidades industriales para Andalucía?
–Sin duda, porque tenemos Navantia, donde ha habido producción de fragatas militares, no sólo para España sino también para otros países. Eso genera una enorme industria auxiliar. Estamos capacitados para que cualquier plan de modernización de la Armada española, o no solamente española, se haga aquí. Lo mismo pasa en el ámbito aéreo, con el Airbus 400, y con los carros de combate, que por cierto ahora el Ministerio de Defensa quiere sacar de Santa Bárbara, en Sevilla, y llevárselo a Asturias. Tenemos capacidad para producir para el Ejército del Aire, para el Ejército de Tierra y para la Armada. Tengo mucha expectación y mucha ilusión de que esa inyección económica del Ministerio de Defensa repercuta en nuestro sector industrial.
–¿Qué planes tiene para el turismo?
–Lo primero, es que yo pienso en el turismo como un sector estratégico. Yo vengo de Málaga, sé el peso que tiene el turismo y cuando pienso en economía pienso en la industria turística, con todo lo que eso supone, Hay que mimarla, cuidarla y protegerla, que es algo que no se ha hecho del todo por parte del Gobierno de España, que no ha tenido ninguna acción, ningún PERTE específico para esta industria tan importante para nuestro país. En esta legislatura quiero trabajar con el sector turístico en las grandes reconversiones que tenemos que seguir haciendo. Mientras estamos hablando de turbulencias en muchos sectores estamos viendo hoteles llenos, restaurantes llenos, centros de ocio llenos. El sector turístico nos ha salvado muchas veces de situaciones económicas muy difíciles. Tenemos una larga tradición, un enorme potencial y debemos de saber explotarlo.
–¿Qué se necesita hacer en este sector?
–Tenemos que seguir avanzando junto con los empresarios en seguir reconvirtiendo nuestra planta hotelera. Se ha hecho un esfuerzo muy importante por parte de los empresarios, pero he echado de menos un PERTE con los recursos de los fondos europeos para hacer una reconversión de toda la planta hotelera en Andalucía. Hay que actualizarla y mejorarla no sólo en términos físicos, visuales, estéticos, sino también adaptarla a las nuevas necesidades medioambientales, de sostenibilidad, de accesibilidad. Ahora los hoteles tienen que ser muy tecnológicos. Tenemos que avanzar en todo el turismo que podamos, no sólo en el de sol y playa sino también en diversificar. Tenemos muchos tipos de turismo, cultural, de naturaleza, patrimonial, de compras, gastronómico, deportivo... Andalucía tiene la ventaja sobre otras comunidades de su gran variedad. Eso podemos explotarlo mucho más. También tenemos que seguir trabajando en mercados emisores y en nuevos mercados. Consolidar los que existen, especialmente los que han salido resentidos como consecuencia del Covid, recuperar los enlaces aéreos que hemos perdido y crecer en mercados como los árabes y los norteamericanos, tanto en Estados Unidos como en Canadá.
–El sector empresarial le ha pedido que haya un consejero en exclusiva para el turismo. ¿Pueden tener la expectativa de que haya algo parecido a eso?
–En la pasada legislatura tuvimos macroconsejerías. Por la situación que vivimos en ese momento, había un gobierno de coalición, hubo que hacer un reparto de áreas y además hicimos el esfuerzo de comprimirlo todo, por lo que hubo consejerías muy amplias. En áreas tan sensibles como es el turismo eso no es bueno. Tienen que ser más exclusivas, más dedicadas a esa acción. Mi tarea en el nuevo gobierno es que esas áreas tengan más dedicación. No pueden estar solas, porque necesitaríamos 32 consejerías, pero es verdad que el turismo tiene que ser una referencia clarísima y que lo más importante para esa consejería tiene que ser el turismo. Creo además que las cosas se han hecho bien. Mi compañero Juan Marín ha hecho un buen trabajo, prueba de ello es que Andalucía es líder en el turismo nacional, hemos abierto nuevos mercados a nivel nacional, que nos están viniendo muy bien, con niveles de renta media–alta. Todo eso tenemos que complementarlo con el turismo internacional. Sí le adelanto que en esta nueva legislatura el turismo va a ser protagonista y va a tener una consejería muy dedicada al sector.
–En la anterior legislatura hubo disfunciones por la empresa pública de turismo y deporte, que reportaba a dos consejerías diferentes.
–Ahí hay un tema que hay que resolver. A lo mejor la desgajamos, porque no tiene mucho sentido.
–¿Cómo está la situación en la universidad?
–Nosotros tenemos muy buenas universidades, que todos los años consiguen formar a muy buenos profesionales que son muy demandados. Por ejemplo, en el ámbito sanitario en los países anglosajones, en Centroeuropa... Por eso hemos ampliado las facultades, como la facultad de Medicina de Almería. Queremos que haya plazas en los sectores que ahora tienen mucha demanda. Creo que el trabajo que se ha hecho en la universidad es muy positivo. Los títulos y los grados tenemos que vincularlos a los sectores productivos y a los nichos de empleo del futuro. La universidad tiene que orientarse hacia los nuevos mercados. No tiene sentido que salgan cientos de titulados en especialidades que no tienen salida, porque al final generan frustración, melancolía porque no pueden acceder al mercado laboral, y significan un esfuerzo para el Gobierno andaluz en formar personas que no van a encontrar una salida profesional. Por eso, yo pido un viraje para vincular la universidad al sector empresarial y productivo. Y en segundo lugar, la formación profesional universitaria. Creo que ahí tenemos un reto muy importante que asumir. Ahora más que nunca las universidades se tienen que implicar en la formación profesional universitaria. Hay buena predisposición en los rectores y en los equipos directivos y queremos darle un impulso.
–¿Qué planes hay para la educación en primaria y secundaria?
–Es verdad que el Gobierno ha hecho una ley que ha ido deteriorando el esfuerzo, el compromiso y el sacrificio. Yo personalmente no estoy de acuerdo, porque hay que primar el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, en el ámbito estudiantil como en la vida. Eso es algo que tiene que estar en el sistema educativo. Hemos invertido más que ningún otro gobierno en materia de educación, más del cinco por ciento de nuestra riqueza, en infraestructura y en el profesorado. Hemos hecho un reconocimiento de la autoridad de los docentes para que no sufran agresiones y se han conseguido cosas muy importantes, como rebajar la ratio o conseguir la tasa de abandono escolar temprano más baja de la historia. Creo que ese es el camino. Tenemos que evitar que la gente joven abandone la formación, porque eso es condenarla al paro de manera permanente, y buscar una formación de calidad. Los programas de refuerzo que se han hecho en verano fueron un acierto de nuestro compañero Javier Imbroda, que ha sido un excelente consejero. Nuestra educación ha dado un salto, le queda mucho y vamos a seguir invirtiendo para mejorarla. Si no tenemos una educación excelente es muy difícil poder competir con comunidades que sí la tienen.
–¿Universidad y Educación van a seguir separadas en el nuevo gobierno o se plantea unirlas?
–Es otro de los grandes retos. Estoy escuchando a especialistas en el ámbito educativo.
–¿Y qué le dicen?
–Hay opiniones como colores. La universidad tiene unas dinámicas muy especiales por su propia singularidad, diferente a la primaria y secundaria. Hay quienes opinan que todo el ámbito tiene que ser un bloque y quienes consideran que la universidad tiene que estar en otro ámbito. Estamos valorando. El problema es que una comunidad de las dimensiones de Andalucía se crearía una macroconsejería. Educación tiene 7.000 millones de presupuesto y más de 100.000 trabajadores sin incluir universidad, con lo cual lo multiplicas. Yo quiero que sean áreas de gobierno que se puedan gestionar bien, que sean viables. Pero es verdad que una de las cosas que estoy estudiando es si van a ir juntas.
–Vienen turbulencias económicas y habrá familias que tengan difícil sostener la educación de sus hijos. ¿Qué perspectivas hay sobre las becas?
–La política de becas que tenemos en Andalucía es de las más amplias. De hecho, bonificamos la matrícula de la universidad...
–¿Eso no está en cuestión?
–Eso, evidentemente, no está en cuestión. Está consolidado. Es verdad que es un esfuerzo económico que hacemos, pero es muy importante. Y lo que vamos a hacer es un plan de ayudas para las familias más vulnerables, aquellas que no puedan acceder a la compra de libros, material escolar.. Ahí vamos a hacer una ayuda especial, tipo becas, para que las familias puedan amortiguar el golpe de la inflación y no lo sufran sus hijos. Por lo tanto, a su pregunta, vamos a incrementar las becas.
–Ha hecho un anuncio sobre el canon del agua que ha generado la crítica del secretario general socialista, Juan Espadas, que ha preguntado con qué recursos se van a ejecutar las obras para hacer frente a la sequía.
–Me sorprende que diga eso el señor Espadas, que viene del área del Medio Ambiente, que ha sido consejero con el señor Griñán en una época en la que el canon del agua no se ejecutaba. No se ejecutaba nada. Se recaudaba y se dedicaba a otros fines. Ha sido este Gobierno el que por primera vez ha ejecutado el 100 por cien del canon del agua. El canon del agua no lo quitamos, lo único que haremos es bonificarlo para que las familias y las pequeñas y medianas empresas que consumen por su actividad mucha agua puedan amortiguar el impacto de la inflación que estamos sufriendo. Ahora mismo tenemos más de 1.500 millones de euros en obras hidráulicas que estamos ejecutando y tenemos que pagar 1.000 millones de euros más. Pero además le hemos pedido al Gobierno, y estamos convencidos de que tiene que aceptar, que una parte de los fondos europeos podamos dedicarla exclusivamente al agua. Porque además necesitamos una ingente cantidad de recursos económicos para hacer obras hídricas –desaladoras, conectividad, eficiencia– tanto en el ámbito del sector servicios y del turismo como en la agricultura y la ganadería. En la primera visita que tenga al señor Sánchez lo voy a poner encima de la mesa: hacer un plan específico para que esos fondos europeos que están llegando y no se están gastando se dediquen en exclusiva a las obras hídricas.
–Usted ha mencionado la necesidad de fortalecer la estructura periférica de la Junta. ¿Cree que hay que descentralizar la administración?
–En una comunidad que tiene la extensión de Portugal necesitamos desconcentrar la administración. Hemos comprobado que cosas que se solucionan en los servicios centrales y se les da luz verde, cuando llega a las delegaciones provinciales, que son las que tienen que dar los permisos finales, se forma un cuello de botella y se atascan. A veces, durante meses. Estoy hablando de permisos que son fundamentales para iniciar una actividad económica. Eso está retrasando la inversión que tanto necesitamos en Andalucía. Esa situación, que hemos detectado a lo largo de esta legislatura, la queremos corregir. Por eso quiero adelantar que vamos a dotar a la administración periférica, a las delegaciones, de más capacidad técnica, de más personal, de más recursos y de más competencias. De manera que el ciudadano pueda hacer la gestión directamente en su provincia y de una manera ágil y competente y que no tenga que estar viajando permanentemente de una consejería a otra para resolver un problema que se tiene que solucionar ahí, en su provincia.
–¿Se ha encontrado con muchas inercias administrativas?
–Sí.
–¿Y eso se ha mejorado?
–Se ha mejorado, pero no de una manera suficiente. Tengo que asumir que hay cosas que no hemos podido hacer. Hay inercias del pasado después de 37 años haciéndose las cosas de una sola manera, pero sobre todo de una inercia de no estar encima de los problemas, de una actitud poco ambiciosa, de poco trabajo, de indolencia. Todo eso ha cambiado, pero reconozco que tenemos que seguir mejorando. Tenemos grandes profesionales, grandes funcionarios que además han estado en la pandemia a la altura de las circunstancias, y que son muy capaces. Aquí tenemos un problema, que es la digitalización y a la que queremos dedicar fondos europeos. En la Junta de Andalucía seguimos con una Administración del siglo XX. Una Administración que te pide papeles. Pero que además te pide papeles una consejería y la de al lado te pide los mismos papeles. Y eso desquicia al ciudadano, desquicia al inversor y me desquicia a mí. Eso es insoportable, no tiene sentido que en el año 2022 no hayamos conseguido digitalizar muchos de esos procesos.
–¿Eso es un objetivo?
–Vamos a iniciar una revolución digital. Eso sí está establecido en los fondos que supuestamente el Gobierno algún día nos va a mandar. Ya le adelanto que vamos a poner mucho dinero, mucho dinero, en cambiar el bolígrafo, el sello y el tampón por procesos digitales para que podamos agilizar todos esos trámites y ahorrar costes.
–Se habla mucho del síndrome de La Moncloa, de los presidentes a los que el ejercicio del poder les hace perder el sentido de la realidad. ¿Teme que pueda sufrir el síndrome de San Telmo? ¿Cómo se prepara para impedirlo?
–En La Moncloa es más fácil que se sufra ese síndrome, porque vives en un palacio. Yo no vivo en un palacio. En segundo lugar, yo no viajo en un Falcon. Me meto miles de kilómetros en coche y tengo un contacto directo con la calle. Es más difícil que eso pueda suceder. Pero es verdad que una mayoría tan amplia podría llevar a una sensación de autocomplacencia y de distanciamiento de la sociedad. Aunque creo que no voy a caer en eso, me parecería muy difícil, le temo a que una parte del gobierno pudiese caer en esa sensación de autocomplacencia. Ahí voy a estar muy pendiente. La fórmula para no caer es muy sencilla, trabajar mucho, estar mucho en la calle, porque en la calle uno escucha lo bueno y lo malo. Y sobre todo, no cambiar ninguno de mis hábitos. Si yo salgo con mis amigos a tomar una cerveza, sigo saliendo con mis amigos a tomar una cerveza. Si salgo con mis hijos, sigo haciendo lo mismo. Vida normal, cercana, que es lo que te permite saber lo que está sucediendo a tu alrededor y dónde estás acertando, dónde estás errando y dónde tienes que corregir.
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