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JUAN CANO
Domingo, 1 de septiembre 2013, 13:28
Los agentes tuvieron la sospecha desde el primer momento: el asalto al depósito de la droga del puerto se ejecutó con información privilegiada. La sombra de la presencia de un topo que ayudó a los ladrones acompañó la investigación del caso, que se llevó en todo momento con absoluto sigilo.
Las pesquisas realizadas a raíz de los anónimos recibidos en comisaría, que dieron lugar a la operación Gaviota II, también reflejan los temores fundados de los agentes debido al «conocimiento profundo» que los ladrones tenían tanto de las medidas de seguridad del puerto como del propio almacén de la droga.
Tras inutilizar la alarma y forzar la cerradura de la puerta principal, la banda logró acceder a la cámara acorazada del depósito, un habitáculo de 100 metros cuadrados que cuenta con una docena de detectores sísmicos en sus paredes para registrar vibraciones o perforaciones. El sistema ya había sido saboteado.
Pero hay un dato aún más inquietante que acentuó la sospecha de los investigadores. Para entrar en la nave, los asaltantes solo anularon una de las tres alarmas que componen el sistema de seguridad del depósito. Lo curioso es que esa era la única de las tres que estaba activada. «[...] Conocían perfectamente que las otras dos no funcionaban», dice un informe policial. Y añade: «Esa información podría haber sido facilitada por algún trabajador de las propias instalaciones del almacén, por miembros de la seguridad privada o por algún miembro de la Policía Portuaria o Guardia Civil». Sin embargo, las investigaciones posteriores no revelaron relación alguna entre los sospechosos del robo y el personal del depósito o los agentes encargados de vigilarlo.
Un móvil vincula el golpe del puerto a otro en el depósito de la droga de Toledo
La policía recorrió todos los caminos posibles en la investigación del robo del depósito del puerto, cometido el 13 de noviembre de 2011. Algunas de las líneas de trabajo que se siguieron desvelaron datos muy relevantes. Los agentes realizaron un minucioso estudio de todos los móviles que tuvieron actividad la noche de autos según las antenas de telefonía ubicadas en cada uno de los escenarios del golpe. Apareció una curiosa coincidencia: uno de los números se había usado también en el intento de robo con butrón ocurrido una semana antes en el depósito de la droga de Toledo.
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