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HÉCTOR BARBOTTA
Miércoles, 31 de julio 2013, 09:09
Subirse a un Ferrari, ponerse el cinturón, ajustar el asiento y los espejos y tener por delante el asfalto de una pista preparada especialmente para correr puede llevar a cualquiera a sentirse el privilegiado protagonista un videojuego cargado de realismo. Y cuando en la primera curva cerrada el conductor novato descubre toda su impericia y lamenta que no se trate de un videojuego, comprende que poder conducir un Ferrari a toda velocidad no es solo una cuestión de cartera, que también.
Es posible que montarse en un Ferrari y conducir en un circuito forme parte del imaginario de cualquiera a quien se le pregunte qué haría si la fortuna llamara a su puerta. Pues precisamente eso es lo que hicieron la semana pasada 40 afortunados que además de una cartera desahogada disfrutan de la pasión por la emblemática marca italiana. Algunos ya guardan un Ferrari en su cochera, otros se lo están pensando. Y para agradecerles la fidelidad a unos y ayudarlos a los otros a tomar una decisión, la concesionaria de coches de lujo C. de Salamanca los invitó a pasar un día entero al circuito Ascari de Ronda, un sueño para los amantes del motor y que forma parte de la discreta infraestructura de atractivos que la provincia reserva a sus visitantes con más capacidad de gasto.
Si alguien se preguntó alguna vez cómo se hace para vender un Ferrari de más de 300.000 euros podría encontrar una respuesta en la jornada que los potenciales clientes pasaron en el circuito. A primera hora de la mañana, con el 'briefing', las instrucciones en las que se explican el código se señales con banderas -que puede hacer sentir al visitante como si estuviese al mando de un Fórmula Uno- y se aconseja cómo afrontar las curvas, apenas señalizadas con unos discretos conos de colores. Después, con algunas vueltas como copiloto de un instructor, donde el visitante apenas encuentra diferencias entre esa experiencia y la de la más vertiginosa montaña rusa. Y finalmente, el plato fuerte, que acerca al protagonista a sus años de la consola, pero con escalofríos en la boca del estómago.
Parque de atracciones
Nacido como el sueño de un acaudalado empresario holandés, el Ascari es casi un parque de atracciones para los amantes de la velocidad sobre cuatro ruedas. Un circuito de cinco kilómetros y medio con 26 curvas y emplazado en un entorno natural, un garaje para más de 200 coches donde los miembros guardan los bólidos que desempolvan en cada visita, un restaurante y una piscina. La estructura es la de un club, solo que en lugar de pistas de padel o un campo de golf lo que hay es una pista para correr con el coche. El ingreso está reservado a quienes son capaces de desembolsar una cuota de inscripción acorde a lo que puede afrontar, por ejemplo, el propietario de un Ferrari.
Una especie de leyenda asegura que el Ascari reproduce curvas míticas de circuitos de todo el mundo, pero la realidad es aún más romántica. Se asegura que el dueño sobrevolaba en helicóptero el entorno de Ronda y cuando vio el paraje lo eligió para su sueño. El trazado se acomodó a la orografía para que no fuese necesario, siquiera, la tala de un solo árbol.
Que un club de estas dimensiones no sea precisamente conocido en la provincia forma parte de la estrategia empresarial «No queremos masificar», explica un responsable. ¿Hay caras conocidas de las que se dejan ver en Marbella que descargan aquí su pasión por la velocidad? «Usted se sorprendería», advierten. Pero la discreción forma parte del ADN del club.
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