El falso 'shaolín' impartió tres cursos en Marbella, pero dejaron de contar con él por "agresivo"
Hace algo más de una década, Juan Carlos Aguilar dio clases de kung-fu en el instituto Shaolín España, en San Pedro Alcántara.
JUAN CANO
Domingo, 9 de junio 2013, 14:40
Corría el año 1997 y Juan Carlos Aguilar, más conocido ahora como el falso shaolín, regentaba un gimnasio en la calle Particular de Costa. Poco podían imaginar entonces que aquel tipo sereno, que emulaba a un monje y que, como tal, «aparentaba ser un hombre de paz», encerraba una cara oculta. El pasado día 2, la policía encontró a una de las víctimas, Maureen Ada Otuya, maniatada y amordazada en el interior del gimnasio al que se trasladó, situado en la calle Máximo Aguirre de la capital vizcaína. Ada, una chica nigeriana de 29 años, recibió tal paliza que ingresó en estado de coma en el hospital y, tres días después, murió.
Al inspeccionar el centro deportivo Zen4, que estaba decorado al estilo de un templo budista, la Ertzaintza halló restos de otra mujer repartidos en bolsas de plástico. Ha sido identificada como Jenny Sofía Rebollo, colombiana, de 40 años. Huang C. Aguilar, como ahora hacía llamarse, confesó el segundo crimen en comisaría.
Cuando lo conocieron, Aguilar era un profesor «con muy buena técnica» de kung-fu que, además, tenía conocimientos de taekwondo y karate. «La verdad es que le creímos», afirma Pedro Estévez Gil, director del Instituto Shaolín España, ubicado en Marbella. «Parecía muy tranquilo y espiritual, aunque a la hora de entrenar se le veía muy exigente, como si creyera estar por encima de los demás». «Recuerdo el nombre por lo de particular, ya que me pareció una persona muy singular», apunta Jesús Vázquez, ahora vicepresidente del club marbellí.
Decidieron traerlo a sus instalaciones, en San Pedro Alcántara, para impartir varios seminarios. «En apenas cinco meses, vino a dar tres cursos a Marbella, pero hubo desavenencias y tuvimos que cortar la relación con él. Ya entonces era un hombre «agresivo, egocéntrico y prepotente», sentencia el director del Instituto Shaolín España.
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