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Oriol Elcacho, que promociona los nuevos helados de Häagen-Dazs, confiesa que es un «poco clásico».
«Continúo ruborizándome cuando alguien me mira»
Oriol elcacho, top model

«Continúo ruborizándome cuando alguien me mira»

De niño jugaba al fútbol con mocasines y se planchaba las camisas antes de ir al colegio. Las firmas se rifan sus ojos azules

LUIS GÓMEZ

Domingo, 29 de abril 2012, 11:46

Descalzo sobre la hierba y con la camisa profusamente desabrochada, el top Oriol Elcacho (Barcelona, 1979) promociona los nuevos helados de Häagen-Dazs. Junto al bilbaíno Jon Kortajarena y el catalán Andrés Velencoso, forma parte de la armada invencible de modelos españoles que domina la moda internacional. La imagen de Ralph Lauren adora el olor a calle mojada y rehúsa el lujo excesivo.

¿Cuándo se dio cuenta de que se podía ganar la vida de guapo?

Aún no creo que me la pueda ganar por guapo. Hace doce años, alguien me propuso trabajar en esto, pero nunca fue una idea propia.

Aparcó su carrera de Empresariales. ¿No se veía de jefe?

Anhelo la independencia y no hacer y deshacer.

Cuentan que «ir de duro» no es lo suyo.

La constancia me ha dicho que esto es lo mío. No soy de los que va diciendo soy muy guapo. Hay modelos que pecan de eso. La guapura se va. Todos perdemos mucho encanto. Si el personaje que creas es interesante, puedes durar muchos años. Al final, no dejas de ser un producto.

Apuntaba maneras de pequeño jugando al fútbol con mocasines.

¡Y con camisas! Mis amigos se reían. Me decían que nunca perdía el estilo. Ja, ja. Era un tío que sacrificaba la hora del patio. Ir bien vestido y compaginarlo con el fútbol... El resultado fue un poco chocante. ¡La de zapatos que compraba mi madre al cabo del año de tantos como destrozaba! Era una manía también de mi padre. Decía que las wambas no eran buenas para los pies y que usara zapatos.

Siempre ha visto en su padre a un hombre muy elegante.

Él y mi abuelo han sido dos referentes. He heredado prendas de mi padre, como una americana y una chaqueta de ante. Recuerdo una foto de mi abuelo en la Guerra Civil en la que salía muy bien arreglado. Era muy guapo, con su bigotito.

Desprende un aroma clásico.

Un poquito. Es mi esencia y me siento así. Yo, desde pequeño, me planchaba las camisas antes de ir al colegio.

¿Siendo un niño?

Es algo que heredé de mi abuela. Era una perfeccionista con la ropa. Me fijaba cómo lo dejaba todo cuando venía a casa a cuidarnos mientras mi madre trabajaba. Ir bien planchado me viene de familia.

Sin una arruga.

Soy un maniático con los pliegues que se forman en la parte de atrás de los pantalones. Yo le decía a mi madre que están arrugados y ella me respondía es normal, hijo, estás sentado y se van a arrugar.

¿Qué tienen los modelos españoles para dominar la pasarela?

Tampoco nos sucede ya lo que a los deportistas españoles, que jugaban como nunca para perder como siempre. Ahora ganamos. Vamos a los castings y nos llevamos las campañas.

En esa Santísima Trinidad que forma junto a Jon Kortajarena y Andrés Velencoso, ¿sería el padre, el hijo o el espíritu santo?

Ja, ja. Yo soy el espíritu santo porque...soy el del medio y, también, el más espiritual. Velencoso me lleva un año y es como el papi. Siempre se preocupa por los demás. Y a Jon no le queda otra. Es el hijo al ser el más joven.

¿Quién envejece mejor, una top o un modelo masculino?

Ambos. He trabajado con mujeres que han envejecido en la moda y no son nada mayores. Más que envejecer, ganas en personalidad.

¿Teme las arrugas?

Obviamente. ¡Ya están aquí!Llevan tiempo apareciendo, pero son parte de la expresión. No me voy a privar de reír por tener menos arrugas. Bueno, si me dan carácter...

«Quiero a ese chico»

Ha desfilado para Cavalli, Valentino, Dolce&Gabbana, Galliano y protagonizado campañas para Missoni, TomFord yZegna... ¿De quién se siente más orgulloso?

De los primeros que apostaron por mí. Lo de Ralph Lauren fue algo muy curioso porque no había hecho ninguna campaña importante en Estados Unidos. Que sin conocerte te señalen y digan me da igual lo que haya hecho este chico, pero le quiero para mi campaña...

¿Se ha sentido alguna vez un hombre objeto?

Forma parte de mi trabajo. Me siento a veces un objeto, animado, pero, bueno, es lo que se lleva.

La moda le ha servido a Oriol para superar la timidez. Confiesa que con solo 18 años era un chaval «muy cortado» al que todo le daba vergüenza. «Tener un trabajo en el que si no te espabilas te comen» le ha confirmado como una de las grandes estrellas internacionales de las pasarelas.

A sus 32 años, ¿Dónde están sus límites?

Los límites los marcará mi cuerpo, cuando se canse o decrezca mi motivación. Por ahora, no baja.

¿Sigue soñando que llega tarde a los desfiles?

A los desfiles y a todos los sitios.

¿Continúa ruborizándose cuando la gente le mira?

Es una parte que aún no he podido dejar atrás. Uno no se acostumbra al menos que sea de otra forma.

«Esta profesión exige tener un equilibrio psicológico porque puede generar muchísimas inseguridades y son difíciles de esconder». ¿Cómo lo ha conseguido?

Con madurez e intentando ver las cosas como son. Hablando con mi pareja, mis amigos....

¿Tiene la cabeza muy bien amueblada?

Solo así y afrontando las cosas se puede llegar bien lejos.

Oriol ha encontrado en su pareja Davinia Pelegrí, también modelo, una compañera de trabajo con la que comparte «consejos y experiencias. Hace un año posaron juntos desnudos. Él lo pasó mal porque «para esas cosas» se siente muy pudoroso. «Casi siempre poso con trajes, cerrados hasta el último botón».

¿Le parece normal que a los hombres les paguen mucho menos que a las top femeninas?

Es algo que se acepta y que no va a cambiar mi generación. Quizá las venideras. Pero tampoco lo veo mal. No soy ambicioso y no quiero ganarme la vida muchísimo mejor que las mujeres. Si ellas ganan más, es porque también se lo merecen.

¿Se derrite como los helados?

Sí. Hay cosas que me derriten y me dejan planchado, aunque me mantengo bastante bien.

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