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Comienza al amanecer y se prolonga durante todo el día. / ANTONIO FUENTES
MÁLAGA

La tradición de la vendimia

Los jornaleros afrontan el final de la cosecha de la vid. Una tarea en la que se valora la experiencia

CARMEN MARTÍN

Domingo, 27 de septiembre 2009, 13:57

El sol está en todo lo alto. Es mediodía y el sudor hace ya horas que apareció sin piedad en el rostro de los jornaleros. Son los últimos días de la vendimia, pero aún quedan cajas y cajas que llenar con veinte kilos de uva cada una. Isabel María Romero ya ha perdido la cuenta de cuántas lleva. Su trabajo comenzó al amanecer y aún le quedan algunas horas por delante para acabarlo. «Lo malo es la temperatura», asegura esta villafontense de 19 años que el año pasado ya se estrenó en los viñedos.

Con su sueldo de dos meses de jornales diarios y los domingos de descanso pretende retomar sus estudios y convertirse en auxiliar de Enfermería al tiempo que aporta su granito de arena a la economía familiar. «El campo es muy duro, pero al menos estoy trabajando y eso no lo puede decir todo el mundo», reconoce Isabel. Su padre fue quien le buscó el trabajo. Antonio Romero lleva siete años trabajando en las Bodegas Málaga Virgen, aunque ha hecho «de todo» en su vida: «He trabajado en la aceituna, he sido ganadero y ahora estoy aquí durante todo el año». Su experiencia le lleva a reconocer de un único vistazo cuáles son los gajos que están en su punto de maduración y cuáles deben quedarse en la viña por su verdor.

Este año las uvas tienen una gran calidad y un alto contenido en azúcares debido al calor. Tampoco ha habido plagas que las dañen, por lo que la mayoría están en un estado óptimo para ser cosechadas. Las buenas se amontonan en cajas que recoge posteriormente un camión para trasladarlas al lagar, según explica la treintañera Beatriz Cobacho, también de Fuente de Piedra. Ésta es ya su tercera vendimia después de haber trabajado en tiendas de ropa, supermercado y ópticas, pero «cuando no hay otra cosa» el campo es una buena opción.

Beatriz, Isabel y su padre forman parte de las cuadrillas de Bodegas Málaga Virgen, donde la mayoría de los trabajadores son de Fuente de Piedra, Sierra de Yeguas o localidades vecinas de Córdoba y Sevilla, según explica el director de bodegas y enólogo Francisco Medina.

Denominación de origen

En Mollina, donde se produce el 80% del vino con denominación de origen de la provincia, las cuadrillas también las forman principalmente gente del pueblo, que suele continuar, cuando finaliza la vendimia, a finales de septiembre, en la recogida de aceituna. «Los jornaleros se buscan un poco antes de comenzar la vendimia, generalmente a principios de agosto. Hasta hace dos años, con el 'boom' de la construcción había algunos problemas para encontrar mano de obra, pero ahora la gente ha vuelto al campo», cuenta el ingeniero técnico de la cooperativa mollinata Virgen de la Oliva, Joaquín Zavala. No en vano, los tablones de anuncios de la cooperativa están plagados de carteles de personas que se ofrecen para la vendimia, «en su mayoría inmigrantes», matiza.

Pese a la escasez de mano de obra en tiempos pasados, la vendimia ha intentado siempre mantener sus raíces, sobre todo porque se busca gente experimentada. Los patronos son los encargados de buscar a sus jornaleros, normalmente entre familiares y amigos que ya poseen alguna experiencia.

Antonio Aguilar es uno de los expertos en la vendimia. Natural de Martín de la Jara (Sevilla), a sus 53 años ha recorrido medio país y parte del extranjero para trabajar en el campo por temporadas. Ha estado en la vendimia francesa, recogiendo espárragos en Navarra, en la aceituna de Jaén... Con tan sólo 13 años se fue a Huesca. «Hacía falta el pan», recuerda. Al principio viajaba solo y luego con su mujer, teniendo que dejar a sus dos niños con su abuela. Ahora uno de ellos trabaja con él para las Bodegas Málaga Virgen.

Pero el trabajo de la vendimia, que genera unos 120.000 jornales en la provincia, no acaba en la recogida del viñedo. Ni empieza ahí. Previamente se supervisan las viñas para ver cuáles se hallan en estado óptimo de recolección y, una vez cosechados, en una mesa de selección se desechan los gajos que no están maduros. Los otros son manipulados para posteriormente elaborar el vino. Las tintas, con el hollejo, se maceran hasta obtener el color deseado, pero a una temperatura que impida a la uva fermentar. Las blancas obvian este proceso, pero al igual que las tintas irán a la presa para obtener el mosto que posteriormente se convertirá en vino tras fermentar y reposar.

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