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TEXTO: LUISA IDOATE
Lunes, 24 de agosto 2009, 03:52
'REBECA' es la esencia del culebrón. Lo escribió Daphne Du Maurier en 1938 y lo llevó al cine Alfred Hitchcock, con Laurence Olivier y Joan Fontaine como protagonistas. El viudo Maxim de Winter conoce a una joven en Montecarlo, en el Princesse Hotel. Se casan y se enfrentan al fantasma de la primera esposa, Rebeca, que tiene hechizados a quienes la conocieron y parece flotar en la mansión de él, Manderley, que existe, pero no en Inglaterra como plantea el filme, sino en Irlanda. Está en Dublín, rodeada de 14.000 metros cuadrados de jardines por los que se llega a la playa Killiney. En inglés se llama Manderley y en gaélico Mhanderley. Antes tuvo más nombres, porque la construyó Robert Warren en 1840 y la bautizó Victoria en honor a la reina de Inglaterra.
Irlanda es la tierra de los castillos. En mantillas se queda Manderley al lado del de Dublín, el más imponente de la capital, con inmensas vistas desde la Torre de Saint Michael. Está cerca del Trinity College, donde estudiaron Óscar Wilde y Bram Stoker. Para visitar el Malahide, a las afueras de la ciudad, hace falta un día. Los de Archbold y Goat están en la localidad de Dalkey, en el condado de Louth se levanta el castillo King John con vistas al mar y en Maeth está el Taaffe.
Aunque ninguno tiene tanto ambiente como el Saint Aidan, en Wexford, donde se celebra el mercado de Enniscorthy. Para cumplir los requisitos del turista, hay que acercarse al Blarney y besar la piedra que, dicen, proporciona una gran locuacidad.
También de copas
Como gesto romántico no está de más llegar a Valentia Island, el primer punto europeo que conectó telegráficamente con América en 1857. Pero la capital irlandesa es mucho más. ¿Copas en Dublín? En la zona del Temple Bar, en el centro. Ahí está la movida nocturna: entre el Puente O'Connell y la Catedral de Christchurch, desde Dame Street hasta el río Liffey. Los pubs ofrecen acordeón, violín y cerveza Guinness.
Pero la ciudad también dedica un museo a James Joyce, autor de 'Dublineses', y al lugar de nacimiento de George Bernard Shaw. Merrion Square es la plaza de las casas georgianas; Grafton, la calle de las compras; y la Catedral de San Patricio, el templo por excelencia. También hay que visitar el embarcadero de Dingle y, de paso, llegar en barco hasta la isla Great Blasket, que realmente es de película.
El Manderley de Alfred Hitchcock arde por los cuatro costados y consume el recuerdo perverso de su antigua dueña. El de Dublín también lo hizo. Fue en 1928, doce años antes de que se rodase 'Rebeca'. El incendio destruyó por completo el interior del edificio. Una vez rehabilitado por Sir Thomas Power -que lo bautizó como Ayesha, nombre de un personaje de la novela 'She' de Henry Rider Haggard-, se convirtió en la residencia oficial de la familia Aylmer, que, en el año 1995, lo transformó en reclamo turístico reestructurando algunas zonas que abrieron al público.
No sólo interesa a turistas
El castillo Ayesha no sólo interesaba a los turistas. La cantante irlandesa Enya lo compró en 1998 por 3.800.000 euros y lo rebautizó como Manderley. Qué menos. Pero la fama tiene su peaje. Tras vivir en directo el allanamiento de su morada por parte de un encendido fan, la cantante blindó la mansión. La rodeó con un muro de piedra de más de cuarenta metros de largo y casi tres de alto, verjó la cúspide, reforzó las puertas y clausuró la salida del jardín a la playa.
Al vecino -Bono, de U2-, le molesta tanta cámara de vigilancia apuntando a su residencia. Pero la cantante quiere mantener a los fisgones a raya. Aunque los admiradores de Eithne Patricia Ni Bhraonain, nombre completo de Enya, saben dónde encontrarla: en Manderley Castle, Victoria Road, Killine Co., Dublín.
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