
J. G. P.
Jueves, 24 de julio 2008, 03:49
El positivo de Riccó tuvo ayer un efecto negativo: Saunier Duval abandona «inmediatamente» su relación con el ciclismo. Otra firma tachada por el dopaje. La trampa del escalador italiano deja sin 'maillot' a una veintena de compañeros, entre ellos David de la Fuente, Iker Camaño o Beñat Intxausti. Al paro. Y el ciclismo español se queda con sólo dos escuadras en la élite: el Caisse d'Epargne, sostenido por una entidad financiera francesa, y el Euskaltel-Euskadi, edificado por las instituciones públicas vascas. Diez años después del 'caso Festina' y a dos temporadas de la 'Operación Puerto', el ciclismo español se consume. Pese a disponer de ciclistas como Contador, Freire, Sastre o Igor Antón.
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Cuando Ricardo Riccó dio positivo por CERA, la empresa Saunier Duval encargó un estudio sobre la repercusión mediática. Invertir en ciclismo es hacer publicidad. Negativa, si viene del dopaje. Mauro Gianetti, mánager de la escuadra amarilla, no convenció el martes a los dirigentes de la multinacional Vaillant, el grupo que contiene a Saunier Duval. «Les presenté los resultados de nuestros controles, los internos y los de fuera. El pasaporte biológico. Todo. Les hice ver que no hemos tenido ningún problema, pero...». La reunión fue en Alemania. Es un país cansado del dopaje. De mitos de barro como Ullrich. Allí el dopaje es impopular. Las cadenas de televisión huyen del Tour; la Vuelta a Alemania veta a los sospechosos. Los responsables de la carrera germana ya habían dejado entrever que el Saunier no sería invitado este año. El Tour de Francia no iba a admitirles en años. Y la Vuelta a España estaba casi obligada a apartar al equipo de Matxin.
«En Alemania no me dijeron nada. Me escucharon y nada más. Me fui de allí sin respuesta», relató ayer, sorprendido, Gianetti. El anuncio del final le llegó por Internet. Por vía indirecta. «Incluso les presenté una carta de la Unión Ciclista Internacional (UCI) en la que avalaban nuestra lucha contra el dopaje», señaló. Nada le ha servido para tapar el positivo de Riccó. Fue una cuestión del corredor. De él. Y ahora lo pagan los demás». Gianetti dice que no esperaba ese final: «Cuando un patrocinador se mete en el ciclismo, sabe que existe este riesgo», afirmó mientras recibía llamadas telefónicas de los corredores y auxiliares. Todos en vilo.
La central de Vaillant está en Alemania. Un país lleno de cicloturistas que se ha quedado casi sin equipos profesionales. El T Mobile explotó por los escándalos de dopaje y el Gerolsteiner, el último mohicano, ya ha anunciado que se va. Harto. Eso en Alemania. Y Saunier Duval es una empresa vinculada a Francia, otro país en cruzada contra el dopaje. Sólo la parte española sostenía el proyecto. Era partidaria de seguir al menos un año más para no dejar el ciclismo con este rastro de fraude deportivo. Como hizo Festina tras 1998. Pero no. Gianetti ha sido el centro de buena parte de las críticas de la opinión pública francesa. Incluso el director del Tour, Christian Prudhomme, le señaló con el dedo. Le acusó de falta de ética.
Reconversión
En Francia, además, surgió la figura de Stephan Heulot, antiguo miembro del Saunier. El ex ciclista dijo que no le sorprendía lo que había sucedido (positivo de Riccó y expulsión de Piepoli). Cargó contra Gianetti y habló de dopaje organizado. Su estrategia parecía dirigida a convertir, a reconvertir el Saunier Duval en una escuadra francesa. Con directores nuevos y otra plantilla. Vaillant ha dicho que ni eso. Han sentido traicionada su confianza. El ciclismo, otra vez, deja de ser rentable por la ambición desmedida de algunos.
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Adiós a una historia que comenzó hace cuatro años en el campo profesional y que tiene casi un cuarto de siglo de vida. Desde aquel equipo femenino que rodaba por las carreteras de Cantabria. Creció hasta debutar en el UCI Pro Tour y ganar carreras como la Clásica de San Sebastián o la Vuelta al País Vasco. Con Riccó tenían al fin un ciclista para las grandes vueltas. Acabó en un calabozo francés. Manchado por CERA, un dopante. Sus compañeros en el Saunier le repudiaron de inmediato. «El que hace trampas que lo pague», firmaron todos los ciclistas y auxiliares. Lo pagan todos.
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