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SIRA R. LARA
Viernes, 1 de febrero 2008, 02:59
El restaurante del Club Hípico Botafuegos cerró ayer sus puertas, tras tres años de actividad, ante la impotencia y la indignación de sus trabajadores y directiva. El centro, propiedad del empresario José Galán, ha hecho frente en el último año al cierre de sus instalaciones deportivas debido a la anulación por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo de la licencia otorgada en 2002. Ésta sólo recogía la apertura de un club hípico, con un centro social, un picadero y cuadras.
A ello se suma el hecho de que la propia Consejería de Obras Públicas haya declarado que la licencia fue otorgada al margen del procedimiento administrativo en un suelo no urbanizable. Este caso fue recogido por el juzgado de instrucción número 7 de Algeciras por un posible delito de prevaricación que pudo cometer el ex alcalde, Patricio González, en torno a la concesión de esta licencia urbanística. El centro fue inaugurado en 2004 por el entonces alcalde socialista Juan Antonio Palacios.
La empresa presentó en diciembre un plan de viabilidad para evitar el derribo de la piscina y pistas de pádel del complejo, precintadas en el mes de agosto del pasado año, y el Consistorio algecireño dispone de tres meses para contestar sobre la viabilidad de la iniciativa.
La directiva del centro recuerda que el suelo es de protección oficial, pero «compatible con el uso deportivo».
Último día
Los trabajadores del restaurante del Club Hípico Botafuegos recogían ayer las instalaciones en un ambiente lleno de tristeza. En esta ocasión son 14 los empleados afectados, pero el cierre de las instalaciones deportivas supuso el despido para una treintena de trabajadores directos e indirectos.
El cierre del restaurante se debe a la imposibilidad del empresario de mantener el servicio tras el precinto de la zona deportiva y por la «mala prensa» que el Ayuntamiento ha hecho del centro, según sus trabajadores. Ante el anuncio de cierre por parte del Ayuntamiento los usuarios se apresuraron a cancelar la reserva del salón social de celebraciones para bodas y comuniones.
El restaurante ofreció ayer su última comida en la que no faltaron como cada día los trabajadores de la cercana cárcel de Botafuegos. El día anterior, el salón de celebraciones acogió una comida de niños con dispacidad del Centro Ocupacional Punta de Europa. El centro realizaba una intensa labor social y benéfica con las distintas entidades de la ciudad.
Padres de familia
La mayoría del equipo del restaurante tenía un contrato indefinido con la empresa y ahora se abre ante ellos una complicada situación. «No nos vamos a quedar con los brazos cruzados», señala el encargado Antonio Díaz, que recuerda que el alcalde, Tomás Herrera, «nos prometió que ningún trabajador se quedaría en paro». Los empleados quieren dejar claro que el dueño José Galán «es empresario y amigo» y que todos recibirán su correspondiente liquidación e indemnización por parte de la empresa.
Según el portavoz de los trabajadores, Juan Antonio Cabeza, «estamos desmoralizados» y culpan de la situación a una «mala gestión de Urbanismo». Señala que «somos padres de familia con hipotecas que hacer frente y ahora no sabemos qué vamos a hacer».
Los empleados apuntan que están estudiando emprender alguna acción de protesta o concentración pero aún no tienen clara la estrategia que seguirán a partir de ahora.
Labor social
Por su parte, la directora del Club Hípico Botafuegos e hija del dueño, Eva Galán, se debatía ayer también entre la indignación y la pena. «El Club sigue a disposición del pueblo de Algeciras y todas las asociaciones que necesiten utilizar nuestras instalaciones para beneficiar al pueblo las tendrán», señala Galán.
La directora cree que «hemos sido cabeza de turco» y lamentó que «siempre apalean al débil y al que lleva toda su vida trabajando». Eva Galán considera que los perjudicados son «el pueblo de Algeciras, los empleados, los proveedores, las personas que venían a hacer deporte y todas las asociaciones con las que colaborábamos económicamente cada año y que disfrutaban gratuitamente de nuestras instalaciones».
Recuerda también que los equipamientos deportivos fueron utilizadas por el equipo de waterpolo «porque la ciudad carecía de piscina», para organizar pruebas deportivas de tiro con arco, concursos de pájaros, carreras ciclistas, concentraciones de motos y un sinfín de actividades más.
Galán afirma que «nuestra labor está hecha, hemos luchado hasta el final, y la seguiremos haciendo». Las cuadras, el picadero y el club social seguirán abiertos y a disposición de los usuarios para «reunirse y hacer un arroz o una barbacoa». Señala por último que «espero que el pueblo se de cuenta de esta injusticia y vea a quién ha votado».
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