Javier de Torres: «El que provoca accidentes de tráfico es tan delincuente como el que roba»

Javier de Torres es desde el pasado 31 de octubre el nuevo fiscal delegado de Seguridad Vial en Málaga, una materia a la que por su envergadura y calado la Fiscalía General ha querido prestar especial atención nombrando especialistas en esta materia. Su objetivo es proteger a las víctimas de los accidentes de tráfico, las grandes olvidadas, y propiciar un cambio de mentalidad social que considere y condene como delincuentes a los conductores negligentes y temerarios. La última reforma penal que entró en vigor el pasado lunes viene a reforzar esta idea, según De Torres, ya que además de las penas de cárcel, contempla trabajos en beneficio de la comunidad con fines educadores y rehabilitadores.

¿Por qué la Fiscalía General del Estado ha decidido tratar la seguridad vial como una materia de especial atención y cómo se propone actuar?

Estadísticamente, los accidentes de tráfico es la más alarmante de las sangrías que se producen en este país. Pero además, si ya no es suficiente motivo con el número de personas que engrosan las cifras de parapléjicos y fallecidos y lo reducimos sólo a términos económicos hay que decir que la siniestralidad vial supone un coste que representa el 2% de PIB de la Unión Europea, es decir, unos 160.000 millones de euros cada año. La magnitud de las cifras han hecho necesarias la adopción de unas medidas como los fiscales especialistas en esta materia. La Fiscalía, además, tiene como objetivo dar mayor protección a las víctimas de los accidentes, que han sido las grandes olvidadas del Derecho Penal.

¿Por qué?

Si se me permite, han sido sólo «las bien pagás». Hasta ahora la respuesta del Derecho Penal ha consistido nada más en que reciban la indemnización económica por parte de la compañía de seguros tras el accidente. Hay que darle otro tipo de respuesta. Por ejemplo, se contemplan penas de trabajos en beneficio de la comunidad como un intento de reeducar a las personas que han cometido delitos contra la seguridad vial estando en contacto con las víctimas de los accidentes para que vean las consecuencias de sus actos y esto los lleve a reforzar control de su conducta. La idea es que la víctima no se sienta abandonada sólo con el pago de la indemnización, viendo que el causante del daño sigue haciendolo, y que la persona causante del daño vea la gravedad de su conducta y sea capaz de rectificar.

Cambio desde la escuela

¿Y esas medidas serán capaces de cambiar las conductas de los reincidentes?

Una de las razones de estos comportamientos delincuenciales está en la permisividad social que existe. Nadie se horroriza cuando alguien cuenta que ha conducido ebrio, sin embargo eso no ocurre cuando alguien roba. Y es tan delincuente el que provoca o puede provocar un accidente como el que roba. Es necesario un cambio de mentalidad, que hay que empezar por la escuela y se va a intentar que se estudie esta materia a través de la asignatura Educación para la Ciudadanía. Hay que hablar ya de violencia vial porque hay conductores violentos y las víctimas de estas conductas esperan esa reacción social, que se trate como delincuentes a los que producen violencia vial. Yo creo que es más importante poner al individuo delante de las consecuencias de sus actos que imponerle prisión.

¿La última reforma del Código Penal contempla prisión para los excesos de velocidad, conducciones temerarias o la conducción ebria ¿Es la prisión efectiva para este tipo de comportamientos?

La prisión ya se contemplaba antes aunque se hacía escaso uso y se imponían multas. Mi opinión es que es más importante poner al individuo delante de las consecuencias de sus actos que meterlo en prisión. Pero, claro, hay conductas absolutamente deleznables, con claro desprecio a la vida de los demás y reincidentes, y esas sí que llevan penas elevadas, de 2 a 5 años de cárcel.