
EUGENIO CABEZAS
Martes, 30 de octubre 2007, 02:33
Para Antonio Jiménez (Málaga, 1945), los colores son algo que va mucho más allá de una cuestión de tonalidad. «Mucha gente no sabe trabajarlos. A mí me gusta experimentar, mezclarlos y conseguir sensaciones únicas», confesaba ayer mientras recorría las dos plantas en las que se distribuye su nueva muestra, titulada 'Azul. Rojo. Blanco', que puede verse desde hoy y hasta el próximo 30 de diciembre en el Centro de Exposiciones de Benalmádena.
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Tras cinco años sin exhibir en Málaga, Jiménez regresa a la provincia con una selección de su obra más reciente, en la que incide de nuevo en una visión muy colorista del surrealismo. «Sigo trabajando igual, aunque ahora de una forma más vitalista y sencilla. Menos barroca», apuntó. Junto a él, el comisario, Tomás Paredes, recordó que la última exposición de Jiménez en Málaga fue una antológica, que en 2002 acogió el Palacio Episcopal.
Desde entonces, Jiménez -cuya formación es totalmente autodidacta- ha seguido trabajando a caballo entre Málaga y Los Caños de Meca (Cádiz), un lugar en el que ha descubierto la tranquilidad y la inspiración necesarias para seguir creando. «Me sigo levantando temprano. Estoy todo el día en el taller. Me considero un clásico del oficio», declaró el artista, que apuntó que sus últimas obras reflejan un estado de ánimo «más alegre y vitalista». «Será que me estoy haciendo mayor», bromeó.
Paralelismo con el cine
El comisario hizo un paralelismo entre el título de la exposición y la trilogía del director polaco Kieslowsky, del que dijo había tomado prestado el nombre porque refleja «muy bien» el sentido de la exposición. «Son colores muy vivos, que expresan estados de ánimo y sentimientos de libertad, igualdad y fraternidad», explicó. «Aunque no es un homenaje a la bandera francesa», confesó.
La obra de Jiménez forma parte del llamado surrealismo malagueño de los cincuenta, junto a autores como Enrique Brinkmann o Francisco Peinado. «Son piezas que pueden parecer herméticas, pero a la gente le gustan», declaró Paredes, quien destacó el gran aprecio que tiene la obra de Jiménez en países como EE. UU., Suecia, Canadá o Alemania. «La pintura contemporánea española tiene muchos grises y marrones, colores sobrios. A los extranjeros les gustan más los colores vivos», expresó el artista.
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La exposición de Benalmádena incluye 40 óleos y 18 esculturas. En el caso de los cuadros, Jiménez conjuga la pintura con otros materiales como el polvo de arena o de mármol, que le confieren una textura muy peculiar. «Son piezas únicas, muy robustas, que invitan a ser tocadas», destacó Paredes.
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