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JUAN SOTO
Martes, 30 de julio 2013, 12:53
Cuentan los expertos que el Parque Natural Montes de Málaga está esquelético, que necesita musculatura para crecer y poder aportar recursos a la economía de la ciudad. Sus 4.995 hectáreas son a todas luces insuficientes para sacar adelante los proyectos pendientes y convertirlo en todo un referente para la región. Y necesita, entre otros, que la Junta aborde con urgencia el proyecto de ampliación que tiene desde hace tres años guardado en un cajón, que se construya un más que necesario centro de recepción de visitantes y que la Unión Europea repare de una vez en el gran paraje natural que hay en esta parte del continente.
El parque cuenta con todos los elementos necesarios para convertirse en un nuevo motor económico para Málaga: su flora y su fauna atraen cada año a cerca de 60.000 visitantes, muchos de ellos procedentes de diferentes puntos de Europa. Pero los que llegan deben darse la vuelta con las manos vacías, ya que con su dimensión actual es casi imposible pensar en la creación de economías de escala.
Los gestores de este espacio aspiran a alcanzar una superficie de 30.000 hectáreas. Diego Vera, presidente del Parque Natural Montes de Málaga, explica que esta demanda no responde a un capricho ni a una cifra tomada al azar. «Seguimos una coherencia territorial, queremos que se pueda disfrutar de las virtudes del parque de una forma más lógica». Con ello -entiende- se podrían buscar nuevos nichos de mercado, crear una marca propia o incluso fomentar el negocio de las casas rurales.
Este ambicioso proyecto de ampliación, elaborado por la profesora de Geografía de la Universidad de Málaga, María Luisa Gómez, haría que el parque se extendiera hacia los municipios de Almogía, Casabermeja, Colmenar y Comares. Y siempre sobre suelos que ya tienen algún nivel de protección a través de los planes territoriales. «El desarrollo del parque necesariamente tiene que ver con ampliarlo; hay que hacerlo más grande y habitable», sostiene Vera.
Los 52 miembros de la junta rectora que dirige el parque pretenden conseguir también que los malagueños disfruten y mimen a sus montes, que no vivan de espaldas a su historia. Por ello, otro de sus proyectos más ambiciosos, y que también se encuentra paralizado por la falta de recursos, es la creación de un centro de recepción de visitantes que permita interpretar y entender todo lo que significa este espacio.
Este lugar de interpretación iría en la zona de Boticario, junto al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de la Junta de Andalucía. Se trata de un enclave de gran importancia, ya que se encuentra justo en la entrada del parque al acceder por Fuente Olletas. «Sería una parada obligatoria para todo aquel que quisiera conocer lo que hay a su alrededor», sostienen.
Un centenar de lagares
Este centro también permitiría adivinar todo lo que han significado los montes en la historia de la ciudad. En este espacio había más de un centenar de lagares en los que trabajaban miles de personas. Torrijos y Las Contadoras, los únicos espacios que hoy siguen en pie, muestran cómo era la vida de las familias que vivían del cultivo de la vid desde finales de 1870.
En el paraje natural ya apenas quedan unas pocas de esas viñas que tanto aportaron a la economía local antes de la destructiva plaga de la filoxera. En los últimos tiempos ha vuelto a brotar el bosque mediterráneo que lo ha caracterizado durante siglos. Junto a los pinos piñoneros -plantados por los ingenieros de caminos en torno 1920 para evitar las recurrentes inundaciones en la ciudad- están naciendo encinas, alcornoques, madroños o lentiscus. «Es algo maravilloso, el parque está volviendo a coger su color habitual», señala Vera.
Y eso por no hablar de su fascinante fauna. En el interior del paraje se dan cita más de 80 especies entre aves rapaces, ardillas, jabalíes, águilas o reptiles. Ese valor natural es el que atrae cada año al recinto a numerosos aficionados a la ornitología de Inglaterra, Francia o Alemania.
Juan María Luna, propietario del hotel Humaina, único establecimiento hotelero ubicado en el interior del parque protegido, asegura que el 75% de su clientela es extranjera. «Vienen buscando la tranquilidad, el silencio y un paraje natural en el que poder descansar y disfrutar de los pájaros». Tal es la afición de los visitantes por las aves, que el hotel incluso dispone de un programa de observación dirigida por un experto ornitólogo.
La cercanía con la capital -apenas se encuentra a 20 kilómetros del Centro- es otro de los valores añadidos del recinto. Luna reseña que muchos turistas llegan atraídos por este motivo. «Vienen a descansar lejos del ajetreo de la ciudad y algún día realizan una escapada para ver el Puerto o la Catedral». «Son turistas que valoran la naturaleza y que quieren conocer la Andalucía interior», añade.
Este empresario hotelero, que tiene el privilegio de ser la única persona que duerme todas las noches en el interior del parque natural, conoce mejor que nadie las virtudes y carencias del espacio. Por ello sostiene que la creación de un centro de recepción de visitantes es algo fundamental para darle visibilidad. «Los malagueños no conocen esto; en el mejor de los casos solo saben dónde están las áreas recreativas», se lamenta.
Cien kilómetros de carriles
Más allá de las áreas recreativas, el paraje natural cuenta con más de cien kilómetros de carriles habilitados por los que hacer rutas senderistas o en bicicleta. En su interior hay, además, varios miradores y cinco senderos señalizados. Rafael de Haro, director del Parque Natural, anima a los visitantes a alejarse de las zonas de ocio. «El parque tiene lugares increíbles, mucha más riqueza de lo que parece», sentencia.
Este enamorado de los montes malagueños asegura que todo aquel que se deja atrapar por la belleza del lugar, regresa continuamente. De hecho, considera que la gran mayoría de las personas que acuden a comer y a pasar una jornada de campo desconocen toda la flora y la fauna que se dejan a solo unos pasos. «No es necesario perderse por los carriles, solo con recorrer alguno de los senderos habilitados es suficiente para enamorarse, porque es un territorio que los visitantes no se esperan».
Conscientes de que al recinto le falta un impulso promocional y turístico, los gestores luchan con fuerza para que el Parque Natural Montes de Málaga sea declarado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) por la Unión Europea y le permita acceder a las ayudas y subvenciones de la Red Natura 2000. Actualmente hay 37 espacios protegidos en la provincia y nadie entiende cómo un área con tantos recursos ha podido quedarse fuera durante décadas.
«Es nuestro tercer caballo de batalla. Para la Unión Europea no existimos y no podemos disponer de recursos para proyectos en igualdad de condiciones», se queja Diego Vera, presidente del parque. Y como no piensa bajar los brazos, seguirá luchando para que el parque sea valorado por malagueños y visitantes con todos los argumentos que le ofrece este espacio único.
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