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Adiós a la caligrafía

Adiós a la caligrafía

En Finlandia son los que más saben de esto y dicen que se acabó el martirio de aprender a escribir como nuestros abuelos. El teclado se impone al lápiz en las aulas. Aquí parece que habrá que esperar

irma cuesta

Domingo, 7 de diciembre 2014, 02:04

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La polémica está servida. Mientras neurólogos y psicopedagogos de medio mundo alertan del riesgo de sustituir los cuadernos por las nuevas tecnologías, Finlandia, la gran superpotencia educativa, acaba de anunciar que sus alumnos no perderán más el tiempo aprendiendo caligrafía. A partir del curso 2016-2017, usarán el lápiz solo hasta conseguir escribir con letra de palo -como la de imprenta-; aparcarán la letra seguida, redondita y unida, y condenarán definitivamente al olvido los cuadernos Rubio para demostrar sus habilidades sobre el teclado de la tableta o el ordenador.

Los secretos del éxito

  • Un profesor, dos exámenes Aunque muchos de ellos asistan antes a guarderías, los finlandeses no se incorporan al colegio hasta los siete años y son tutelados por un mismo maestro durante los seis primeros cursos de Primaria. El éxito o el fracaso de sus años de aprendizaje se evalúa con un par de pruebas nacionales a los 18 años.

  • El honor de ser maestro En Finlandia eligen a sus profesores entre los mejores. Solo entran en las facultades alumnos con notas por encima del nueve y para ejercer necesitan, además del título universitario, una maestría. A cambio tienen asegurado el reconocimiento de un país que cree firmemente que solo una buena educación les hará mejores.

  • 23 es el promedio de alumnos por clase. En España está en 21 en primaria y en 24 en la ESO.

Aunque de momento no será una norma de obligado cumplimiento -los maestros decidirán si los estudiantes deben seguir esforzándose sobre el papel-, el anuncio ha conseguido reabrir un debate en el que la comunidad educativa del planeta lleva años inmersa.

¿Es la caligrafía una actividad anticuada en un escenario vital marcado por la era digital? Los responsables del país nórdico tardaron doce meses en responder a la pregunta y tomar una decisión. Al fin y al cabo, Finlandia, que no es la que más invierte (no llega al 7% del PIB), ni tampoco la que más carga horaria impone a los niños en las escuelas (608 horas lectivas en Primaria frente a las 875 de España, por ejemplo), no ha levantado uno de los mejores sistemas educativos del mundo sobre la improvisación.

«Los alumnos continuarán escribiendo a mano de forma obligatoria, pero aprenderán a hacerlo con letra simplificada, separada, como la de la imprenta, y las escuelas enseñarán a escribir en un teclado desde primer curso de Primaria», ha explicado Minna Harmanen, directora del Instituto Nacional de Educación, sustentando la decisión sobre un hecho difícil de rebatir: los niños pasan mucho tiempo aprendiendo algo con lo que apenas volverán a encontrarse, de manera que resulta mucho más productivo invertir ese esfuerzo en otra cosa.

De la envergadura del revuelo suscitado da idea el hecho de que la directora finlandesa, dos días después de que los periódicos de medio mundo se hicieran eco de la noticia, se haya visto obligada a hacer un par de precisiones: «Esto no supondrá que la escritura que se realiza a mano, con un bolígrafo, vaya a desaparecer. Lo consideramos muy importante para adquirir destrezas y memoria, pero el papel de la escritura cursiva en Finlandia es diferente a otros países y el cambio al que aspiramos se sustenta sobre el principio de igualdad. Los alumnos que tienen problemas para aprender en general, tienen aún más dificultades para hacerlo con la cursiva que con la letra de imprenta. Sí, es una tradición, pero ¿qué tradiciones no están cambiando?».

Buena para la memoria

No es fácil replicar semejante argumento, pero lo cierto es que llueven tesis en contra. El anuncio finlandés coincide con la publicación de un estudio de la Universidad de Washington que apunta justamente lo contrario: los niños que escriben a mano producen palabras con más rapidez y el nivel de la caligrafía del alumno tiene relación directa con la actividad neuronal en áreas del cerebro relacionadas con la memoria. Y no son los únicos a ese lado del Atlántico: las universidades de Princenton y California engordan el bando de los conservacionistas instando a sus estudiantes a tomar a mano sus apuntes y olvidar por una horas el ordenador.

En cualquier caso, no hay que irse tan lejos para encontrar voces que cuestionan la decisión de la comunidad educativa finlandesa. Nieves Maya, directora del Colegio Sagrado Corazón de Vitoria, un centro pionero en la introducción de nuevas tecnologías en las aulas, opina que no es conveniente apartar la caligrafía del programa; que con ella trabajas la atención, la concentración, e incluso la coordinación visiomotriz.

La responsable de este centro de 1.280 alumnos, en el que los escolares de Primaria utilizan el ipad como herramienta básica de su enseñanza y hace tiempo que dejaron atrás los libros de texto convencionales, apuesta por no cerrar la puerta a nada y seguir compaginando ambos sistemas. «Es evidente que estamos en un momento de transición, de manera que lo oportuno es aprovecharse de las dos metodologías. Con las letras un niño aprende el concepto de la palabra semántica. Con la escritura se alcanzan muchos contenidos que no son solo escritura y es buena para otras funciones ejecutivas que tiene el cerebro». Y descarta que, al menos de momento, en el Sagrado Corazón la caligrafía vaya a dejar de ser un recurso didáctico «incuestionable».

La suya, una voz que llega desde el mismo campo de batalla, no dista mucho de la de otros expertos. Juan Lupiáñez, director del grupo de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Granada, lleva tiempo apuntalando el mismo discurso: «Aprender a escribir a mano es un proceso más complejo que teclear unas letras y exige que el cerebro se esfuerce más. Hay que hacer una representación mental de las letras que se van a escribir y eso supone un mayor esfuerzo mental que a la larga es rentable».

La prueba irrefutable de que el profesor Lupiáñez no está solo en su cruzada es el colegio público Padre Coloma de Madrid, en donde hace tiempo que no utilizan libros de texto porque los alumnos están obligados a confeccionárselos ellos mismos en sus cuadernos. «Aprender a escribir no solo implica conocer las letras y los números, sino aumentar la capacidad de procesar pensamientos coherentes en un orden lógico», explica su directora, Carmen Pascual, sumando una nueva crítica a la propuesta.

Tiempo y paciencia

Es en Cataluña donde parecen encajar la 'vía finlandesa' con otro talante. Los pedagogos catalanes reconocen que cada día son más las escuelas que han dejado de esforzarse en la enseñanza de la escritura caligráfica. «Es un debate abierto en muchos centros y la mayoría está optando por la escritura de imprenta», explica María Antonia Miret, especialista en lectoescritura. Como los finlandeses, opina que los maestros dedican demasiado tiempo a enseñar a escribir con letra seguida, y que ese tipo de grafía ya solo se ve dentro de las paredes de la escuela; que lo importante es escribir y no cómo se escribe.

Lo que nadie cuestiona, a estas alturas, es que su programa educativo ha convertido a Finlandia en referente indiscutible. Los expertos coinciden en que llevan años de adelanto respecto a la mayoría. Algunos encuentran la explicación a tanto éxito en que se sabe un país pequeño, rodeado de vecinos poderosos como Rusia o Suecia, y carente de recursos naturales que le garanticen riqueza, por lo que ha apostado por la formación de su gente como arma para hacerse un sitio prominente en una economía global.

No hace tanto que a Pasi Sahlberg, maestro, profesor de la Universidad de Helsinki y director general del Centro para la Movilidad y la Cooperación Internacional, le preguntaron por el modelo finlandés. «Transformar un sistema educativo es posible, pero para ello se necesita tiempo, paciencia y determinación», contestó. Y en eso están.

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