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José Faura toca la campana del Cristo de la Buena Muerte el Jueves Santo de 1997. :: sur

El general que llevó al ejército a la Democracia

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José Faura fue enterrado en Gaucín, tierra de sus antepasados, el pasado día 15 / Dictó, en 1995, una de las órdenes que más polémica levantó en Málaga: suprimir los militares en las procesiones, pero reconoció su equivocación y acabó todos los Jueves Santo viendo a Mena / 97 años de La Legión con el Cristo de la Buena Muerte como testigo / Carlos Álvarez, en Granada

Domingo, 24 de septiembre 2017, 10:30

No me compare usted con San Pablo, ¡por Dios!». Quien así hablaba, amable y sonriente, al periodista era el teniente general José Faura, Jefe del ... Estado Mayor, en los actos de Mena el Jueves Santo 27 de marzo de 1997, horas antes de dar los primeros toques de campaña en el trono que portara, majestuoso, al Cristo de la Buena Muerte. Quién diría que este militar de honda tradición familiar, recto y leal como pocos, ceutí de nacimiento pero malagueño de devoción (su familia por parte de padre era originaria de Gaucín) fue el protagonista de una de las mayores polémicas en la historia de la Semana Santa de Málaga, cuando en el mes de abril de 1995 firmó la orden por la que se recortaban la presencia militar en las procesiones de Semana Santa, algo que afectaba muy directamente a Málaga. Inicialmente no era restringir, sino 'suprimir' los militares de las procesiones, pero ante el enorme impacto que la noticia produjo en Málaga y la polémica mediática, se 'suavizó' la decisión original. Aquella orden significaba que en la Semana Santa de 1995 no vendrían a Málaga la Brigada Paracaidista (Fusionadas), los cadetes de la Academia de Infantería (Huerto), Compañía de Mar (Prendimiento) y la banda de cornetas y tambores de Caballería (Zamarrilla). De la misma forma, se reducía a la mitad la presencia de Regulares (Cautivo) y no asistirían por vez primera los coroneles jefe de los cuatro tercios legionarios y los trece guiones y banderines que precedían al Cristo de la Buena Muerte (SUR, página 10, edición 5 de abril de 1995). La decisión apuntaba al teniente general Faura, pero parece que surgió de la Capitanía General Sur, con sede en Sevilla, y que el 'padre' de la orden fue el teniente general Agustín Muñoz Grandes. José Faura nunca habló ni aclaró este tema: «Yo firmé la orden, y yo soy responsable. Ahora reconozco que me equivoqué. Simplemente me equivoqué. Esto no es un tema de dinero, ni de ahorro, ni de nada... Lo que yo estoy viendo en las calles de Málaga con La Legión y el Cristo de la Buena Muerte es bueno para todos, para La Legión, para el Ejército y para España», dijo, con el compromiso de que hablaba 'of the record'. Hoy esa promesa ya se puede suspender porque el teniente general Faura (que acabaría siendo un enamorado de la Semana Santa de Málaga y desde 1998 no faltó mientras tuvo salud a ni una cita con el Cristo legionario el Jueves Santo) descansa para siempre desde el viernes 15 de este mes en el cementerio de su querido Gaucín, donde tantas horas de ocio pasó, y de donde eran originarios su bisabuela y su abuelo. El sepelio resultó multitudinario y muy emotivo, ya que aparte de la masiva presencia de amigos y conocidos que se unieron a su familia para darle su último adiós, el ataúd con sus restos mortales fue portado por caballeros legionarios de Ronda, los mismos que escoltaron a quien fuera el máximo jefe del ejército español.

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