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Rubens Rando lleva cinco años fabricando su aeronave en un pequeño garaje de un bloque de pisos y pronto lo trasladará a un aeródromo para terminarlo.
Remaches para un sueño

Remaches para un sueño

Un joven malagueño construye en el garaje de casa su propio avión biplaza

Amanda Salazar

Martes, 17 de marzo 2015, 01:14

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Volar en su propio avión empezó siendo solo un sueño lejano. Pero cinco años después, la perseverancia y la paciencia han hecho que la quimera esté cada vez más próxima a hacerse realidad. El malagueño Rubens Rando, mecánico de autobuses de profesión y apasionado del mundo aeronáutico, está construyendo su propio avión biplaza en el garaje. No se trata de un modelo de radiocontrol, sino de un avión de verdad. Y en poco más de un año espera que esté terminado para poder pilotarlo él mismo.

Rubens empezó a aficionarse al mundo de la aviación gracias a su padre cuando apenas era un niño. Su casa siempre estaba llena de aviones a escala y los fines de semana toda la familia salía a volarlos. A los 16 años comenzó a practicar parapente. Luego, probó con el paramotor. Pero pronto, esta modalidad que es la más sencilla de la aviación ultraligera empezó a quedársele pequeña.

Un día, conoció por casualidad a alguien que le dijo que había empezado a construirse su propio avión. No podía creer que algo así pudiese hacerse. Empezó a hablarle del mundo de la construcción amateur de aviones y fue como si se le encendiese la luz. El otro detonante para decidirse a hacer su propia aeronave fue un viaje a Zamora. Fue al pueblo de la familia de su mujer, Jara Escobar, y descubrió que había un aeródromo a dos kilómetros. En ese instante, se propuso poder llegar hasta allí algún día en su propio avión.

«Cuando le dije a mi familia que quería hacer un avión, al principio se quedaron extrañados; cuando vieron que lo iba a hacer de verdad, pasaron a estar preocupados porque les parecía muy peligroso», explica Rubens. Las dudas eran lógicas: ¿Volar en un avión que construye sola una persona de a pie sin ningún conocimiento previo sobre aeronáutica? Pero lo cierto es que este mundo de la construcción amateur está muy regulado, según descubrió el propio Rubens más tarde. Para empezar a crear un avión lo primero es solicitar una autorización a la Dirección General de la Aviación Civil. «Uno no se lanza a volar en su propio avión como si cualquier cosa, hay una normativa y desde el momento en que empiezas a poner la primera pieza, tienes que pasar distintas inspecciones periódicas por parte de un ingeniero acreditado», señala.

Según explica Rubens, que narra todos sus progresos en Google Sites Remachevolador, el primer paso fue comprar los planos. «En este mundo de la construcción amateur puedes adquirir los planos que elabora una marca o ingeniero, o diseñarlos tú mismo, lo que requiere unos conocimientos más avanzados sobre la materia y conlleva más inspecciones para comprobar que lo que está dibujado en papel realmente cumple con los cálculos para que después pueda volar de forma segura», dice.

Un «pájaro» de 300 kilos

Se decantó por un Zenair Zodiac 601 con el fuselaje en chapa de aluminio aeronáutico. Un modelo capaz de despegar y aterrizar en 150 metros, para dos personas y su equipaje, que puede alcanzar una velocidad de 200 kilómetros por hora y una altura de 300 metros, pesa en total 300 kilos, cuenta con un motor de 80 cv, tiene 8,2 metros de envergadura y cabe sin alas en el garaje de un bloque de pisos. Adquirió los planos de la marca americana a través de Internet. «En EE UU esto es mucho más habitual que aquí; creo que los americanos tienen más interiorizado que pueden hacer cualquier cosa que se propongan y me gusta mucho ese entusiasmo; aquí aún nos ponemos muchas trabas», dice.

Internet y el apoyo de otros aficionados que, como Rubens, están construyendo su propio avión casero, han sido de gran utilidad para poder avanzar en la construcción. «Al principio lo ves como algo muy lejano, pero te vas enganchando a medida que va cogiendo forma», señala. La primera pieza de la aeronave que creó fue una costilla de la cola de 30 centímetros. La más difícil, la cúpula de metacrilato que cubre la cabina y que fabricó a partir de un horno casero de tamaño industrial. Para hacerlo, antes salió mal dos veces. «Lo bueno es que el amigo que me metió en esto también está haciendo su avión y nos echamos una mano», señala.

A pesar de la dificultad, Rubens explica que no hacen falta herramientas especiales para la construcción del avión. «Solo hemos tenido que hacer una plegadora casera, pero aparte de eso y de los 10.500 remaches especiales que lleva, solo necesitas lo que se usaría en cualquier trabajo de bricolaje», dice. En cuanto al coste, señala que es menos de lo que podría parecer. «Puede suponer lo que costaría un coche de pequeño tamaño, pero no más», indica Rubens, que paralelamente se ha sacado el carné de piloto de ultraligero. «Hay que echarle muchas horas y seguro que se presentan temporadas en las que no puedes dedicarle tanto tiempo, pero se trata de organizarse bien», indica Rubens, que desde que empezó este periplo ha sido padre de un niño que ahora tiene casi tres años y que compatibiliza esta afición con su familia y su trabajo.

Rubens calcula que en un año podrá tener lista su aeronave. Aún quedan muchas piezas por ensamblar, pero tendrá que ser en un aeródromo porque el garaje se ha quedado pequeño. «Alquilaremos un hangar para terminarlo allí», afirma. Luego, el aparato tendrá que pasar varios exámenes: Inspección final, expedición de la matrícula, pruebas de carga y de vuelo, pesado del avión, certificado de aeronavegabilidad provisional, certificado de aeronavegabilidad definitivo... Pero a estas alturas, para Rubens no ya no existe la palabra imposible.

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