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La noche del 6 de febrero de 1937 comenzó el éxodo de la carretera de Almería
'La Desbandá', los refugiados fuimos nosotros

'La Desbandá', los refugiados fuimos nosotros

El martes, 7 de febrero, se cumplen 80 años del éxodo de la carretera de Almería, uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil

Antonio Javier López

Domingo, 5 de febrero 2017, 01:40

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«Te comías un cañaduz y un limón y así llegamos cerca de Almería. Pasamos unos pocos días, pero ya se colaban avionetas cuando la carretera iba más llena. Pues antes de que los barcos tiraran, para no espantar a la gente, como el que va tira a una bandada de palomas, se colaban las avionetas y entonces se agachaban, se ponían cinco o seis avionetas ametrallando y a los que pillaban se quedaban todos como una sombra de animales muertos».

José Pacheco Tejada, de Humilladero, fue uno de los miles de malagueños que emprendió aquel camino incierto bajo las bombas. Lo recuerda en las páginas de Yo estaba allí (Ediciones del Genal), el ambicioso estudio coral sobre la Guerra Civil y el franquismo en Málaga. José Pacheco Tejada pone voz y carne al éxodo de la carretera de Almería, uno de los episodios más cruentos de aquellos años oscuros, del que ahora se cumplen 80 años.

Yo estaba allí suma al libro un documental y representa una de las aportaciones más reciente al esclarecimiento de un suceso que ha centrado novelas, investigaciones académicas y proyectos artísticos. Un drama que ofrece evidentes paralelismos con la actual crisis humanitaria migratoria. «Yo, cuando veo los países tercermundistas... Por ahí hemos pasado nosotros, por ahí», defiende Francisco García Carmona (Mollina, 1911) en el libro coordinado por el profesor de Historia de la Universidad de Málaga, Fernando Arcas.

Miguel Ángel Melero firma el capítulo dedicado a aquella huida a la que aún cuesta poner números. Entre 100.000 y 150.000 desplazados aunque hay quien eleva la cifra hasta los 300.000 y entre tres mil y cinco mil muertos, tal y como recoge Melero en el libro, donde explica: «La huida, el éxodo... el genocidio de la carretera de Málaga a Almería representa en nuestra provincia el episodio más trágico de la guerra civil, a la vez que uno de los más señeros y vergonzantes ocurridos en España durante el conflicto bélico de 1936-1939».

Cientos de miles de civiles huyendo con lo puesto, frente a la ofensiva final del bando sublevado para hacerse con la plaza de Málaga. Veinte mil hombres, cien cañones, tanques y blindados, trece batallones italianos y 40 aviones también enviados por Mussolini, como detalla Melero. Todo aquello, y el miedo cerval a las tropas procedentes del norte de África, cuya fama sanguinaria se propagó como la pólvora por pueblos y ciudades.

«Uno de los primeros éxodos de los años 30 y 40 es el de Málaga, luego en Europa será impresionante, desde los judíos, hasta los polacos, los alemanes y los franceses. Es un fenómeno muy importante a escala europea y, sin embargo, se conoce muy mal la retirada militar, ya que se trata de una de las primeras grandes derrotas organizadas. De ahí viene el debate sobre la decisión tan discutida de si se resistió o no lo suficiente», ofrece Arcas antes de volver a la comparación con los migrantes actuales: «La analogía es total. Es lo mismo».

Rogelio López Cuenca le da un giro de tuerca a ese paralelismo en Málaga Guernica 951, el proyecto que estos días desarrolla junto a Elo Vega en el Colegio Nuestra Señora de la Candelaria de Benagalbón. «Es un trabajo colectivo con la implicación de los alumnos y de los profesores. Nos vino a la cabeza todo lo que se está organizando en torno a Guernica a partir de unos hechos que se produjeron aquel año, pero con una diferencia fundamental: el lugar que ocupa en el imaginario colectivo. Y eso se debe a una obra de arte, la de Picasso. Ese fenómeno nos sirve para abordar la influencia que tiene la práctica artística en la construcción de una visión del mundo», argumenta López Cuenca, que hace una década coordinó la iniciativa multidisciplinar Málaga 1937 vista en la Sala Alameda.

Dos heridas abiertas con dos meses de diferencia. Málaga y Almería en febrero, Guernica en abril.Una convertida en icono y otra apenas visible hasta hace unas décadas. La escasa documentación gráfica que se conserva sobre el éxodo malagueño se debe casi en su totalidad a las fotografías tomadas sobre el terreno por el médico canadiense Norman Bethune. Un fondo rescatado por el profesor Jesús Majada y que se dio a conocer de la mano del Centro Andaluz de Fotografía.

Vivo en la memoria

«Justo ahora la exposición está en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid. A lo largo de estos trece años ha recorrido más de 20 ciudades españolas, además de México, Montreal y Pekín», detalla el investigador. Y añade: «Me di cuenta de que era un asunto del que nadie hablada, pero que estaba muy vivo en la memoria de las familias de Málaga».

Cuando Majada descubrió las fotografías de Bethune, aquellas imágenes se confundían con las que llegaban desde los Balcanes. Hoy se mezclan con las de esas familias que huyen del horror desde Oriente y África. Entonces, los refugiados fuimos nosotros.

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