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Martín de la Herrán: Un político de otro perfil

Martín de la Herrán: Un político de otro perfil

El candidato a la presidencia de la Junta por UPyD está convencido de que, esta vez sí, habrá escaño para ellos. Mientras, acumula miles de kilómetros para dar a conocer su programa. «Somos gente que no vive de esto, que no busca interés», insiste. Él, abogado con despacho propio en Jerez de la Frontera, tiene claro por qué da el salto: «No quiero que mis hijos me digan el día de mañana que aquí, en Andalucía, no hay nada que hacer».

Ana Pérez-Bryan

Jueves, 5 de marzo 2015, 18:13

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Martín de la Herrán (Jerez de la Frontera, 1976) dista mucho del perfil de político al uso. Ni para bien ni para mal, aunque ahora resulte cómodo mantener las distancias con un oficio denostado a golpe de escándalo. El hecho es que llama la atención que un profesional de éxito, con bufete propio, cuatro idiomas y una proyección en el ámbito del Derecho más que apreciable haya cambiado esa velocidad de crucero vital por aquella otra, mucho más turbulenta, que imponen los tiempos políticos. Él tiene muy claro qué es lo que le llevó a vivir desde hace siete años con un pie en casa y el otro en no sabe qué pueblo de Andalucía, y a permanecer enganchado al portátil y al móvil para intentar resolver en la distancia los asuntos legales que no pueden esperar sobre la mesa de su despacho, especializado en Civil y Mercantil, porque su labor política es altruista. «No me llevo nada, al contrario, me cuesta el dinero». Lo dice despacio, subrayando las palabras, como queriendo conciliar términos política y altruismo que hoy por hoy están en las antípodas pero que él quiere que vuelvan a darse la mano. Y acto seguido desvela la razón que se esconde detrás de todo esto: «Me aterra que mis hijos puedan decirme el día de mañana que se van, que aquí no pueden seguir». Admite que esa posibilidad a la que sin embargo hoy se enfrentan a diario miles de padres andaluces le quita «el sueño», de modo que su salto a la arena política responde más a una obligación moral que a una vocación temprana por el servicio público.

Personal

  • Martín de la Herrán nació en Jerez de la Frontera el 6 de noviembre de 1976. Es Escorpio, hijo de padre vasco y madre norteamericana (de Cincinatti, Ohio) y habla español, inglés, francés e italiano. Estudió parte de la EGB en Estados Unidos, pero siempre supo que su casa «estaba aquí». Aunque al final le pudo el Derecho, se planteó irse a la Escuela de Cine de Nueva York e incluso llegó a dirigir varios cortometrajes. Está casado y es padre de dos niños adoptados, Alik y Dániel, a los que dedica el «poco tiempo» que le deja su compromiso con UPyD. También es piloto de avioneta, aunque hace meses que dejó el cielo por las carreteras andaluzas, que conoce como las palmas de sus mano

Alik y Dániel, de 10 y 8 años, son los responsables de que su padre intente de nuevo lo hace por segunda vez abrir brecha en el Parlamento «para cambiar las cosas de una vez por todas». Lo hace como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía por UPyD (Unión, Progreso y Democracia), un partido que el propio Martín de la Herrán define como «transversal». Ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro, «sino aplicando a problemas concretos la solución más adecuada». Y sobre todo integrado por gente, como él, «que no llega a la política para conseguir nada, sino para sumar».

Su primer contacto con el partido magenta, o el partido de Rosa Díez como le llaman algunos, fue en 2008, en Jerez, cuando asistió a una de sus reuniones animado por un familiar. De ahí a encabezar la candidatura del UPyD para presidir la Junta de Andalucía pasaron un puñado de meses y sobre todo unas primarias que lo colocaron en la línea de salida y que él reivindica como «unas primarias de verdad». En las elecciones autonómicas del año 2012 se quedó a las puertas del parlamento con más de 129.000 votos y a pesar de que no es amigo de encuestas está convencido de que ha llegado la hora de que ese aumento de la confianza que percibe en cada encuentro con los ciudadanos se traduzca, por qué no, en «al menos tres escaños».

Martín de la Herrán se define como una persona «de retos» por eso asume que al que se enfrenta «no será fácil». La razón, a su juicio, está clara, y con ella dibuja además la radiografía de una comunidad lastrada «por el desempleo y la corrupción». El candidato va a más: «Andalucía está hecha un desastre después de 33 años de un gobierno que se ha comportado como una auténtica dictadura. Tenemos un gobierno que no gobierna y que nos somete a un chantaje permanente». Martín de la Herrán no ahorra en detalles de casos como el de los ERE o el de las ayudas en los cursos de formación, y tampoco en el reparto de responsabilidades: «Quien piense que Andalucía es el PSOE se equivoca. El PP les deja hacer, de modo que esto se ha convertido en un tripartito perfectamente coordinado». Como ejemplo pone «las trabas» y «los acuerdos» a los que han llegado los principales partidos con representación en el Parlamento para «cerrar las puertas», o al menos poner las cosas difíciles, a los que llegan. Es decir, «a los que amenazan sus parcelas de poder».

Y entre los que llegan, además de UPyD, están partidos relativamente recientes como Podemos y Ciudadanos. Con los primeros mantiene Martín de la Herrán una distancia insalvable, en primer lugar «porque no se conoce nada del programa que pretenden aplicar» y por otra parte porque su candidata, Teresa Rodríguez, «procede de la izquierda anticapitalista». Y con los segundos, con los que incluso hubo conversaciones en el ámbito nacional para estudiar líneas de convergencia, el candidato de UPyD mantiene una distancia prudente: «No sé qué plantean en Andalucía... es muy cómodo sacar la bandera de la marca y que parezca suficiente, pero es que somos partidos diferentes», zanja Martín de la Herrán, que recuerda cada vez que se le pregunta por el tema que es muy a menudo que el candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Marín, «tiene un pacto de gobierno con los socialistas en Sanlúcar de Barrameda».

De los pactos a los "acuerdos puntuales"

En este sentido, él ya tiene claro un primer compromiso en el caso de que los votos le den representación parlamentaria: «No pactaremos un gobierno». Lo dice «alto y claro». Otra cosa son «acuerdos puntuales» en torno a materias concretas «porque los diputados tenemos que trabajar por ponernos de acuerdo», pero la fórmula que ha sostenido al gobierno andaluz los últimos cuatro años (PSOE e IU) es inconcebible para el candidato de UPyD.

En hacer llegar a los ciudadanos las líneas maestras de su programa electoral, que incluye propuestas de «gente de la calle», invierten Martín de la Herrán y los suyos todo su tiempo. Ahora vienen los días fuertes de campaña, pero lo cierto es que este abogado jerezano y tres de sus compañeros un responsable de comunicación, otro de redes sociales y otro de imagen, con el que el propio Martín incluso llegó a grabar un cortometraje porque es muy aficionado al cine llevan acumulados miles de kilómetros. En la otra campaña electoral fueron 9.000. «Y en estos cuatro años tampoco hemos estado parados», añade el candidato, cuya agenda diaria es digna de cualquier equilibrista. Aunque llegue tarde, si existe la posibilidad prefiere dormir en su casa, en Jerez de la Frontera. Allí le esperan su esposa, Pilar, «sin la que nada de esto sería posible», y las dos poderosas razones por las que se metió en política: Alik y Dániel son adoptados, naturales de Rusia, y llegaron a España con apenas un año. El Skype y las redes sociales salvan las distancias y dan algo más de calidez a la frialdad de un teléfono, aunque cuando está en casa, y es sólo Martín, no perdona irse a la playa o a patinar con sus hijos. O a volar en avioneta, porque tiene el título de piloto a pesar de que en los últimos meses haya cambiado cielo y nubes por carretera y manta. «Mi tiempo libre es para ellos, para estar con mis hijos, que me requieren mucho», admite De la Herrán, que quizás ya les haya explicado que, aunque parezca extraño de entrada, su padre sacrifica hoy el tiempo de estar en casa para que en un futuro no sean ellos los que tengan que volar. Y por obligación.

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