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Raúl Hatero traspasa su locutorio porque no obtiene beneficios. / ANTONIO SALAS
MÁLAGA

Los envíos de dinero de inmigrantes a sus países caen a la mitad

Numerosos locutorios se ven abocados al cierre por las dificultades económicas que atraviesan los extranjeros afincados en Málaga

M. ÁNGELES GONZÁLEZ

Lunes, 20 de abril 2009, 03:53

Sacaron un billete de ida hacia una tierra que les prometía trabajo y prosperidad. En sus países dejaron esposas, padres e hijos a los que durante años han enviado parte de su sueldo para que pudieran salir adelante. Sin embargo, la crisis económica y la caída del ladrillo se ha cebado con ellos y son muchos los que ven hoy cómo se esfuma el sueño de una vida mejor.

Centenares de inmigrantes afincados en la provincia han perdido sus puestos de trabajo y su estancia en Málaga se les hace cada vez más cuesta arriba. Esta situación se refleja en el envío de remesas al extranjero, que se ha desplomado en los últimos seis meses, disminuyendo hasta un cincuenta por ciento, según algunos propietarios de locutorios consultados por este periódico que se han visto obligados a cerrar sus negocios porque los escasos beneficios que consiguen no les permiten mantenerlos.

Este descenso es generalizado en todo el país, donde el dinero enviado por inmigrantes se redujo un 20% en el último trimestre de 2008, según el Banco de España. Así, si de octubre a diciembre de 2007 los extranjeros mandaron a sus países 2.316 millones de euros, en el mismo periodo del año pasado esta cifra bajó hasta los 1.839 millones.

Sectores vulnerables

En Málaga, aunque no existen datos oficiales y las principales remesadoras son reacias a facilitar cifras, todo apunta a que el declive es más acusado porque, según explica Emilio Veiga, responsable de la multinacional MoneyGram, «existe un alto número de inmigrantes que trabajan en los servicios y la construcción, sectores más vulnerables a la crisis». El aumento de los controles sobre extranjeros y empresarios también estaría detrás de este descenso, a juicio de Veiga.

El flujo de las remesas se ha invertido en algunos casos y ahora inmigrantes afincados en Málaga, tras perder sus empleos, subsisten gracias al dinero que le envían sus parientes. En el peor de los casos, se ven obligados a retornar a sus países de origen. «Muchos venían a despedirse antes de regresar a su tierra», cuenta Tarik Ajab, que acaba de traspasar su locutorio, ubicado en la barriada de La Luz. «Había bajado mucho el número de clientes y los que todavía pueden permitirse enviar algo de dinero han recortado las cantidades. Las personas que transferían 600 euros, ahora mandan menos de 300», explica este marroquí, que constata que las remesas cayeron un 60% a finales de 2008: «Si hacíamos 140 operaciones al mes, en los últimos tiempos se habían reducido a 60».

El cierre o traspaso de locutorios se ha convertido en una constante en los últimos meses, según confirman algunas inmobiliarias. «Había demasiados locales de este tipo. Mientras ha habido afluencia de extranjeros la cosa ha ido bien, pero en el momento en que empiezan a irse, llegan los problemas», apunta la responsable de una empresa.

Estos locales, de los que más de 200 trabajan con MoneyGram y medio centenar con Western Union, según datos de sus páginas web referentes a la provincia de Málaga, son utilizados por numerosos extranjeros. El 52% de los inmigrantes hacen uso de agencias intermedias para enviar dinero al minuto a sus familiares, según se desprende de una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el año 2007. El resto se reparte entre transferencias bancarias, giros postales o a través de otras personas.

Aguantar el tirón

Ante la crisis, hay poca gente interesada en adquirir locutorios, por lo que a muchos propietarios no les queda más remedio que aguantar el tirón, como le ocurre a Raúl Hatero, que regenta un negocio en Huelin desde 2001 en cuya fachada cuelga un cartel de 'Se traspasa'. «La clientela ha caído un 30% desde el pasado verano y los envíos, más de un 50%. Sabemos que será complicado encontrar un posible comprador, así que lo mantendremos mientras nos cubra los gastos».

En peor situación se encuentra Daniel, un argentino que quiere deshacerse de su locutorio en la barriada de Carranque. «Empezó a funcionar muy bien, pero un 60% de mis clientes han regresado a sus países y no puedo hacer frente a los gastos de alquiler, autónomo, luz, agua, etcétera. Por el momento, he tenido que vender mi furgoneta para poder salir adelante», señala.

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