Pequeños genios del cálculo
Apenas tienen 15 años, pero han sido elegidos para potenciar su talento innato. Un proyecto enseña matemáticas de alto nivel a una élite de estudiantes malagueños
IGNACIO LILLO
Domingo, 7 de diciembre 2008, 11:51
Dedican sus horas libres a entrenar sus mentes. Y su gimnasio está en la facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. Son prodigios ... de las matemáticas, y se curten sábado tras sábado para que ese talento, esa materia prima, se convierta en genialidad. Una veintena de estudiantes malagueños participan en alguno de los niveles del proyecto de estimulación del talento matemático -Estalmat- que cada año selecciona a cincuenta jóvenes de toda Andalucía entre más de un millar de candidatos.
Una vez al año, los chicos de sexto de Primaria que lo desean se someten a una prueba con contenidos muy superiores a los que les corresponden. El curso pasado en la provincia concurrieron casi un centenar. Las fundaciones Vodafone y Cajasol ayudan a las familias de otras provincias a sufragar los desplazamientos y los profesores colaboran de forma desinteresada.
Cada sábado durante el curso reciben clases de cálculo rápido, teorías matemáticas y resolución de problemas, y también tienen actividades de convivencia.
Rafael Ferrer, Alejandro Muñoz y Alejandro Peñuelas se encuentran en este reducido grupo de élite y han compartido sus vivencias con SUR.
ALEJANDRO PEÑUELAS. MÁLAGA «Los profesores dicen que me darían un plus como ayudante»
A Alejando Peñuelas, estudiante de cuarto de ESO en el colegio Santísima Trinidad, junto al Hospital Carlos Haya de la capital, le viene de casta. Su padre, Juan, es físico. Sin embargo, fue Joaquina, una de sus profesoras, quien descubrió que el joven tiene un talento especial para las matemáticas.
Por iniciativa de la docente se presentó a las olimpiadas de matemáticas, donde quedó entre los veinte primeros, y después lo propuso para el programa de talentos. Ya está en su segundo año. En la Universidad le espera una intensa jornada de clases, y reconoce que el catedrático impone. «Hemos hecho algunos problemas que se resuelven por método en la carrera de matemáticas, pero por lógica se pueden resolver a nuestra edad, aunque son difíciles y hay que trabajar», dice, con una madurez impropia para sus 15 años.
Los temas que ven en el programa especial no tienen nada que ver con sus clases del instituto, para no interferir en su ritmo normal y evitar que se aburra. «Se trata de desarrollar el talento mas que el propio conocimiento, entrenar la inteligencia, también sirve para aplicarlo a cualquier asignatura». El álgebra es uno de sus campos preferidos, aunque considera que no hay ninguna tarea más difícil que otra: «Ya el hecho de estar allí supone un reto, y estar con compañeros que tienen un nivel muy alto».
Pero la pregunta es inevitable y Alejandro rechaza que sea un empollón. «Ayuda a los compañeros de clase que van más retrasados, no se lo tiene creído y está dispuesto siempre a colaborar», dice con orgullo su madre, Maria Dolores López.
No saben si es superdotado porque nunca se ha sometido a las pruebas, pero lo cierto es que destaca en todas las materias. «No sólo es la inteligencia, tiene buenas dosis de constancia y trabajo», añade. «Algunos profesores dicen que me tendrían que dar un plus como ayudante», ya que en ocasiones imparte él la lección. En este punto interviene su hermano, Adrián, que está en primero de ESO en el mismo centro: «En el instituto le dicen alumno diez, muchos me conocen por ser su hermano».
Tantos viajes a Granada son un sacrificio para la familia, aunque el chico asegura que la recompensa merece la pena. Es generalmente el padre quien lo lleva a la Universidad. Pero lo cierto es que Alejandro ha renunciado en parte a su afición por el fútbol por la coincidencia horaria. «La elección ha sido de él, lo tenía claro, no lo hubiéramos obligado nunca», recalcan.
Aunque todavía no tiene clara la carrera que estudiará, se debate entre la Física y la Química. Sin embargo, recalca que el proyecto no pretende captar alumnos para las matemáticas puras, sino evitar que se desaproveche el talento de los niños. «Los matemáticos tienen oportunidades de trabajo en cualquier campo por su capacidad de organización».
RAFAEL FERREZ. VÉLEZ-MÁLAGA «Saco mejores notas, pero no soy el que más estudia»
Rafael Ferrer Fernández tiene 15 años y estudia cuarto de ESO en el instituto Reyes Católicos de Vélez-Málaga. Fali, como le llama su padre, que trabaja en la construcción, es el primero de dos hermanos. Este es el segundo año que participan en el programa de estimulación del talento matemático.
Aunque es uno de los pocos elegidos para participar, Rafael no se considera ni mínimamente un superdotado, sino «un niño normal para mi edad, aunque quizá con un poco más de facilidad que los demás. No me esfuerzo tanto como otros compañeros y lo entiendo todo mejor». Su única ventaja, asegura, es que cuando se enfrenta a un problema matemático ve el planteamiento y lo razona.
A sus 15 años, Rafael no puede ocultar su timidez y aunque trata de estar tranquilo no puede remediar que las gotas de sudor le resbalen por la frente. Su facilidad con todas las asignaturas -desde que iniciara la Enseñanza Secundaria no ha sacado una nota inferior al sobresaliente- le ha llevado a ganarse la fama de empollón entre sus compañeros.
Este joven veleño asegura sin embargo que nada más lejos de la realidad. «Con el tiempo se dan cuenta de que no soy una persona que está siempre encerrada en su casa estudiando. Lo único que sucede es que necesito menos esfuerzo que otros. la mayor parte de las cosas las aprendo en clase, estando atento. Después sólo necesito un par de lecturas comprensivas. No soy de los que se quedan toda una tarde estudiando».
Fali cree que es un error dedicarse a memorizar un determinado tema sin entenderlo, «lo clave es comprender los que se estudia. No hay que exponerlo necesariamente al pie de la letra».
No obstante, Rafael da mucho más mérito a los que dedican horas y horas al estudio. «Puedo ser el que mejores notas saca en al clase, pero no el que más estudia, y no todos tienen las misma facilidad».
Recuerda que esa facilidad para aprender la ha tendido desde pequeño, pero que fue cuando llegó al instituto cuando comenzó a notarlo con claridad. En segundo curso, Rafael fue preparado por su entonces profesor de matemáticas, Juan Jesús Muñoz, para la XXIII Olimpiada de Matemáticas Thales, y quedó finalista.
Cada dos sábados se desplaza con sus familia a la facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, donde diversos profesores universitarios imparten las sesiones. «No me importa tener que ir a Granada. Las clases son de 10 a 13 horas, con un breve descanso de 15 minutos. Me divierto y aprendo bastante. Durante todo el rato estamos recibiendo información. En estas clases si hay que esforzarse más, porque todos los que acuden son personas muy preparadas».
Rafael comparte sus clases diarias en el instituto Reyes Católicos con otras actividades por las tarde: cada martes y jueves acude a la Escuela de Idiomas, donde está matriculado en francés. Y después va al gimnasio y practica taekwondo. Eso sí, es de aquellos estudiantes a los que les gusta llevar todo al día, lo que no le resta tiempo para chatear con los amigos en el 'messenger', jugar y salir siempre que quiere. Y los fines de semana aprovecha para estudiar si tiene que hacerlo. Su tiempo libre no lo dedica a leer ningún tipo de manual, prefiere en todo caso los relatos y las novelas. Reconoce que todas las asignaturas se le dan bastante bien y que sólo el inglés le cuesta algo más. «La que más me atrae es la química, más incluso que la física. Quizá porque me resulte más fácil». Aunque todavía no lo tiene decidido, da casi por seguro que su futuro irá por algún tipo de ingeniería.
Podría estar en un curso superior, porque así se lo han ofrecido los profesores, pero no tiene ninguna prisa. «No quiero correr, tengo claro que todo debe ser paso a paso y con buena letra».
ALEJANDRO MUÑOZ. FUENGIROLA «En mi tiempo libre toco la guitarra»
Tiene 15 años y desde que comenzó su desarrollo intelectual, su madre comprobó que «tenía habilidades más desarrolladas que las propias de un niño de su edad». Una gran capacidad de racionamiento y una facilidad especial para las matemáticas e informática han hecho que se demuestre la capacidad intelectual del joven.
Pese a que ha estudiado en los colegios públicos, aunque ahora está en uno privado, su madre no decidió hablar con los psicólogos del centro. Ella misma es pedagoga: «Desde el primer momento supe que había que solventar todas sus propuestas educativas animándole a desarrollar actividades matemáticas y de lógica».
Lejos de estar en un curso avanzado, Alejandro sigue al día el desarrollo de las clases. «Como suele entenderlo todo bien y acabar pronto sus ejercicios, ayuda a otros compañeros con dificultades», admite su madre, María de los Ángeles Muñoz.
Pero no todo es estudiar para este adolescente. «En mi tiempo libre aprendo a tocar la guitarra y practico varios deportes». Indeciso aún sobre su futuro, Alejandro admite tener más apego a las carreras relacionadas con la informática y las telecomunicaciones.
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