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MUESTRA. La ex mujer de Alfonso de Hohenlohe. / JOSELE-LANZA
La vuelta al mundo de Ira de Furstenberg en 80 vitrinas
GENTE Y TELEVISIÓN

La vuelta al mundo de Ira de Furstenberg en 80 vitrinas

La ex mujer de Alfonso de Hohenlohe recala en Marbella con una serie de objetos transformados por su toque personal e intransferible

TEXTO: CRISTINA GONZÁLEZ

Martes, 29 de julio 2008, 05:11

NADIE mejor que el creador para definir en pocas palabras el espíritu de su obra. Pasa cuando uno se coloca delante de uno de esos cuadros en los que no acierta a ver más que un garabato que podría firmar cualquier niño de corta edad por más que en letrero, en letra enana, explique un pasaje digno del Antiguo Testamento, o cuando los mecenas de algún artista se explayan narrando las bondades de esculturas inverosímiles, a veces de formas escatológicas, que el ojeador profano no termina de encontrar por más vueltas que le dé al pegote de barro. (El amor de padres es lo que tiene. Para ellos, sus hijos siempre son los más guapos, los más altos y los más inteligentes, aunque tengan un aire a un hermano Calatrava, gasten tamaño Pin y Pon y el único libro que conozcan sea el manual de la Play Station).

Así que, puestos a explicar los entresijos de la última exposición con el reclamo de un personaje del del corazón que recala en Marbella, qué mejor que darle la palabra a su 'alma mater', la princesa Ira de Furstenberg, ex mujer del príncipe Alfonso de Hohenlohe.

Dice como sigue: «Son objetos que compro en todos los países; compro una cosa y la monto con otra». Y por si no está aclarado: «Compro y pongo y meto y hago». Ahora seguro que lo captan, como Willy Fogg dando la vuelta al mundo pero en versión Bricomanía.

Tras desmontar en Montecarlo vuelve a montar las vitrinas en el hotel Marbella Club con trasfondo benéfico. Está volcada en esa faceta creativa que, confiesa, le divierte mucho desde hace una década, e hizo de maestra de ceremonias en la noche del domingo ante un trasiego de gente bien con muchas ganas de fisgonear y algunas menos de comprar.

«¿Pero esto también se vende?», preguntó con maldad una señora ante una caja de madera con la inscripción 'Happy new year', que tendría su historia pero que andaba algo descolocada en las vitrinas. Era la única pieza de ese corte, algo tosca ante tanto destello.

El resto, la mayoría, son objetos realizados en cuarzo, cristal de roca o pórfido salpicados por turquesas, perlas o incrustaciones de metales preciosos. Un toque, este último, personal y sobre todo intransferible muy a lo Ira de Furstenberg. Con precios que oscilan entre los 2.000 y los 13.000 euros, dejó claro que parte de la recaudación irá a parar a manos de la Asociación Concordia Antisida de Marbella. El precedente más cercano de la exposición, que esta noche se despide de la Milla de Oro, está en Montecarlo. Allí recibió la visita del príncipe Alberto de Mónaco y del actor Roger Moore, el eterno agente 007 que estaría ojo avizor a cualquier detalle. Cuentan que fue llegar y besar el santo. Vendió al minuto un cáliz de cristal de roca con incrustaciones de amatistas, coral y esmeraldas por 25.000 euros. (Como para beber, en un apretón sin vaso a mano, un trago de tinto de 'tetra brick').

A duras penas

Marbella, además, le trae muchos recuerdos. Y no todos agradables. «He pasado muchas cosas en Marbella y me gusta, es una ciudad muy alegre», compartió a duras penas, casi como una exhalación, entre tanto trasiego de improvisada relaciones públicas. Más escueta aún fue a las preguntas sobre la muerte de su hijo Christopher de Hohenlohe, fruto de su matrimonio con el desaparecido príncipe Alfonso de Hohenlohe, tras sufrir una septicemia en una cárcel de Bangkok.

«Es triste pero la vida sigue», apuntó sobre el trágico fallecimiento de Kiko, como le llamaban sus familiares, del que se cumplirán dos años el próximo 8 de agosto. Sus allegados prefirieron pasar página de ese capítulo y descartaron la idea de pedir otra investigación sobre su muerte.

Más lejano aún queda el adiós del príncipe Alfonso de Hohenlohe, hace casi cinco años y tras una larga enfermedad que dejó a Marbella, la de la 'jet set', un poco más huérfana.

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