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VICTORIA BORGES
Quitarle el miedo al museo

Quitarle el miedo al museo

Sus puertas son todavía una barrera infranqueable para mucha gente. Así se acerca el arte a quien tiene recelos, 'miedo' o poco interés

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Miércoles, 17 de febrero 2021, 00:04

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Los buenos no siempre ganan. No sucede en la vida cotidiana –como mucho sucede en las películas– y tampoco en el arte. Nadie diría que Diego de Velázquez pueda tener rival de consideración, pero ni siquiera el autor de 'Las Meninas' es capaz de seducir a todo el mundo. Hay un gran sector de la población que nunca ha contemplado sus lienzos en la pinacoteca de El Prado, según la Encuesta de hábitos y prácticas culturales, elaborada por el Ministerio de Cultura en 2018. Este análisis desvela que el 60% de los españoles no se deja atrapar ni por las famosas damas de compañía de la infanta Margarita de Austria ni por ninguna otra obra maestra de nuestra red museística, una de las más importantes del mundo.

Nadie cuestiona los museos, no en público al menos. Pero tal y como advierte el historiador Enrique Varela Agüí en su estudio 'Un museo es un lugar donde… no voy. Aproximaciones al museo desde la mirada del no-público', una cosa es lo que decimos, el valor social que todos defendemos y, otra, la opinión particular que callamos y que nos aleja de sus puertas. Quizás el temor reverencial a estos edificios, considerados una especie de templos para fervorosos creyentes, tal vez, el prejuicio que los cree soporíferos o, posiblemente, la sospecha de que su contenido resulta ininteligible, genera esa mayoría silenciosa, literalmente».

Las entidades interpeladas en este reportaje son plenamente conscientes del problema y han tomado cartas en el asunto. Si la montaña no va a Mahoma, habrá que intentar acercarse a quienes nunca flanquearán las puertas sin otra motivación.

Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM)

«Hay un 'no público'»

En el , incluso diferencian los dos tipos de espectadores que pretenden conquistar. «Somos conscientes de que todavía gran parte de la sociedad sigue siendo público ocasional, que no frecuenta. Y también existe el 'no público', es decir, los colectivos que no encuentran respuesta a sus intereses, aquellos para quienes existen barreras de exclusión que no les permiten acudir». La estrategia del museo levantino discurre tanto por presentar una oferta diversa «sin barreras de tipo cognitivo y físico», como por adoptar una postura activa. «El museo no es solo los públicos masivos y ha de establecer vínculos con el territorio próximo, con sus pares, con toda clase de centros educativos e instituciones sociales. Los ciudadanos necesitan sentirse representados en los museos de su entorno, pues se trata de lugares que forman parte de su identidad, su pasado y su memoria colectiva».

Reina Sofía

«¿Qué te sugiere lo que ves?»

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía también se ha implicado y organiza el programa 'Museo Situado', con visitas en las lenguas queb hablan los inmigrantes que viven en Lavapiés, el barrio cercano. El silencio sepulcral que reinaba en las salas también pasó a mejor vida. «Contamos con mediadores culturales para activar diálogos espontáneos sobre la obra y el artista», explica la subdirectora ,Mabel Tapia. «Preguntamos qué estás viendo, qué te parece y qué te sugiere». El rechazo a los museos no es un fenómeno nuevo. La incomprensión siempre ha estado ahí. «Existe un cierto desfase entre la obra de arte y la recepción que experimenta en su tiempo», explica, y menciona el caso de Van Gogh, ignorado por sus contemporáneos y hoy enaltecido por todos. Pero se producen paradojas. «Actualmente, falta y sobra formación», apunta y explica la aparente contradicción: «Puede que mucha gente no comprenda el arte, pero nunca como ahora hemos estado tan influidos por la cultura visual ni los artistas han trabajado con herramientas, figuras y materiales tan cercanos a nuestra vida cotidiana».

¿Como abordar este aparente contrasentido? «Estableciendo visitas con diferentes objetivos y perspectivas, y aportando recursos desde la web y otras publicaciones para abrir el campo de los interlocutores», señala. Los recorridos reales y la documentación virtual pretenden que el espectador deje de pensar que las piezas exhibidas forman parte de un universo paralelo al suyo. «El propósito esencial es que la gente comprenda que el arte contemporáneo trabaja con referencias comprensibles».

Museo Guggenheim

«No podemos parecer excesivamente fríos»

Atraer al entorno a y quienes creen que la cultura no va con ellos constituye también el afán de Begoña Martínez de Goyenaga, subdirectora de Comunicación y Marketing del Museo Guggenheim. «Queremos implementar la idea de que no es necesario conocer un artista para disfrutarlo y que el programa incluye tantas propuestas que resulta imposible que alguna no encaje en tus gustos». Hay que contar lo que sucede tras los muros, pero hay muchas maneras. Y las redes sociales se han convertido en una baza fundamental para proponer enfoques diversos. «Compartimos las exposiciones de forma entretenida, de una forma menos intelectual para llegar a un público amplio», explica.

Los vídeos que aparecen en la web institucional son variados e incluyen experiencias contadas en primera persona de los profesionales, incluso explicando aspectos no visibles del funcionamiento del museo. «Algo así como un 'behind the scenes', con personas que cuentan de tú a tú distintos aspectos de los entresijos e, incluso, del montaje. La cuestión es proporcionar una sensación de cercanía».

El ciberespacio del Guggenheim proporciona juegos, quiz, fotografías de los espectadores o de niños interactuando con algunas de las piezas exhibidas. «Trasmitimos normalidad, que pasar por el museo no exige una planificación especial y puede ser algo espontáneo y divertido», insiste, y confiesa la intención de conciliar la difusión de las tesis en profundidad de los curadores, aquellos que organizan las muestras, con la necesidad de enganchar al individuo que no viene o no ha regresado. «Elegimos las obras más atractivas para las campañas en el exterior, como la que se lleva a cabo en el tranvía, para que a cualquiera le dé al ojo. No podemos parecer excesivamente fríos, institucionales e intelectuales».

Museo Thyssen

Obras en el centro comercial

Hay que ser muy refractario al arte o, tal vez padecer cierta alergia al óleo o la trementina para no gozar en el Museo Thyssen. Sus salas nos transportan desde el Trecento, la pintura del XIV, hasta el pasado siglo. ¿Cómo no dejarse seducir por alguna etapa de la historia de la plástica? Puede antojarse sencillo, pero no lo es siempre. «Hay que atraer con propuestas novedosas. A la gente no le apetece lo mismo», cree Carolina Fábregas, su directora de Marketing. «No podemos quedarnos encerrados, hay que salir al mundo». Y no hay prejuicios a la hora de atraer a nuevos espectadores. La entidad lleva copias de sus lienzos al Hotel Four Seasons para decorarlo o al complejo comercial Las Rozas Village, y organiza encuentros informales en los jardines del centro. «Montamos cócteles y degustaciones en el hall con tapas que remiten a escenas de nuestras pinturas», señala y menciona una iniciativa tan original como los 'Aperitivos Thyssen', con música en directo inspirada en cuadros de la colección. La tienda también huye de lo convencional y ofrece productos artesanales y de diseño basados en obras propias.

El museo se ha propuesto llegar a los niños en su propio territorio. Y en el canal TikTok ofrece enseñanza y curiosidades con un lenguaje 'ad hoc', y, asimismo, se lanza a la conquista del mundo de los videojuegos mediante colaboraciones con 'Animal Crossing: New Horizons', que incluye referencias a sus fondos.

El concurso 'Versiona Thyssen', por su parte, quiere llegar a los jóvenes con inquietudes proponiendo interpretaciones de obras señeras mediante el collage, la pintura o la animación. Asimismo, el programa 'EducaThyssen' colabora con ONGs para fomentar la inclusión de personas en riesgo de marginación o con discapacidad.

El erudito siempre tendrá su lugar y satisfacción dentro de las salas de este tipo de centros, pero, a juicio de Fábregas, deben de estar abiertos a todos, independientemente de sus cualidades y apetencias. «Quizás el problema radica en que siempre se ha pensado que solo hay una manera de acceder al museo y disfrutarlo», aduce. «Nuestro empeño radica en acercarnos a cada uno con lo que le interesa y conseguir que descubra, a su manera, ese tesoro que se está perdiendo».

Consejos para superar el recelo

  • Gratis: Se necesitan entradas gratuitas para que acudan aquellos que no vienen nunca. La facilidad económica suele ser el primer paso para atraer al reticente.

  • ¿No vienen? Pues voy yo: Abandonar definitivamente la postura pasiva y salir al encuentro del espectador.

  • Diálogo: Implementar programas dentro del museo que fomenten el diálogo.

  • Imagine: El espectador debe mirar y darse tiempo, reflexionar sobre la naturaleza de la obra, qué le recuerda e imagina, qué le sucede cuando lo contempla, sin aspirar a una compresión inmediata y plena.

  • Conocer al artista: Hay que tomarse su tiempo e interés para conocer, leer y empaparse del artista, para conseguir herramientas con las que percibir y sentir de otra manera.

  • Visitas guiadas: Recurrir a las visitas guiadas y las audioguías, escuchar y dejarse llevar, porque nos invitar a crear nuestro propio itinerario y realizar particulares descubrimientos.

  • Algo cotidiano: Convertir la visita en algo cotidiano, como el disfrute de la lectura o la música.

  • Sin edad: Convencernos de que no hay edad para iniciarse en la experiencia museística y desarrollar nuestra sensibilidad.

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