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El brasileño Rubem Dantas, con un cajón flamenco. :: SUR
Rubem Dantas, con él llegó el ritmo
Música

Rubem Dantas, con él llegó el ritmo

«No soy un loco ni un genio, solo un currante de la música», afirma el brasileño, que homenajea a Vinicius de Moraes este viernes en Candado Beach

REGINA SOTORRÍO

Miércoles, 26 de febrero 2014, 09:04

Rubem Dantas ha escuchado ya la palabra loco demasiadas veces. Para empezar cuando dejó su Salvador de Bahía (Brasil) natal para explorar el flamenco en Europa. «¿Un brasileño haciendo flamenco? Tú estás loco». Contra todo pronóstico y «con mucho respeto», consiguió abrirse un hueco en el arte jondo de la mano de nombres como Camarón o Paco de Lucía. Casi nada. Pero no como cantaor, ni como guitarrista, bailaor o palmero. «La gente me preguntaba qué hacía entonces y les respondía que era percusionista. 'No te creo, estás loco', me decían».

A algunos tampoco les pareció muy cuerdo que un buen día subiese al escenario un cajón peruano (hoy ya conocido como cajón flamenco), que se introdujera en el jazz junto a Chick Corea, que se lanzara a montar una Flamenco Big Band o que se atreviera a escribir sus piezas. «¿Un percusionista que compone?» Imaginen la expresión que seguía a esa pregunta. Pero Dantas lo deja bien claro: «No soy ni un loco ni un genio, solo un currante de la música». Juzguen ustedes mismo este 28 de febrero en el Candado Beach (23.00 horas). No será un concierto de flamenco, ni de jazz ni de salsa. Por primera vez, Dantas dedicará un monográfico a su «maestro» y paisano Vinicius de Moraes.

Las etiquetas, de todas formas, nunca han ido con él. «Soy músico y se acabó», afirma contundente. Todos los géneros comparten de entrada eso del «do, re, mi, fa, sol, la si, do» -explica- y además «en la música no hay banderas... aunque algunos quieran ponerlas». Él es un claro ejemplo. Desde que el guitarrista Leonardo Boccia le abrió las puertas del arte jondo, «la inquietud» por saber más le pudo. Asegura que nada de lo que ocurrió luego fue «premeditado». La casualidad quiso que un día se tomara un café en un aeropuerto con dos músicos que cargaban con sus guitarras. Al despedirse uno de ellos le escribió en un papel su teléfono y su nombre: Francisco Sánchez Gómez. Una amiga le diría después que ese no era otro que Paco de Lucía. Nunca le llamó por pudor -«y eso ha sido ya motivo de cachondeo toda la vida»-, pero sus caminos se volvieron a cruzar cuando él estaba en el grupo Dolores. En 1980, Rubem Dantas se sumó como percusionista -lo que ya era una innovación en los cuadros flamencos- en una gira del guitarrista por Latinoamérica. En Lima escuchó por primera vez el cajón peruano. «Me recordó a mi infancia, a cuando tocaba en la mesa de la casa de mi abuela». Ese mismo día, con la complicidad de Paco de Lucía, lo subió al escenario. Parecía hecho para el flamenco: sonaba como los pies del bailaor y acompañaba al palmero.

Lo demás ya es historia. «Fue un experimento que el planeta entero copió», cuenta. 'Solo quiero caminar' (1981) de Paco de Lucía y 'Como el agua' (1981) de Camarón fueron los primeros discos en registrarlo. Con Jose -con acento portugués-, como él le llamaba, ya había trabajado antes como percusionista en 'La leyenda del tiempo'. Hoy es una de las obras más importantes del flamenco.... pero en ese momento «la gente venía a devolvernos los discos», recuerda. «¡Y claro que afectaba! Fue horroroso».

Pero Dantas nunca dejó de inventar, superando «los complejos de inferioridad» que a veces han tenido los percusionistas. En 2004 se puso al frente del Rubem Dantas & Flamenco Big Band y en 2007 publicó su primer disco, 'Festejo', con composiciones propias y colaboraciones de Paco de Lucía, Jorge Pardo, Chano Domínguez o Chick Corea. Y avisa: el segundo álbum ya está en camino.

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