¿Qué parte de tu físico cambiarías? La angoleña Leila Lopes, nueva Miss Universo y una de las pocas negras que ha ganado el certamen, se metió al jurado en el bolsillo con esta respuesta
La angoleña Miss Universo se mete al jurado en el bolsillo con su espontaneidad
YOLANDA VEIGA
Miércoles, 14 de septiembre 2011, 03:32
La corona de Miss Universo pesa bastante más que el kilo y pico que marca la balanza. El certamen, en manos del magnate estadounidense Donald Trump y de la cadena de televisión NBC, quiere superar la imagen pelín trasnochada de chicas con cuerpos diez y sonrisas 'profidén'. La ganadora, al fin y al cabo, se convierte en una auténtica embajadora de su país en un periplo que la lleva a recorrer medio mundo de gala en gala.
Este año la corona tiene los colores de África, un continente que no se la colocaba desde 1999, cuando ganó la representante de Botswana. La luce con gracia y orgullo Leila Lopes, angoleña, 25 años, un bellezón de piel oscura. El lunes por la noche, en la gala que se celebró en Sao Paulo (Brasil), se impuso contra todo pronóstico a las cirugías que lucen las venezolanas, siempre favoritas, y a los perfectos estándares de belleza de las norteamericanas. Ni rubia ni morena. Por sexta vez en sesenta años, la banda de Miss Universo la luce una chica negra. Sus credenciales: 88-61-90, melena larga como el carbón, ojazos marrones que hablan solos y 1,79 de altura. Se mira en el espejo y se gusta. Se mira más adentro, y también.
Leila, que desfiló imponente con un original y llamativo biquini amarillo y un traje de noche color marfil con pedrería y generosa apertura en la pierna, se coló en la final con las representantes de Ucrania (segunda), Brasil (tercera, aunque jugaba en casa), Filipinas y China. Las cinco chicas más guapas y con más estilo de las 98 que llegaron hace casi un mes a Brasil soñando con la corona, entre ellas la española Paula Guilló, que a pesar de los meses de severo entrenamiento a base de deporte, dieta y test de cultura general no superó la criba de las últimas dieciséis.
«Apolíticas»
Paula no tuvo ocasión de demostrar lo preparada que está, no solo para desfilar con brío sin tropezar, sino también para enfrentarse a lo que más miedo les da a todas, la dichosa pregunta final. Treinta segundos que pueden arruinar meses de preparación y dar al traste con las aspiraciones de una joven, de su familia y del país entero al que representa.
- ¿Qué parte de su cuerpo cambiaría?, le preguntaron los jueces a Miss Angola -ellas extraían de un bombo el papel con la pregunta escrita-.
- Gracias a Dios estoy muy satisfecha con cómo me creó y no cambiaría nada. Me considero bonita por dentro, tengo valores y creo que fui muy bien educada por mi familia. Quisiera darles un consejo a todos, respétense unos a otros.
Dicen que con esta respuesta tan recatada logró tantos puntos como desfilando en biquini. «La pregunta cuenta mucho y ella ha sido muy natural. Con eso ha ganado», asegura Gina Porcar, directora de la agencia de modelos Paralelle de Madrid y miembro del jurado del último certamen de Miss España, el que eligió a Paula Guilló (Elche, 1989).
Que tomen nota las próximas candidatas: «Las chicas deben ser imparciales en sus respuestas, apolíticas, neutrales si les preguntan cuestiones de deporte o religión y, sobre todo, naturales».
- Entonces, ¿Miss Universo es más que un concurso de guapas?
- Sí, mucho más. De hecho, las candidatas suelen ser chicas cultas, con dos o tres idiomas, estudios universitarios... Hay alguna que incluso después ha llegado a la política. Siempre se cree que son niñas bonitas y tontitas, pero Miss Universo supone una representación a nivel mundial y tienen que estar a la altura. Van a tener una agenda complicada. Si cuando llegan al concurso no están suficientemente preparadas, se encargan de pulirlas.
- Pues aquí todavía nos acordamos de aquella chica que se quedó poco menos que en blanco cuando el juez le preguntó qué opinaba de Rusia.
- Miss España es otra cosa, aquí entra cualquiera y piensan más en el vestido que en la preparación cultural. En España se busca el pibón. Aunque Paula Guilló era la más preparada de todas -estudia cuarto curso de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-.
Pero a ojos del jurado, Leila Lopes lo está más. La angoleña, estudiante de Administración de Empresas en Londres, había pasado bastante desapercibida durante las tres semanas previas al certamen. En las quinielas figuraban las representantes de China, Kosovo -quizá la polémica foto en Twitter con la chica de Serbia le ha pasado factura...-, Francia y, cómo no, Venezuela, el país que mejor prepara a las misses. La propia Paula Guilló se 'entrenó' allí durante una semana. «Las venezolanas son las más profesionales de todas porque desde que tienen 6 ó 7 años sus madres las conciencian para ser misses. Tanto allí como en Estados Unidos la belleza está muy valorada», precisa Gina Porcar. Y buenos réditos le han sacado, que hasta en siete ocasiones la banda de Miss Universo se ha ido a Estados Unidos y media docena de veces a Venezuela.
Solo en cuatro ocasiones han ganado las africanas. «Las mujeres negras muy pocas veces llegan a la final. Generalmente son más bajitas y no se ajustan tanto a las medidas estándar de estos concursos. Pero mujeres como Naomi Campbell o Imán han abierto mucho el camino». A simple vista, Leila no tiene nada que envidiar ni a la modelo británica -de la que se confiesa una gran admiradora- ni a la somalí. «La representante de Angola es justa ganadora. Tiene una piel perfecta, una mirada bonita y una sonrisa maravillosa. Es una mujer muy femenina y encima se nota que no está operada», recuerda Porcar -en el certamen se aceptan chicas operadas, pero no se permiten mujeres casadas, con hijos, ni mayores de 27 años o menores de edad-.
Pero tan lejos o más que su envidiable aspecto físico le ha llevado a Leila Lopes esa manera entre tímida y decidida de enfrentarse al público. El certamen se pasa casi un mes 'paseando' y exhibiendo a sus misses -van a actos oficiales, aprenden samba, juegan al golf, hacen decenas de sesiones de fotos...-, pero apenas les da voz. Medio minuto para responder a una pregunta en la final y un pequeño discurso cuando les ponen la corona.
Así que Leila no desperdició ni un segundo, que todos los días no se tiene una audiencia de mil millones de personas. Repuesta de la llantina habitual con la que las chicas reciben la corona y las flores, la angoleña ya advirtió del uso que va a dar a su nuevo título: «Pienso trabajar por mi continente. Como Miss Angola trabajaba con programas a favor de los niños desamparados, personas con sida y ancianos».
Racismo
¿Ha sentido alguna vez el racismo?, le preguntaron los periodistas: «No me afecta. Creo que las personas racistas son las que tienen que buscar ayuda por pensar de esa forma». La ovacionaron con razón.
Leila es la nueva guapa oficial y la 'embajadora angoleña', un país con casi 18 millones de habitantes que acaba de superar 40 años de guerras. Rico en petróleo y diamantes, pero también en enfermedades como el cólera. Un país en el que conviven el lujo con la basura y una esperanza de vida que lo dice todo: 38 años. Leila tiene mucho trabajo por delante.
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