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J. CANO
Domingo, 26 de junio 2011, 03:29
Casi verídicos. El mismo papel, los mismos sellos, la misma letra. A ojos de un experto, expedidos por un organismo oficial. Así eran los títulos que falsificaba un hombre de 60 años, que vivía en Málaga capital y que fue arrestado por la Policía Nacional en la llamada 'trama de los títulos falsos'. En el registro de su domicilio, los agentes hallaron documentación que sirvió de punto de partida de una operación de mucho mayor calado.
El detenido habría estado dedicándose a la actividad falsificadora entre seis y ocho años y cobraba entre 500 y 1.500 euros por título, dependiendo de si se trataba de un Bachillerato, Graduado Escolar o FP, o de diplomaturas o licenciaturas universitarias.
Las pesquisas policiales desvelaron que algunas personas habían conseguido entrar en diversas administraciones, como el Servicio Andaluz de Salud (SAS), donde hay una quincena de trabajadores presuntamente implicados, o en la Diputación, donde hay tres casos. Otros tantos accedieron a distintos cuerpos policiales de ámbito estatal o local. Hay una treintena de agentes municipales y una docena entre policías nacionales y guardias civiles. En la mayoría de los casos, las instituciones en las que se han colocado han reaccionado abriéndoles expedientes informativos a los que supuestamente han conseguido una plaza a costa del título falso. Estos expedientes están a la espera de que concluya la investigación policial y judicial del caso.
Delitos de falsedad y estafa
Después de tres años, los agentes del Grupo II de Fraudes de la Policía Nacional ha detenido a ochenta personas y han imputado a otras 120. Los cargos que se les podría imputar a los que se han beneficiado de estos títulos falsos, según fuentes jurídicas consultadas, son los de falsedad de documento (público, en algunos casos) y estafa.
Pero, el quid de la cuestión es: ¿Cómo alguien puede falsear un título que le sirva para opositar y que no haya ningún mecanismo para poder verificar en última instancia que no es falso? El catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Málaga, Diego Vera, que ha formado parte de tribunales para el acceso a plazas de funcionarios, explica que lo que se valora es lo que aportan los candidatos. Llevan los títulos compulsados (la copia del título acreditada por un funcionario que la sella al ver el original). Y el tribunal actúa, como dice Vera, según la presunción 'iuris tantum', es decir, presume que el título es válido salvo que se demuestre lo contrario. Ninguna comisión se conecta con el órgano emisor del título (Ministerio de Educación, Universidad de Málaga, Consejería de Educación u otros) para ver si es verídico. «Viene compulsado y se visualiza como cierto y válido», subraya Vera. «Sí se le exige a un tribunal la mayor diligencia en el caso de que se intuya que podría ser falso, pero si no es así no tiene que verificarse; no hay ninguna normativa que lo exija».
En la era de las tecnologías, las administraciones todavía no disponen de mecanismos a través de la red para comprobar estos datos en un escaso margen de tiempo. ¿Por qué? Fuentes jurídicas consultadas estiman que los protocolos de seguridad de la Agencia de Protección de Datos son muy escrupulosos con este tipo de información.
Pero también hay que tener en cuenta que casos como éstos conculcan los derechos de otras personas que pierden una plaza porque otras han falsificado sus títulos. Por desgracia, esta presunta estafa no es nueva. Precisamente, la pasada semana la Policía culminó una operación nacional contra una supuesta trama de títulos falsos en Madrid, Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Guadalajara y Badajoz.
Por eso, juristas consultados por SUR indican que la consulta de la veracidad de los títulos, sobre todo cuando es una condición 'sine qua non' para acceder a una oposición, debería poder hacerse a través de las nuevas tecnologías, por medio de códigos de acceso restringidos o claves puntuales para un proceso determinado. Porque, de no hacerse nada, la picaresca seguirá estando en la calle, y no se podrá comprobar si un título aparentemente veraz es realmente falso.
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