
ANTONIO ROCHE
Domingo, 27 de febrero 2011, 10:42
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En estos días hemos tenido el treinta aniversario del 23-F hasta en la saciedad. Una efeméride redonda para recordar el golpe de Estado que protagonizó en 1981 un malagueño, Antonio Tejero Molina, nacido en Alhaurín el Grande, que llegó a ser jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga en 1977. Fue destituido de este cargo por desobedecer al gobernador civil y sacar a las fuerzas a la calle para reprimir una manifestación autorizada.
Desde Málaga, donde vivían, siguieron con angustia los acontecimientos los padres del teniente coronel. «¡No hacemos más que llorar. Nosotros no sabíamos nada. Nos hemos enterado de golpe. Pensamos en morirnos, ¡qué vamos a pensar!», le dijo la madre de Antonio Tejero Molina a la redactora de SUR Elena Blanco Castilla en la mayor de las amarguras.
El padre del golpista, Tejero Camacho, maestro nacional jubilado, contaba entonces con 76 años y había sufrido días antes una intervención quirúrgica. Los padres habían seguido con gran preocupación el curso de los acontecimientos en el Congreso de los Diputados, menos por la noche, al ponerse enfermo el padre del teniente coronel.
Tejero, al teléfono
La periodista le preguntaba a la madre por el estado del marido y ella respondía así: «Cómo va a estar. Somos dos viejos. Estamos sufriendo mucho». La última vez que lo vieron fue en las navidades, aunque hablaban con él todas las semanas. Al día siguiente del golpe lograron contactar con él a través del hilo telefónico. «Hemos hablado con él por teléfono. Hoy también estaba normal. Ya está en la prisión de Alcalá. Me ha dicho que el 'hotel' está bien acondicionado».
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Preguntada si estaba triste el protagonista del 23-F, señaló: «Es muy entero. Mi hijo no se pone triste por nada. Tiene un carácter muy bueno, se adapta a todo». Tejero les dijo a sus padres que no tuvieran ninguna preocupación porque él estaba muy bien.
Ocho malagueños experimentaron en vivo y en directo el golpe de Estado en el Congreso. Eran los diputados de Málaga del PSOE, UCD y PSA. Fueron recibidos al día siguiente como héroes. Los primeros en aterrizar en el aeropuerto malagueño fueron los parlamentarios socialistas Rafael Ballesteros, Ramón Germinal Bernal Soto y Carlos Sanjuán de la Rocha. Allí estaban para darles la bienvenida el alcalde de la ciudad, Pedro Aparicio, y el presidente de la Diputación, Enrique Linde. Cuando aparecie'ron en la zona de llegadas de la terminal, donde aguardaban familiares y amigos, se oyeron gritos de «Viva la libertad» y «Viva la democracia».
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Francisco Cortés, 'Pacurrón', también estuvo allí y recogió al día siguiente las primeras declaraciones de los diputados secuestrados por fuerzas de la Guardia Civil. «Aunque pueda parecer extraño, hemos sacado una imprensión positiva: la democracia se ha consolidado», dijeron, y añadieron: «El comportamiento del teniente coronel Tejero nos hizo pensar que el golpe no prosperaría». La comitiva se trasladó al Ayuntamiento, al Salón de Plenos, donde se brindó con champán por el desenlace final.
Rafael Ballesteros, que es también escritor y poeta, se trajo como recuerdo esquirlas del techo del salón del Congreso de los Diputados, desprendidas a causa de las ráfagas de ametralladoras.
De la Torre, «humillado»
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En otro vuelo distinto llegó Francisco de la Torre, el hoy alcalde de Málaga que entonces era diputado de la UCD. Igualmente tuvo un recibimiento sin precedentes. Le esperaban su mujer y sus hijos, los compañeros de partido y Pedro Aparicio. «Humillación», sintió De la Torre en el Congreso.
El Ayuntamiento de Málaga convocó un pleno extraordinario cuyo único tema era el de condenar los sucesos acaecidos. El viernes, 27 de febrero de 1981 -cuatro días después del golpe-, entre 25.000 y 30.000 malagueños se echaron a la calle en una manifestación «por la libertad, la democracia y la Constitución», que había sido convocada por el PSOE, UCD, PCA, PSA, AP y U A, así como por las centrales sindicales UGT, CC. OO., USO y SAT.
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