FOTOMATÓN

Sergio Cubero, propietario de Maskom: Un campeón local en la guerra de los supermercados

Iba para médico pero pudieron más mis genes de comerciante / Empecé con una carnicería y voy por 45 autoservicios / Me 'pone' competir con los gigantes de la distribución / Tengo 52 años y cuatro hijos / Estoy casado en segundas nupcias / Mi 'hobby' es mi empresa

POR NURIA TRIGUEROFOTOS: J. A. PORTILLO

Sábado, 10 de julio 2010, 20:05

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Cuando la paciente reconoció la cara del enfermero que iba a cambiarle la vía pegó un respingo y exclamó: «¡Pero si es mi carnicero!». Sergio Cubero no sabía dónde meterse. La enferma no deliraba: efectivamente, el día anterior él le había vendido un kilo de filetes. Carnicero y empresario de día, enfermero de noche: así transcurrieron varios años en la vida de este malagueño nacido en el 57. «Dormía una noche sí y una no. Llegó un día en que el estrés me obligó a elegir», confiesa.

Para entender por qué se vio enfrentado a este dilema hay que retroceder varios años en la vida de Cubero. A los dos años de empezar la carrera de Medicina se casó y tuvo a su primera hija, lo que le obligó a aparcar los libros y ponerse detrás de un mostrador: el de una carnicería-charcutería dentro de un autoservicio que estaba en el Pasaje de Valencia. «No tenía ni idea de aquello pero me lancé. Me pasé una semana pegado a un amigo de mi padre que era carnicero para aprender», recuerda. Empezó explotando aquel pequeño negocio en régimen de alquiler y en dos años se había hecho con todo el supermercado. Entonces Sergio tenía 22. Por si fuera poco, se apuntó a la carrera de Enfermería para quitarse la espinita de haber dejado Medicina y, una vez conseguido el título, no lo guardó en un cajón: trabajó cinco años en Carlos Haya y el Materno, siempre cambiando turnos para trabajar de noche y dedicarse a su empresa de día. «A más de una de mis empleadas la he atendido en el parto», recuerda.

Cuando esa doble vida laboral se volvió insostenible, Sergio Cubero puso en un lado de la balanza su vocación sanitaria y en el otro, sus genes de comerciante -su abuelo y su padre regentaron tiendas de alimentación-. El resultado de su decisión fue el nacimiento de Maskom en 1990. «Desde el principio tuve claro que no me conformaría con un supermercado. Quería crecer». Vaya si lo hizo: en pocos años amasó una potente red de establecimientos. Corrían tiempos dorados para las cadenas locales de distribución: Alcopy, Multimás, Barcenilla, Ecoahorro, Marinetto... Hoy sólo queda Maskom. El resto fueron absorbidas por los gigantes del sector.

Pero Sergio, que había pasado media infancia en el puesto de su padre en el mercado de Atarazanas, no vendió. Ni piensa hacerlo. «Ofertas me han hecho muchas, aunque en firme, cuatro. Nunca he estado tentado porque me divierte lo que hago», asegura. Él no se ve como un superviviente, porque lo que le 'pone' -confiesa- es competir de tú a tú con Mercadona, Carrefour, Eroski y compañía. Medirse con los grandes. «Hubo un tiempo en que llegué a pensar que el negocio de la alimentación se iba a quedar en manos de tres o cuatro multinacionales. Y para mí es un orgullo que en Andalucía estemos dando batalla unos cuantos como yo. No somos tan grandes, pero lo podemos hacer igual de bien», reivindica el empresario. Para demostrarlo enseña el ranking de los supermercados más baratos que elabora la OCU, donde Maskom siempre ocupa uno de los primeros puestos.

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A sus 53 años y con 45 supermercados bajo su batuta, Cubero tiene más 'hambre' que nunca. Hace unos meses dio un golpe de efecto al comprarle a Eroski cuatro locales de golpe y ahora prepara un salto mucho más ambicioso del que, como buen estratega, prefiere no dar pistas. «Difícilmente me jubilaré: cada vez tengo más ganas de hacer cosas», advierte.

Sin lujos

Al igual que nunca le tentó coger el dinero y correr, Sergio Cubero tampoco se imagina en un retiro dorado. Este hombre austero huye de los lujos y sólo tiene un vicio conocido: el trabajo. «Quedo muy mal en estas entrevistas porque no tengo 'hobbies': ni barco, ni golf, ni arte... Mi 'hobby' es mi empresa», se disculpa.

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Y eso que desde que nacieron sus dos últimos hijos -seis y siete años, fruto de su segundo matrimonio- se 'obliga' a no trabajar los sábados por la tarde. Esta nueva paternidad, asegura, la está disfrutando más. «Cuando tuve a mis dos hijos mayores no tenía tiempo casi ni de verlos», lamenta. Él de niño también fue testigo del trabajo infatigable de su padre, que se vino con su abuelo del pueblo granadino de Huétor-Tájar para buscar una vida mejor en Málaga. «Vivíamos en una casa del Camino de Antequera que también hacía de almacén. Mis cinco hermanos y yo, con 8 años, ya nos encargábamos de preparar los pedidos», recuerda.

Dice que no tiene 'hobbies', pero sí que tiene uno: el asociacionismo empresarial. Cuando no está trabajando en su negocio, Sergio Cubero anda en alguna reunión de la CEM, la Cámara de Comercio, la asociación de polígonos... «Mis directivos me han pedido que por favor no coja más cargos sin sueldo», bromea. Él considera que estar presente en la vida económica de Málaga es «muy necesario», dado que sigue habiendo «graves problemas pendientes de solución», como los de los recintos empresariales de la ciudad.

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