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El Fandi y Enrique Ponce, ayer, a hombros en León. :: J. CASARES. EFE
El Fandi y Enrique Ponce salen por la puerta grande en León
TOROS

El Fandi y Enrique Ponce salen por la puerta grande en León

Morante cortó una oreja y dejó su sello estético, mientras que Cayetano estuvo falto de ritmo aunque logró un trofeo

EFE

Domingo, 27 de junio 2010, 03:45

El Fandi, que cortó tres orejas, y Enrique Ponce , con dos, salieron ayer a hombros de la Plaza de Toros de León, en la segunda de la Feria de León, enmarcada en la celebración de las Fiestas de San Juan y San Pedro, en la capital. Abría el cartel Enrique Ponce, que lleva 18 años ininterrumpidos toreando en el coso leonés. Se enfrentó a un toro noble y justo de fuerzas, aunque con buen tranco. El torero, muy firme en el tercio, lo templó por la mano derecha, construyendo una labor de buen tono y excelente nota. Falló con la espada y saludó.

Con su segundo, en el centro del anillo movió al toro a media altura, ligando las series con la faldita de la muleta, unas veces, y con la bamba otras. Le concedieron dos orejas.

Morante es punto y aparte. Dos lances, sólo dos, justifican su presencia en cualquier cartel. Tan sevillano como estético, cimentó por ambos pitones una actuación sobresaliente y cuajada, rebosante, como es habitual en él, de profesionalidad. Cortó una oreja.

Toreó natural a su segundo, los muletazos, muy dibujados y con trazo, no tuvieron eco en los tendidos. Se le aplaudió.

El Fandi es un ídolo en León. Con el capote, largas cambiadas, verónicas, chicuelinas, todo un repertorio perfectamente encajado. Con las banderillas provocó el paroxismo y había cortado ya las orejas del toro antes del último tercio. La faena, sin mantener el equilibrio deseado, llegó a los tendidos, que jalearon cuanto hizo el granadino. Cortó dos orejas.

En su segundo, con unas facultades innatas y una técnica discutida pero no discutible, El Fandi se trajo al animal a tierra de nadie y lo desplazó a toque de muñeca. Faena de contenido fácil y sin otros matices que los habituales en él. La presidencia le concedió una oreja.

Cayetano sorteó por delante un toro justo de presencia y fuerzas que colaboró poco. Faena sin fondo y ni ritmo, pero jaleada por el público. Faltó emoción y sobró vulgaridad y espejo. Se le silenció.

Frente al último, Cayetano salió con mejor disposición, cerró algún muletazo estimable en el toreo fundamental, sin que ello le otorgara contenido al cuerpo central de un enfrentamiento de calificación pobre de principio a fin. No obstante, el respetable pidió la oreja y la presidencia se la concedió.

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