
Los universitarios han abandonado de forma masiva las residencias en las que se han alojado durante el curso escolar. Estas empresas, en muchos casos familiares, van a perder una tercera parte de sus ingresos anuales, lo que las coloca en una difícil situación económica.
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Los 78 universitarios de la residencia Balcón del Romeral se marcharon hace semanas, en los días previos a la declaración del estado de alarma. Como no se sabía lo que podía durar el confinamiento, y las universidades aún no habían decidido suspender las clases presenciales, la mayoría dejaron sus cosas en la residencia pensando en una rápida vuelta. «Cuando se levante el estado de alarma regresarán a por sus cosas, porque las autoridades no han permitido estos tipos de traslados», señalaron desde la residencia. A los alumnos no se le van a pasar estas mensualidades que quedaban hasta final de curso. Con lavandería, limpieza y comedor, una decena de personas trabajan en esta residencia.
«Se fueron con lo puesto, sin saber que la Universidad daría por finalizadas las clases presenciales» señala el responsable de la residencia Plutarco, Alfredo Sala Bailén. Los 46 universitarios que tenía este curso se han ido, de manera escalonada, y ya no queda ninguno en sus instalaciones. Alfredo llenó su despensa los días previos a la declaración del estado de alarma. Después llegó la salida de los alumnos a sus casas. Y con la suspensión de las clases presenciales, ya no volverán. Por esto en los últimos días ha llamado a asociaciones benéficas de la ciudad para repartir los alimentos perecederos que estaban destinados a la alimentación de los residentes. Como a otras muchas empresas de carácter familiar, a Alfredo Sala perder una tercera parte de sus ingresos anuales le pone en una difícil situación financiera. Solicitó un ERTE para sus empleados, pero la resolución no llegaba y cuando terminó el plazo empezaron a reclamarle más documentos, por lo que al final ha tenido que despedir a sus empleados.
Como en otros muchos sectores, el de las residencias universitarias se enfrenta a un futuro incierto, plagado de dudas e incertidumbre. A las pérdidas económicas que ha supuesto este cierre adelantado de sus instalaciones se une el no saber qué pasará el próximo curso. Si, como se avanza, puede haber rebrotes de la pandemia, si en ese caso se volvería a cerrar las facultades, o siquiera si van a abrir en los plazos habituales. Sin ingresos y con gastos que corren, la situación financiera de estas empresas es delicada. Otra cuestión que preocupa es las condiciones de la vuelta a la 'normalidad' post-coronavirus. ¿se permitirán habitaciones dobles? ¿Los comedores tendrán un límite de usuarios? ¿tendrán que dimensionar los espacios comunes a otra normativa? «Estamos en una situación de incertidumbre y desamparo absoluto», comenta Alfredo Sala Bailén, de la residencia Plutarco, que ha tenido que dejar aparcados para otro momento los planes de inversión en mejora de sus instalaciones.
Los pocos estudiantes que quedaban en la residencia Alfil aprovecharon los permisos especiales para traslados de alumnos en estos días de Semana Santa y ya no quedan residentes. Irene Gómez Palma gestiona esta residencia familiar, una empresa que tiene su sede social en Marbella. Ha tenido 186 estudiantes, que se fueron marchando hasta quedar unos 40 que en esta semana pasada ya la han abandonado. Irene Gómez asegura que ya no se ha cobrado este pasado mes de abril y que todo un trimestre sin ingreso supone «un importante agujero en nuestras cuentas», porque no hay ingresos pero sí gastos corrientes, como luz, agua o mantenimiento, que hay que seguir pagando, y «los bancos no están por dar moratorias».
En la única residencia gestionada por la UMA (junto con el Ministerio de Asuntos Sociales), la Jiménez Fraud, aún quedan casi un centenar de estudiantes, de las 257 plazas disponibles. Muchos son extranjeros, otros del programa de ayuda a refugiados y otros con algún tipo de ayuda social.
Otros muchos estudiantes de la UMA que tienen que desplazarse a la capital deciden vivir en pisos de alquiler. También en este caso han decidido volver a sus domicilios familiares, dejando los pisos en los que han pasado estos peses de curso. La rescisión del alquiler en muchos caos está resultando problemática, pues no hay antecedentes de una situación como la actual y en los modelos de contratos que se realizan no se contempla una situación de fuerza mayor.
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Para ayudar en lo posible a sus estudiantes a gestionar esta situación, la Secretaría General de la UMA ha emitido una certificación oficial en la que se informa de la suspensión de la docencia, un documento con el que se trata de acreditar ante los propietarios esta situación sobrevenida por la declaración del estado de alarma.
También en su web se ha incluido información legal que sirva de base para la extinción de los contratos de alquiler y los propietarios no cobren estos meses. Aunque la práctica habitual está siendo, como en el caso de las residencias, dejar de cobrar estos últimos meses de alquiler.
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