Un bravo Unicaja prolonga el sueño hasta casi el final (81-88)

El cuadro malagueño mantuvo el tipo en los primeros minutos centrado en su sello de poder correr y el uso del bloqueo y continuación en ataque. Pero si, además, estaba la inspiración de Perry, mejor que mejor. Tres triples sin fallo del internacional macedonio, siendo el acierto exterior vital para poder intimidar a un Real Madrid muy superior por dentro. Ausente por molestias Deck (lo sustituyó Ndiaye), Hezonja tiró inicialmente de su equipo, y los blancos no terminaron de sacarle todo el partido posible a los lanzamientos de tiros libres, con un pobre 2/7, de forma que todavía, por unos instantes, el cuadro malagueño (17-21) se ilusionó con un partido igualado y meterle mano al gigante.

Pero las diferencias empezaron a abrirse ya en el segundo cuarto. Quedaba mucho partido aún y al Unicaja se le estaba haciendo largo todo, en su segundo partido en menos de 24 horas. Primero, porque el Real Madrid estaba anotando bajo el tablero como Pedro por su casa, entrando con bisturí en la zona, con una circulación de balón excelente, con el lucimiento de Yabusele, Musa y, finalmente Campazzo, que anotó ocho puntos seguidos de bandeja para su equipo para poner la máxima ventaja del encuentro al intermedio, un 31-44 más que preocupante. Remontar trece de desventaja a un rival de su potencial es comparable a escalar un ochomil. Ibon Navarro había dado minutos a sus doce jugadores (al final ayudó en lo posible Barreiro, y esta vez con Badji, para auxiliar por dentro, y sin Saint-Supéry) en vano, y la mejor noticia fue las dos faltas bien provocadas por Osetkowki a Tavares.

¿Tenía argumentos el Unicaja para la proeza? Si algo ha caracterizado al cuadro malagueño en estos últimos meses ha sido no bajar los brazos. Y a fe que no lo hizo, porque en un excelente tercer parcial llegó a darle la vuelta increíblemente a la situación. Fue a base de coraje, de una mayor activación defensiva y de la aportación de Carter, Taylor y sobre todo, un inconmensurable Thomas, que con seis puntos seguidos suyos puso el 56-54. Ver para creer, en un giro nada esperado al guión de la final, aunque el Real Madrid lo maquilló en un santiamén en dos acciones de Hezonja y Tavares (56-61) para cerrar el cuarto.

El Unicaja había vuelto para quedarse y siguió complicando el partido al Real Madrid. Cada vez más cerca de la meta. Dos triples, de Osetkowski y Djedovic devolvieron la ventaja, que llegó a ser de tres (69-66) a siete minutos del final. Fue la mayor amenaza del cuadro malagueño en el partido, porque lo que vino después fue una carga de a caballería pesada blanca, ante la amenaza a un lustro de hegemonía en el torneo.

Fue un parcial de 0-11, con varias acciones de Poirier y un triple de Llull que enterraron las ilusiones cajistas hasta el 69-77 a 3:55 del término del duelo. Fue encomiable que el Unicaja, ya sin Díaz (tras un golpe en una rodilla ante Campazzo, proclamado MVP del torneo) y sin rastro de Barreiro, sin sus 'cincos', llegase vivo al último minuto a falta de esas dos acciones de inspiración, una en cada lado de la pista, que le dieran opciones de ganar, pero un mate estratosférico de Tavares (77-85) le puso el candado al decimocuarto título de Supercopa del Real Madrid. Fue bonito mientras duró el sueño, pero bravísimo Unicaja.