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Leandro Pavón
Sábado, 1 de octubre 2016, 01:13
Hoy día la mayoría de personas que cuentan con un teléfono móvil se ha familiarizado con el uso de los emojis. Incluso los más alejados de la tecnología se han acostumbrado a ellos, ya que su presencia ha saltado de las pantallas a la cartelería o a la propia ropa. Pese a que su generalización se ha llevado a cabo en la última década, la existencia de estas caritas que ponen sentimientos a las conversaciones que se tienen a través de dispositivos electrónicos cuenta con más de 30 años de historia.
Los emojis que actualmente se usan en Whatsapp tienen como antecedente más claro a los emoticonos. Estos fueron creados en 1982 por el profesor estadounidense Scott E. Fahlman para diferenciar el tono sarcástico de los mensajes que se intercambiaba con otros compañeros y alumnos a través de los tablones de anuncios o listas de distribución que por aquel entonces se utilizaban en un rudimentario servicio de Internet.
Pese a que para diferenciar estos mensajes empezaron a usar un asterisco al final de los textos, Fahlman propuso utilizar los signos :-), que vistos de lado aparentan una sonrisa. De esta forma nació el primer emoticon de la historia, a los que continuaron un sin fin de combinaciones entre los signos ofrecidos por los teclados, incluso mezclando letras y números que permitían una conversación más fluida. Aún a día de hoy se puede presenciar el extracto de la conversación que dio lugar a esta creación en la web de la Carniage Mellon University .
Esta lectura lateral de las caras no tuvo tanta aceptación en Asia Oriental, y una vez que el uso de emoticonos fue extendiéndose por todo el mundo, Japón creo su versión: los kaomoji, que se pueden ver de forma horizontal. Precisamente fue este país quien evolucionó el concepto de estos signos y buscó añadir dibujos al teclado de los dispositivos móviles. Con el nacimiento de los llamados 'buscas' o 'beepers' llegó el emoji.
Su creador fue Shigetaka Kurita, quien en 1995 cuando trabajaba en la compañía telefónica Ntt DoCoMo, pensó en añadir a los 'busca' PocketBell el símbolo del corazón junto al de los demás caracteres japoneses. Pese a que la iniciativa tuvo un éxito enorme, la compañía apostó por desarrollar el alfabeto latino en vez de más caracterizaciones como las del corazón, una decisión que les costó la pérdida de clientes a su principal competidor.
Kurita siguió creando emojis para el proyecto en el que trabajaba: el I-Mode, una plataforma de internet móvil que pudiera recuperar a los clientes perdidos tras el fiasco del PocketBell y que se centraba en previsiones meteorológicas. Fue entonces cuando el japonés intentó poner sentimientos a las conversaciones que se empezaban a mantener a través de la red y creó 176 imágenes de 12×12 píxeles de tamaño que pudieran abarcar todas las emociones humanas, inspiradas en dibujos manga y el kanji.
Pese a que esos emojis fueron incluidos en esta plataforma, la compañía no logró registrar el copyright de esas imágenes ya que se trataban de bocetos de muy poco tamaño y no aceptaron su proposición. Eso propició que otras empresas empezaran a sus propios dibujos, hasta que el lanzamiento del Iphone y la inclusión de los emojis en sus teclados terminó de estandarizar estas caritas, todo debido a la popularidad que alcanzó entre sus usuarios.
Finalmente fue la propia tecnología la que normalizó el uso de los emojis. Mientras que durante años los más utilizados fueron los de Messenger, programa de mensajería instantánea de Microsoft, el auge de los smartphones y sobre todo del Iphone generalizó en la sociedad este tipo de dibujos. Hasta aplicaciones como Skype o Facebook intentan traducir los emoticones que usan sus usuarios en emojis para darle un mayor colorido a las conversaciones. Pero lo que no se imaginaban ni Fahlman ni Kurita es que sus símbolos estarían presentes en pleno siglo XXI en el día a día de gran parte de oriente y occidente.
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