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Grupo de alumnos del Instituto en 1916. Archivo IES Vicente Espinel
A la sombra de la historia

Las huelgas escolares de principios del siglo XX

Víctor Heredia

Martes, 22 de julio 2025, 00:16

La enseñanza media pública malagueña no pasaba por sus mejores momentos en los primeros años del siglo XX. Los problemas se acumulaban para el Instituto: precariedad económica, edificio ruinoso y descenso del número de alumnos matriculados (por entonces todos eran varones). A estos se unieron otros, como el enfrentamiento con otras instituciones a propósito de la gestión del Acueducto de San Telmo, los abusos de los profesores en la venta de los libros de texto o las cada vez más frecuentes huelgas escolares.

Vamos a dedicar nuestra atención a la cuestión de los paros estudiantiles. El director Pérez Olmedo daba cuenta al rector el 13 de diciembre de 1904 de «los marcados síntomas de indisciplina de los alumnos de este Instituto, con objeto de anticipar las vacaciones, y las medidas adoptadas para que la Autoridad Civil de esta provincia evite cualquier desorden público que puedan producir fuera del Instituto». El adelanto de las vacaciones de Navidad mediante el recurso a la huelga era un hecho habitual en las universidades e institutos españoles. Desde los primeros días de noviembre los alumnos promovían tumultos y escándalos, negándose a entrar en clase y forzando la intervención de las fuerzas de orden público. Este problema dañaba el ya de por sí debilitado prestigio de la enseñanza oficial. Las penas académicas impuestas a los huelguistas tenían una escasa efectividad, por lo que no evitaban los paros y, generalmente, eran suspendidas al poco tiempo.

Los estudiantes malagueños volvieron a protagonizar una breve huelga en 1911, que se inició el 30 de noviembre en solidaridad con las protestas que estaban teniendo lugar en Madrid, Barcelona y otras ciudades. Casi un año después, el 11 de noviembre de 1912, los alumnos del Instituto promovieron otra huelga, esta vez en apoyo de los estudiantes madrileños de Ingeniería Industrial. El conflicto se prolongó hasta mediados de diciembre, cuando en la Universidad Central se reanudaron las clases y los alumnos malagueños hicieron lo mismo.

En 1913 se produjo una huelga cargada de incidencias. Tuvo su origen en unos sucesos ocurridos en Barcelona, donde un niño murió atropellado por un tranvía, lo que desencadenó una protesta contra los tranviarios. La policía cargó contra los estudiantes cuando estaban apedreando los tranvías y penetró en el recinto de la Universidad con el resultado de varios heridos. Como respuesta a estos acontecimientos se inició una huelga estudiantil que rápidamente se extendió al resto de España. En Málaga, el conflicto comenzó el 25 de noviembre, cuando «en el Instituto se tomó el acuerdo de no entrar a clase, dirigiéndose los estudiantes a la Escuela Normal y la del Comercio, solicitando de sus compañeros que secundasen su actitud». Celebraron una asamblea en la plaza de toros, en la que se acordó declarar la huelga en solidaridad con los compañeros de Barcelona y Madrid y pedir la liberación de los detenidos en ambas capitales.

Estudiantes repasando antes de un examen en 1931. Vida Gráfica

Los alumnos demostraron en esos días una gran capacidad de organización, reuniéndose en varias asambleas en las que se distinguieron algunos líderes en el seno de la comunidad estudiantil. El aumento de la tensión se hizo evidente el 3 de diciembre. Ese día se produjeron incidentes en el patio del Instituto, cuando algunos alumnos provocaron alborotos y destrozaron varias puertas. Como la policía no podía intervenir ya que tenía órdenes expresas de «no usar la autoridad dentro del Instituto», fueron los catedráticos los que consiguieron tranquilizar los ánimos. El conflicto concluyó el 6 de diciembre, cuando los estudiantes del Instituto se reincorporaron a las clases.

En el mes de noviembre de 1916 se declaró una nueva huelga escolar. En esta ocasión la iniciativa partió del alumnado de la Escuela Normal de Maestros, desde donde se extendió al Instituto, la Normal de Maestras y la Escuela de Comercio. Según los huelguistas, las reivindicaciones perseguidas eran la rebaja en los derechos del título de bachiller y, en el caso de los alumnos de Magisterio, protestar porque no se les permitía presentarse a oposiciones hasta tres años después de terminar los estudios.

El rector del distrito ordenó que se cumpliera el régimen disciplinario previsto, que contemplaba la entrada a examen de los temas que se deberían haber explicado durante la huelga y la pérdida de matrícula en algunos casos. Días después fueron los padres los que dirigieron al director del Instituto una instancia en la que proponían la constitución de un patronato escolar para la segunda enseñanza y solicitaban el levantamiento de las penas impuestas a los huelguistas. Finalmente, las clases se reanudaron el 8 de enero de 1917 tras haberse conmutado los castigos.

La reacción de los padres

Un grupo de padres de alumnos encabezado por José García Herrera presentó al claustro de profesores del Instituto un escrito fechado el 16 de diciembre de 1916. En el mismo afirmaban que «hace tiempo se siente en todas las provincias de España la necesidad, puesta de relieve en la prensa, en las corporaciones y más particularmente en el seno de la familia, de que la sociedad alimente en la clase escolar el respeto sano y disciplinado que la misión de enseñar y el deber de aprender exigen. No le falta al profesorado méritos, cultura pedagógica ni medios disciplinarios coercitivos para hacerse respetar, pero si la acción social no los secunda y refuerza, el resultado es un ambiente frío de temor, propicio a rebeliones colectivas». Aprovechaban la ocasión para ofrecer la creación de un patronato escolar de segunda enseñanza y, de paso, solicitar del claustro para sus hijos, afectados por las medidas disciplinarias adoptadas tras la huelga, «una conmutación discreta del castigo que no constituya lenidad para los culpables, pero sí benevolencia para las familias». Del patronato, que llegó a imprimir un reglamento, nunca más se supo.

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