La Málaga de Isabel Oyarzábal
víctor heredia
MÁLAGA
Viernes, 20 de agosto 2021, 23:58
Isabel Oyarzábal Smith fue una mujer que desplegó una intensa actividad en múltiples campos. Fue actriz, escritora, periodista, traductora, experta en folclore, inspectora de trabajo ... y otras muchas cosas, aunque su condición de primera mujer española en desempeñar una representación diplomática ya es suficiente para que goce de un reconocimiento que le ha sido esquivo durante décadas. Su compromiso político y su dominio de idiomas fueron causas más que suficientes para que la República la designara ministra plenipotenciaria en Estocolmo en 1936, cargo que mantuvo hasta su marcha al exilio al final de la guerra. Afortunadamente, en la actualidad existen numerosas investigaciones sobre su vida y su obra y su nombre empieza a ser conocido fuera de los círculos académicos.
A través de los textos de la propia Isabel, recogidos de sus libros de memorias ('Hambre de libertad' y 'Rescoldos de libertad. Historia de los republicanos en el exilio', que han sido traducidos del inglés por Andrés Arenas y Enrique Girón), podemos acercarnos a los recuerdos que guardó de su ciudad natal.
Vino al mundo el 12 de junio de 1878 en la calle del Peligro (hoy de Trinidad Grund), en el seno de una familia de la burguesía de la Alameda. Su padre, Juan Oyarzábal, era un comerciante que había contraído matrimonio con la escocesa Anne Smith, de religión protestante. La residencia familiar era «un edificio de dos plantas en Málaga, con habitaciones amplias y techos altos que daban a un encantador patio andaluz. Nuestro hogar era enorme y la costumbre en la Málaga de entonces era tener muchos criados a nuestro servicio, cuyos sueldos eran ciertamente bajos. En aquella época el servicio incluía cocinera y ayudante, dos doncellas, el ama y otra niñera, lavandera y ayudante, más dos mujeres que se encargaban de mantener relucientes los suelos de mármol y las escaleras».
Isabel, que era conocida familiarmente como Ella, recordaba los paseos por la Alameda con sus primos, los hijos de su admirada tía María, hermana de su padre y 'mujer fuerte' del partido liberal en la Málaga de finales del siglo XIX, que rivalizaba con otra pariente que lideraba a su vez en la sombra las filas conservadoras: Amalia Heredia. «Nuestros primos venían siempre primorosamente vestidos, cogidos de la mano de su madre o de la institutriz, mientras que yo correteaba a mis anchas con mis hermanos en compañía de otros niños de familia extranjera, sin preocuparnos lo más mínimo por nuestra apariencia».
Aunque la madre se convirtió al catolicismo más adelante, en sus primeros años los hermanos Oyarzábal gozaron de una formación religiosa muy abierta, acudiendo tanto a los oficios católicos como a los protestantes. Isabel rememoraba así las ceremonias en la Catedral: «Me gustaban más las misas católicas, entre otras cosas porque eran más cortas que las protestantes. Durante el transcurso del acto tocaban el órgano mientras que los canónigos cantaban los oficios y a mí aquella música me recordaba el sonido de las olas rompiendo contra las rocas en las raras ocasiones en que había tormenta en Málaga».
La velada en el Hernán Cortés que cambió su vida

Rafael López Oyarzábal, primo de Isabel, la invitó a una fiesta en honor de María Tubau que se celebró en los jardines del Hernán Cortés en 1905. Allí pudo conocer a la famosa actriz y a su marido, Ceferino Palencia, que con el tiempo serían sus suegros. «Se oía el susurro de las olas al golpear contra la orilla y fragmentos de canciones entonadas por los marineros que sacaban las redes no lejos de allí». De aquel encuentro surgió la oportunidad de trasladarse a Madrid para hacer una prueba y, sobre todo, «de cambiar el rumbo de mi vida», lo que causó cierto escándalo en la buena sociedad malagueña. Desde entonces, Isabel regresó en contadas ocasiones, a pasar algunas vacaciones en la finca de su hermano en Benajarafe (durante su infancia había acudido regularmente a la casa familiar de Alhaurín) y a dar una conferencia en 1932 invitada por la Sociedad Malagueña de Ciencias, que la incluyó entre sus miembros. Una revista local de la época comentaba que esta «malagueña ilustre, que en Madrid desarrolla una labor en extremo fecunda y simpática, no es conocida en su tierra como merece».
Isabel estudió hasta los catorce años en el Colegio de la Asunción. A esta etapa dedica bastantes páginas de 'Hambre de libertad', mostrando el choque que para ella supuso salir del núcleo familiar para vivir como interna en el Colegio de Barcenillas: «No tengo demasiados recuerdos de aquellos primeros meses en el convento salvo que no me sentía demasiado feliz allí. Sólo tenía siete años por aquel entonces, me habían privado de todo lo que me gustaba y no había recibido nada a cambio. El convento estaba situado en unos hermosos terrenos al pie del monte de Gibralfaro y yo solía contemplar el sol colándose entre los eucaliptos y los setos de exuberantes geranios hasta que me desesperaba pensando que no podía salir a la calle».
Salió del colegio y se integró en la sociedad local como una muchacha más de la burguesía local de fin de siglo. Participó en obras de teatro con carácter benéfico en el Teatro Cervantes, presidió una corrida de toros en La Malagueta, estuvo en la recepción que se le hizo al joven rey Alfonso XIII en 1904 y hasta tuvo oportunidad de bailar con el duque de los Abruzos –príncipe italiano que fue un famoso explorador de la época- en los salones del Liceo, en la plaza de San Francisco–. Escribía nuestra protagonista: «Aquel invierno dimos muchas fiestas. Nuestra casa se convirtió en uno de los centros de la vida social de la ciudad. De hecho, conocí a muchos jovencitos, pero me parecieron algo vacíos. La dorada juventud de Málaga no me resultaba demasiado atractiva».
El ambiente provinciano empezaba a convertirse en opresivo para una Isabel que ya contaba 27 años. Entonces se marchó de su ciudad natal para iniciar una carrera como actriz que pronto se truncó para dar paso a la apasionante biografía de una de las españolas más importantes del siglo XX, fallecida en el exilio mexicano en 1974.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.