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Patio y fuente antes de la rehabilitación. V. H.
A la sombra de la historia

Historia de una casa: Álamos, 38

Víctor Heredia

Miércoles, 16 de julio 2025, 00:30

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Cada casa tiene una historia. En la mayoría de las ocasiones resulta difícil disponer de datos para seguirla pero, a veces, la documentación nos permite trazar con cierto detalle la trayectoria de algunos edificios. Como ocurre con el de la calle Álamos 38, una antigua casa principal que acaba de ser sometida a una profunda rehabilitación.

Todos los inmuebles de la acera derecha (la de los números pares) de las calles Carretería y Álamos tienen su origen en un acuerdo del Cabildo municipal aprobado en 1721. Entonces el Ayuntamiento decidió ceder gratuitamente los terrenos existentes delante de la muralla, en el tramo comprendido entre las Puertas Nueva y de Granada, a aquellos regidores que mostrasen interés en construir en ellos. La cesión se hacía con la única condición de que cubriesen con un arco el foso de la muralla que correspondiera a la extensión del solar concedido.

Uno de esos solares pasó por varias manos sin que nadie lo edificara. El regidor Mateo Sedeño y Gudiel transmitió la propiedad en 1768 a la Congregación de San Felipe Neri, la cual lo vendió al escribano Joaquín de Zistos. Éste, a su vez, enajenó el solaren 1772 a favor de Bernabé Enríquez de Mendoza por 6.000 reales. Éste labró una casa principal con un almacén. En su fachada destaca el gran balcón de la primera planta y el cierro enrejado semicircular de la segunda, un elemento singular en la arquitectura civil malagueña de la época. En el patio instaló una fuente de mármol alimentada con una paja de agua que compró al Ayuntamiento.

La nueva casa no perteneció a Enríquez mucho tiempo, ya que el 9 de junio de 1774 se la vendió al militar Bartolomé de Urbina, caballero de la Orden de Santiago y comendador del Campo de Criptana, en la cantidad de 80.000 reales. Urbina participó en varios acontecimientos bélicos de la segunda mitad del siglo XVIII, como el sitio de Gibraltar de 1779-1783, y en Málaga fue uno de los fundadores de la Sociedad Económica de Amigos del País. Estaba casado con la gallega Manuela Gayoso y Araújo Mariño de Lobera.

Urbina murió en 1794 en Gerona, durante la Guerra de los Pirineos o del Rosellón, siendo brigadier de los Reales Ejércitos y coronel del Regimiento Provincial de Málaga. Gayoso falleció el 17 de agosto de 1804, durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó la ciudad. Como murió por el contagio, se quemaron los muebles que existían en su alcoba. Urbina había encargado a su mujer que, puesto que no habían tenido hijos, designara a la Congregación de San Felipe Neri como heredera de los bienes de ambos. La casa principal de la calle Álamos estaba señalada por entonces con el número 16 de la manzana 79, posteriormente con el número 44 y actualmente con el 38.

Los filipenses arrendaron la casa y el almacén a Tomás Livermore y Page, inglés de sangre irlandesa, que poseía una industria de curtido de pieles en el barrio de Capuchinos. El matrimonio formado por Livermore y su esposa, la sevillana Petronila de Salas, habitó durante muchos años en este edificio, en el que se criaron sus seis hijas, algunas de ellas casadas con importantes personalidades de su tiempo: Isabel contrajo matrimonio con el empresario Manuel Agustín Heredia en 1813; Petronila con el banquero José de Salamanca, y Matilde con el escritor y político Serafín Estébanez Calderón poco después.

La casa, en una foto de la década de 1940. Biblioteca Virtual de la Provincia de Málaga

En la casa de los Livermore

El escritor Hernández Girbal reconstruye con cierto romanticismo e imaginación el ambiente de la casa de los Livermore: «La casa la tenían muy bien alhajada, con muebles antiguos, ricas alfombras y cuadros de mérito adquiridos en varias almonedas. No había en ella, sin embargo, nada ostentoso y exagerado. Todo, elegido con gusto y ordenado con tacto, transpiraba intimidad. De ahí la atmósfera amable que allí reinaba, y ahí también estaba la razón de que el joven Salamanca aprovechase cualquier ocasión para acudir a casa de los Livermore».

Tomás Livermore seguía teniendo arrendada la pequeña mansión en la década de 1830. En 1836 la finca se vio afectada por la desamortización eclesiástica y pasó a la Administración de Bienes Nacionales. Diez años después fue entregada, junto con todos los bienes que habían sido de los filipenses, al nuevo Instituto Provincial de Segunda Enseñanza.

Por esos años el inmueble estuvo alquilado por el militar Félix de Llanos, teniente coronel de Artillería y primer jefe de la Brigada de África. El almacén del piso bajo se arrendaba separadamente, teniendo como inquilina durante algún tiempo a Francisca Mongrand. La ley de desamortización civil promulgada por el ministro Madoz propició que la casa fuera subastada y vendida en 1856 por el Estado a Andrés Rodríguez, a quien seguirían otros propietarios.

El cuartelillo de los 'disgustaos'

En los primeros años del siglo XX la casa fue residencia temporal de la comunidad de jesuitas, hasta que en 1910 se trasladó a su nuevo edificio de la calle Compañía. Seguidamente albergó las dependencias de las fuerzas del Cuerpo de Seguridad, por lo que la gente empezó a llamarla el 'Cuartelillo'. La Ley de Policía de 1908 había consolidado la existencia de dos cuerpos: el de Vigilancia, de carácter civil y con agentes vestidos de paisano, y el de Seguridad, militarizado y con uniforme. Este último ejercía labores de prevención de delitos y sus agentes patrullaban en parejas. Francisco Bejarano recuerda que «las parejas de servicio iban separadas y cada uno de los guardias por una acera, con el barbuquejo echado, la mirada avizora y el andar lento y seguro, y en silencio, fácilmente se comprenderá el nombre popular de serios que se les dio en muchas ciudades, que aquí en Málaga se acentuó con el remoquete de disgustaos, cosa que como es natural nadie se atrevía a decir delante de tales agentes de la autoridad».

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