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Confirman la condena a un hombre por abusar de su hijastra de 12 años, que dejó una carta a su madre: «Lo odio porque me viola»

Al hombre se le ha impuesto la pena de 12 años de prisión y tiene otro procedimiento abierto por posesión de pornografía infantil

Viernes, 25 de febrero 2022, 10:11

«Lo odio porque me viola». No podía decirlo con palabras. La niña de 12 años lo dejó escrito en un papel, que su madre encontró junto a la pequeña mientras lloraba en la habitación. De esa manera destapó que llevaba llevaba meses viviendo una auténtica pesadilla en su propia casa, con episodios de tocamientos y agresiones sexuales que se repetían más de una vez por semana, cada vez que el padrastro se quedaba al cuidado de la menor. El hombre fue condenado a 12 años de prisión por la Audiencia Provincial número 3 de Málaga, sentencia que ha confirmado recientemente el Tribunal Superior de Justicia, desestimando así el recurso de apelación interpuesto por el procesado.

Según se detalla en la resolución judicial, estos abusos tenían lugar con frecuencia cada vez que se quedaban a solas en la vivienda en la que convivían. El individuo aprovechaba que era quien estaba al cuidado de la pequeña cuando la madre se iba a trabajar para abusar sexualmente de la menor. El terror comenzó en marzo de 2017 y no terminó hasta diciembre del mismo año, cuando la niña, superada por la situación y el pánico que esta le provocaba, quiso marcharse de casa. Así quedó probado en el juicio, en el que la familia estuvo representada por el abogado malagueño Luis Entreambasaguas.

Todo empezó un día de marzo de 2017. La progenitora no estaba en casa. El padrastro y la niña, como era habitual, estaban viendo la televisión. Les unía una relación de confianza, lo que el hombre utilizó para, repentinamente, desnudarse y retirar las bragas a la víctima, que se quedó paralizada. Entonces empezó a restregar su miembro erecto contra los genitales de la pequeña y a realizarle tocamientos, presionando con los dedos hasta el punto de hacerle daño.

Él se vistió, la niña se marchó a su dormitorio. Sentía miedo y vergüenza y creía esto que no volvería a suceder, como recoge la resolución. Pero a este primer episodio le sucedieron muchos más. Entre los meses de marzo y diciembre de 2017, el individuo continuó abusando sexualmente de ella, lo que hacía entre una, dos y tres veces por semana. Y cada vez con mayor intensidad.

En otra ocasión, el procesado agarró la mano de la niña y la colocó sobre su pene erecto, poniendo su mano encima para que no pudiera escapar. Aquel día la forzó a que le realizara movimientos masturbatorios, besándola en los labios y los pechos. También llegó a ponerse a horcajadas sobre la víctima, que estaba tendida en la cama, para intentar que ella le realizara una felación, al tiempo que le apretaba el cuerpo con las piernas a la altura de los brazos para evitar que se moviera. La niña, presa del miedo y del asco, permaneció con la boca cerrada mientras el condenado pasaba su miembro por sus labios.

Durante ese año, el procesado practicó sexo oral a la menor en repetidas ocasiones. Según iba avanzando en este tipo de prácticas, intentó mantener plenas relaciones sexuales, como se expone en el fallo judicial. El hombre intentó introducir su pene en la vagina de la víctima en varias ocasiones, tumbándose sobre ella cuando estaba totalmente desnuda y realizando movimientos de vaivén. No lo consiguió dada la escasa edad de la niña y la oposición que mostraba por el dolor que le causaba. También trató de penetrarla de forma anal al menos en tres ocasiones, mientras la pequeña se resistía dándole empujones.

La niña tenía auténtico miedo a romper su silencio porque pensaba que su madre se enfadaría con ella. Pero hubo un día en el que ya no podía más. El 22 de diciembre decidió acabar con esta situación marchándose de la vivienda. Aquella mañana dejó una carta en el buzón y mandó un mensaje de texto a su progenitora: «Adiós mami, hay una carta para ti, donde se ponen los correos». La mujer, alertada y sin sospechar que su pareja podía ser el causante, lo puso en aviso. Nunca llegó a leerla porque él la retiró del buzón, recogió todas sus pertenencias y se fue con urgencia del domicilio.

Horas después, la madre recibió otro mensaje de la pequeña, avisándole que estaba de nuevo en la casa. Al acabar su jornada laboral, la mujer la encontró en la cama, llorando. Junto a ella había un papel en el que escribió que odiaba a la persona con la que mantenía una relación sentimental porque la violaba.

La progenitora puso la denuncia al día siguiente y entregó a los agentes de la Policía Nacional una serie de dispositivos de almacenamiento que pertenecían al procesado. Los investigadores encontraron imágenes de pornografía infantil tras recibir la autorización judicial para su volcado, hechos que dieron lugar a otro procedimiento que todavía está abierto.

La menor, a consecuencia de estos hechos, se encuentra en tratamiento psicológico desde entonces. Según se expone en el fallo judicial, presenta alteraciones psicológicas que precisan de una intervención especializada debido a los síntomas postraumáticos que padece, con elevado sentimiento de culpa y miedo relacionado con la vivencia sexual, así como déficit de autoestima, de habilidades sociales y el deterioro de la relación maternofilial. «Su sintomatología postraumática se manifiesta al experimentar pensamientos recurrentes y pesadillas sobre la vivencia sexual, elevado malestar y bloqueo emocional sobre el recuerdo de los hechos».

El acusado, además de ser condenado a 12 años de prisión, no podrá acercarse al domicilio de la víctima ni a su colegio a menos de 500 metros y tiene prohibido comunicarse con ella por cualquier medio por el plazo de 15 años. También tendrá que indemnizar a la menor con 70.000 euros en concepto de responsabilidad civil. El fallo señala que se le concede la libertad vigilada una vez que cumpla 8 años de prisión.

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