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Imagen captada por bañistas durante un alijo en Estepona, este mes de julio. SUR
El narco pisa el acelerador en la Costa del Sol

El narco pisa el acelerador en la Costa del Sol

El verano arranca con un gran aumento del movimiento de mercancías y una mayor frecuencia de alijos a plena luz del día en Málaga

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Domingo, 9 de agosto 2020, 00:58

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Entre cubos de playa, toallas y sombrillas corren una docena de chavales. La mayoría ronda los veinte. No se ocultan el rostro, saben que no sirve de nada: lo importante es hacer rápido el trabajo y cualquier objeto que dificulte la tarea estorba. Llevan ropa cómoda, zapatillas deportivas y están dispuestos a todo con tal de alejarse lo antes posible del punto caliente. Los bañistas malagueños están empezando a familiarizarse con este espécimen, que este verano ha aumentando la frecuencia de sus alijos en el litoral malagueño. El narco está apretando el acelerador para mover la mayor cantidad de mercancía en la cada vez más asentada puerta de Europa al hachís procedente del norte de África, lo que se ha traducido en un mes de julio repleto de persecuciones entre patrulleras de la Guardia Civil, operaciones encubiertas y carreras por la arena. Todo ello en un momento marcado por la necesidad de cambiar los hábitos logísticos de los alijos.

El mes de julio ha sido especialmente efervescente en cuanto al movimiento de hachís por vía marítima. Un agente especializado en la lucha contra el narcotráfico explica a SUR que ha llegado a haber una secuencia de diez días seguidos con uno o dos avisos diarios de bañistas que han avistado a grupos de personas sacando paquetes de embarcaciones a pie de playa. Muchas de ellas llegaron a la luz pública gracias a las grabaciones de los testigos, una costumbre cada vez más habitual entre quienes presencian las carreras y los acelerones de los coches que esperan a los porteadores.

Uno de estos casos acabó en una aparatosa persecución en Fuengirola, donde la Guardia Civil había acorralado a una embarcación que terminó encallando en la orilla. Los bañistas ayudaron a los agentes a localizar a los pilotos, que acabaron detenidos.

Esta efervescencia responde a múltiples factores, indica el experto. La lucha contra la producción en el lugar de manufacturación de la droga, los cambios normativos en España y la urgencia por mover mercancía tras la cuarentena y el confinamiento han derivado en una tormenta perfecta dentro de la que los narcos están apretando mientras intentan reducir riesgos en busca de nuevos puntos de descarga, aunque ello implique, paradójicamente, tener que ser vistos.

La variable más determinante es la presión policial en origen: desde principios del año 2020 han aumentado considerablemente el número de detenciones relacionadas con el narcotráfico en la costa norte africana, al igual que las solicitudes de extradición de Marruecos a personas que se encontraban en suelo español. El agente lo resume con un indicador claro: «Hace unos años, los narcotraficantes tenían las embarcaciones amarradas en ensenadas a plena vista en la costa norte, eso ya no es así». El cambio se ha traducido en un «esfuerzo logístico» más engorroso para mover la droga de un punto a otro, lo que implica que las operaciones sean más aparatosas, menos limpias y, sobre todo, más visibles, relata otro agente que trabaja día a día contra las mafias del tráfico de hachís.

Hace uno o dos años, las transacciones marítimas contaban con un barco de gran calado que amarraba a varias millas de la costa, lejos de la vigilancia de las autoridades. Esta embarcación hacía las veces de nodriza, a la que acudían las conocidas como 'narcolanchas' o 'gomas', unas barcas modificadas, aligeradas y con grandes motores fueraborda que fueron prohibidas en 2018 para evitar su uso ilícito (y principalmente el hecho de que pudieran atracarlas en España en cualquier puerto).

Este verano de 2020 los narcotraficantes están teniendo que emplearse «a fondo» para conseguir que la droga toque tierra, explica el agente. Para ello, de esas grandes nodrizas parten otras embarcaciones de tamaño considerable, que no son tan rápidas como las 'gomas', y que precisan en muchos casos de otros vehículos marítimos más pequeños para culminar el transporte, como motos de agua o pequeñas barcas a motor de pocos metros de eslora: chalupas, embarcaciones de recreo y similares en las que mueven cantidades menores de hachís.

Imagen principal - El narco pisa el acelerador en la Costa del Sol
Imagen secundaria 1 - El narco pisa el acelerador en la Costa del Sol
Imagen secundaria 2 - El narco pisa el acelerador en la Costa del Sol

«Si vas cualquier fin de semana a una playa normal, es fácil ver que hay muchísimas embarcaciones moviéndose, que van al fondo, vuelve, una y otra vez». Esta práctica fue detectada por los agentes hace ya tiempo, especialmente tras la prohibición de las 'narcolanchas', pero este verano se ha terminado de «asentar» por la urgencia y la necesidad de conseguir que no cese el flujo de mercancía.

Esta nueva y compleja logística propicia también que las operaciones sean más visibles no solo por el aumento de embarcaciones y personas que participan en los desembarcos. También porque las 'ventanas' –así se conoce en el argot policial a los momentos exactos en los que los narcos saben que pueden actuar sin que las autoridades tengan margen de capturarlos– son «más estrechas». «Hemos visto casos de embarcaciones que salían de Málaga para alijar y se han pasado una o dos semanas en alta mar, esperando», desvela el experto.

De hecho, estas largas estancias fuera de un caladero seguro también han propiciado que el narco se exponga más en las playas malagueñas. «Las embarcaciones necesitan combustible, comida, y eso implica ir a tierra y cargar determinados materiales». Uno de los agentes afirma que muchos de los vídeos que han circulado este mes de julio no siempre eran alijos como tal, sino «avituallamientos» y cambios de tripulación necesarios para esperar a que se abriese la 'ventana'. En otras ocasiones, lo que los bañistas presencian como un alijo es la embarcación de un hombre-garantía, es decir, un miembro de la organización que está comprando la droga y que viaja en una de las lanchas que van a alijar en la costa para asegurarse de que el proceso se cumple sin traiciones.

«Un duro golpe»

La caída del narcoembarcadero de Almayate, detectado por la Guardia Civil el 21 de julio, fue «un duro golpe» para las redes de narcotráfico. «Era un punto de acceso perfecto, abrían la verja, entraban las barcas, con un torito las sacaban del agua y listo«. Ese tipo de lugares son cada vez menos habituales, de ahí que tengan que buscar nuevas fórmulas para mantener el flujo de mercancía.

Pero todos los expertos consultados coinciden en un punto: el narco «se adapta». «Si atacamos por aquí, ellos evolucionan en otra dirección». Ahora mismo están empleando la ecuación del «menor riesgo posible», aumentando el coste del movimiento porque las operaciones implican más personal y más combustible. Aun así, pese a lo visible de la lucha marítima contra el narcotráfico, el transporte por carretera sigue siendo el gran filón del narco para mover la droga desde el norte de África hasta Europa.

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