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Dietas de moda

Dietas de moda

La palabra moda no debiera de asociarse a la ingestión de alimentos pero es innegable el fuerte condicionamiento social que imponen determinadas tendencias

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Domingo, 17 de febrero 2019, 00:40

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La ciencia de la alimentación goza, actualmente, de una notoriedad impensable hace tan solo una década, en los últimos 20 años se han publicado más estudios y con más calidad que los anteriores 200. Sabemos más que nunca pero cuanto más entendemos nuestro metabolismo mayores son las evidencias de las complejas interacciones que subyacen a la hora de nutrirnos. Es por este motivo por el que nuestra nutrición tiene que estar, únicamente, condicionada por la realidad científica y la idiosincrasia de la cultura a la que pertenezcamos. Idiosincrasia cada vez más cuestionada por una uniformidad en el yantar que impone una sociedad globalizada e hiperconectada.

Hoy por hoy personas sin la formación necesaria defienden o critican de forma vehemente estilismos alimentarios como las dietas cetogénica, nórdica o royalty. La consistencia en su argumentación, muchas veces, no depende de sólidas evidencias fisiológicas ni de avanzados conceptos en química alimentaria sino de que una determinada celebrity u otra sigan una opción en concreto.

A la moda

Esto cambia y como pasa en otros órdenes de la vida no está claro quienes protagonizan la vanguardia en tendencias dietéticas pero no parece que lo hagan sesudos científicos con estudios recién publicados.

Hace unos años que el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) publica un listado con los regímenes que mayor seguidismo o permeabilidad mediática han tenido en España durante el último año. Dicho ranking tiene bastante utilidad ya que clasifica las opciones en recomendables o todo lo contrario argumentando de forma sencilla y sin alambicar demasiado el lenguaje. Además relata los famosos que hacen apología de determinadas tendencias desmontando la idea de que poseer fama y dinero te evita meter la pata hasta el corvejón en lo que a alimentarse se refiere.

No están mal

Dietas como la royalty o la de alta densidad de nutrientes donde las calorías vacías y los hidratos de carbono simples brillan por su ausencia. Teniendo todo el protagonismo las proteínas y grasas de calidad, sin abusar de las carne rojas, así como frutas y verduras de temporada que completen los niveles óptimos de de vitaminas, fibra y minerales.

Dieta nórdica donde se eligen las opciones más sanas que dominan en la península escandinava. Frutas y verduras con especial protagonismo de bayas y frutos rojos, cereales integrales y proteínas de origen animal procedentes del pescado azul y la carne blanca. La proporción de grasas es completada con aceite de colza y es que cantaría mucho ver un olivo plantado cerca de un fiordo noruego.

Ayuno intermitente o la dieta vegana. Estas dos opciones exigen un estricto control por parte de un especialista pero de hacerse en esas condiciones pueden ser dos alternativas sanas. Condicionantes que no podrán ser ignorados como, por ejemplo, equilibrar los ayunos y la suplementación en vitamina B12 respectivamente.

Nada recomendables

Dieta de las 800 Kcal y de los tés detox y cafés adelgazantes. Son dietas muy restrictivas que no alcanzan los requerimientos diarios de cualquier organismo. Pueden acarrear multitud de problemas derivados de la carencia nutricional. Su punto de enganche es la rápida pérdida de peso, que en la opción de los tés, se ve reforzada por los efectos diuréticos y laxantes de algunos de los brebajes que recomiendan. Por supuesto, la pérdida de peso será temporal puesto que el efecto rebote no tardará en aparecer

Dieta de los grupos sanguíneos. Una auténtica tomadura de pelo sin base científica alguna dónde, supuestamente, los alimentos tendrán una aceptación u otra por parte de nuestro cuerpo dependiendo de nuestro grupo sanguíneo. La base de este razonamiento, carente de cualquier rigor, es que los grupos sanguíneos aparecieron en momentos diferentes de la historia culinaria de la humanidad y básicamente tenemos que ser forofos de lo que, al parecer, se comía en esa época.

Dieta cetogénica donde limitamos el consumo de hidratos de carbono aumentando el protagonismo de grasas y sobre todo de proteínas. Las alteraciones pueden variar desde el aumento del ácido úrico hasta la complicación del perfil lipídico con riesgo cardiovascular y un prometido efecto rebote en lontananza.

Cabeza y sentido común

David Hilbert fue un matemático alemán que afirmó «la física es demasiado importante para ser dejada a los físicos» no hace falta caer en la pedantería de nuestro amigo teutón pero lo cierto es que las opiniones vertidas en temas de nutrición tienen que estar avaladas por un mínimo de formación y rigor necesarios. Hemos visto como un grupo de opciones dietéticas se pueden manejar entre la sensatez y el esperpento.

Nuestra nutrición no debiera depender de modas ni estar influenciada por actores o actrices de intachables medidas. Esto es algo mucho más serio, se trata de adquirir estilos de vida saludables donde la sensatez y la evidencia científica vertebren nuestras decisiones. Decisiones que no pueden verse condicionadas por los cantos de sirena del cortoplacismo, las medias verdades y los charlatanes sin formación.

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