
La bronquiolitis alcanza el pico de máxima incidencia en España, ¿cómo hay que actuar?
Al tratarse de una enfermedad que afecta principalmente a los menores de 2 años, aumenta la preocupación de los padres que suelen acudir a los pediatras con angustia y muchas dudas
Raquel Merino y agencias
Málaga
Sábado, 7 de diciembre 2019, 12:09
Desde la semana pasada se está viviendo en España el pico de máxima incidencia de bronquiolitis aguda, que puede prolongarse durante al menos seis semanas más. Así lo ha puesto de manifiesto la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, integrada en la Asociación Española de Pediatría (SEUP).
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«Estamos ante el inicio de lo que llamamos la epidemia de los niños más pequeños, ya que esta enfermedad afecta principalmente a los menores de 2 años. Y es que hay un incremento importante del número de casos atendidos en las consultas de atención primaria y en los servicios de Urgencias hospitalarios», comenta el presidente de SEUP, Francisco Javier Benito Fernández.
En España se producen cada año alrededor de 100.000 episodios de bronquiolitis en niños menores de 2 años. Entre un 15 y un 20 por ciento, acaban hospitalizados, especialmente los menores de 6 meses.
Qué es la bronquiolitis
La bronquiolitis es una infección de los pulmones y del aparato respiratorio, causada por varias clases de virus. El más frecuente es el denominado Virus Respiratorio Sincitial, conocido comúnmente por sus siglas VRS. Otros virus menos frecuentes son el de la gripe, parainfluenza, adenovirus y metapneumovirus. La enfermedad afecta a los bronquios, fundamentalmente a los más finos. Lo que en los adultos no deja de ser un resfriado común, en los más pequeños llega hasta los bronquios y bronquiolos provocando una inflamación y obstrucción con el consiguiente cuadro de tos y dificultad respiratoria.
Según la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, es muy frecuente que tras una bronquiolitis, sobre todo si el menor ha precisado hospitalización, en los siguientes meses o incluso años puedan repetirse episodios con síntomas similares: tos con o sin fiebre, dificultad para respirar y pitidos en el pecho. Incluso, algunos trabajos de investigación demuestran que los niños que han padecido bronquiolitis durante los primeros meses de vida, tienen un mayor riesgo de desarrollar asma durante la segunda infancia y adolescencia.
Factores de riesgo
Los lactantes menores de 3 meses son los que tienen más riesgo de hospitalización y de entre ellos, los prematuros. Otros factores de riesgo son:
- Menores de 6 meses
- Enfermedades de base: cardiopatías congénitas enfermedad pulmonar crónica (displasia broncopulmonar, fibrosis quística, anomalías pulmonares congénitas), enfermedad neuromuscular e inmunodeficiencias.
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- Tabaquismo en el entorno.
- Ausencia de lactancia materna
Además puede afectar la asistencia a guardería, tener hermanos mayores y la exposición al tabaco durante la gestación.
Sintomatología
Lo habitual es que el niño comience con los síntomas de un resfriado: tos durante dos o tres días, mucosidad y a veces fiebre, señala la Sociedad Española de Neumología Pediátrica. La tos puede persistir y el pequeño puede comenzar a respirar más deprisa y con dificultad. Este es el momento de acudir al pediatra.
Signos de alarma
La Sociedad Española de Neumología Pediátrica considera que si el niño presenta cualquiera de estos síntomas debe acudir de inmediato a un centro sanitario.
- Si está vomitando y no puede retener los líquidos. Puede estar deshidratado por la falta de apetito o los vómitos, y los pañales están más secos de lo normal.
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- Si está más soñoliento de lo habitual
- Si su piel se torna de color morado, especialmente alrededor de los labios o en las yemas de los dedos. Si se pone pálido y sudoroso.
- Si se fatiga mucho con las tomas y casi no come.
- Si respira peor, respira cada vez más deprisa, se le marcan las costillas, mueve mucho el abdomen, se le hunde el pecho o deja de respirar durante segundos.
- Si padece una enfermedad de corazón o fue prematuro. En estos casos, hay que contactar con el médico cuando aparecen los primeros síntomas.
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Tratamiento
Al tratarse de una enfermedad producida por virus no tiene tratamiento. Los antibióticos no son útiles ya que únicamente son efectivos en las infecciones bacterianas. El presidente de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, Francisco Javier Benito Fernández, incide además en que los medicamentos que se utilizan para el asma no sirven para la bronquiolitis aguda, a pesar de que ambas enfermedades tengan algún parecido.
Y entonces, ¿cómo se trata? En general la bronquiolitis es una enfermedad benigna, que evoluciona bien y que únicamente requiere medidas de soporte en el propio domicilio (siempre previa consulta al pediatra) que consisten en:
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- Realizarle lavados nasales frecuentes y aspirar las secreciones de la nariz.
- Procurar bajarle la fiebre y mantenerlo bien hidratado (administrar líquidos y alimento -por la edad el pecho o los biberones- de forma frecuentes y en pequeñas cantidades, para evitar que se fatigue)
- Mantenerlo algo incorporado, esto le ayudará a respirar mejor.
la bronquiolitis se cura en unas dos o tres semanas y únicamente los niños que son hospitalizados necesitarán, en algunos casos, ayuda con aparatos para respirar mejor.
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Prevención
La bronquiolitis se contagia como un resfriado, es decir, a través del contacto cercano con saliva o moco, y por las manos.
Por ello, hay que evitar acercar a los niños -sobre todo a los menores de seis meses- a personas que estén acatarradas, estornudando o tosiendo. Si son los padres o los cuidadores del menor los que están resfriados, estos deben llevar mascarilla.
Los miembros de la familia y, en especial si tiene hermanos pequeños que van a la guardería o colegio, deben lavarse las manos con agua y jabón de manera frecuente siempre que vayan a tocar al pequeño o cualquiera de sus utensilios (chupetes, biberones, juguetes...).
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Sobre todo, entre los meses de noviembre a marzo, resulta aconsejable no acudir a sitios muy concurridos como autobuses, centros comerciales o fiestas infantiles.
Y, por supuesto, hay que evitar el contacto con el humo del tabaco.
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