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La tienda china de moda Shein identifica las tendencias en tiempo real y es capaz de diseñar más de 5.000 nuevas referencias al día. Como apunta la OCU, ha convertido la 'moda rápida' en 'ultrarrápida', gracias a un uso innovador de las nuevas tecnologías, los algoritmos y la inteligencia artificial.
Pero detrás de esta capacidad tecnológica, la organización de consumidores y usuarios enfatiza que se encuentra la fortaleza competitiva del modelo chino que se basa en bajos costes laborales, bajos costes de la energía y escasos requisitos medioambientales. No es algo de lo que solo se beneficie Shein, la OCU apunta a que también lo hacen otras grandes cadenas de moda rápida europeas. Pero la diferencia, según afirma la organización es que, mientras estas últimas «están dando paulatinamente un giro hacia una mayor sostenibilidad«, Shein todo lo contrario: «está dando pasos de gigante en la dirección equivocada animando a comprar mucha cantidad de ropa de poca calidad que pronto acabará en la basura».
«¿Qué tiene Shein para que las ONG estén alarmadas?». La OCU se hace esta pregunta para realizar un análisis de ese supuesto «lado oscuro» tras el éxito alcanzado por la cadena china 100% online, que ni siquiera cuenta con tiendas físicas (más allá de las llamadas 'pop up store' temporales) y que debe gran parte de su popularidad al uso de influencers en redes sociales como Tik Tok, donde triunfan sus videos 'Shein Haul'.
Por no hablar, claro, de sus bajos precios, de su amplio catálogo de prendas, tallas (incluidas grandes) y artículos variados (todo lo que busques está en Shein), así como el uso de algoritmos, reseñas incentivadas (como los puntos canjeables para nuevas compras a cambio de publicar comentarios y los descuentos casi permanentes por un mínimo de compra), y trucos para aumentar la frecuencia de uso que hacen prácticamente irresistible la compra compulsiva.
Pero, tras todo esto la OCU apunta a otra realidad. Por una parte, las condiciones en las que se encuentran sus trabajadores. «Para producir tan rápido y tan barato, Shein tiene una red de proveedores que se nutre de subcontratistas en talleres locales, pequeños e informales, a menudo con deficientes condiciones de seguridad (sin salidas de emergencia, con rejas en las ventanas, pasillos llenos de mercancía…)», afirma la OCU. Basándose en distintos informes de ONG e investigaciones periodísticas, la organización de consumidores señala que «muchos talleres pagan por prenda fabricada» sin tener presuntamente contratados a sus empleados. Además, destaca que muchos de estos trabajadores se estarían enfrentando a jornadas de más de 75 horas a la semana, con una media de 11,5 horas al día y solo un día de descanso al mes, «todo ello prohibido incluso en China».
La OCU también se hace eco de varias investigaciones, entre ellas una reciente de Greenpeace, en el que se asegura haber encontrado químicos tóxicos y peligrosos en prendas de Shein, como ftalatos (que son disruptores endocrinos), formaldehido y metales pesados que presuntamente superaban los límites permitidos en la Unión Europea. Todo ello con el que consecuente perjuicio para el medio ambiente una vez que las prendas u otros productos se tiran a la basura. «Esta moda de usar y tirar se convierte rápidamente en residuos, algo muy perjudicial para el entorno», enfatiza la organización.
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