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Las dos caras de la luna.

Mitos (en su mayoría), y (pocas) verdades sobre la Luna

Nuestro satélite es causa de una fascinación que se ha ido forjando durante los miles de generaciones de nuestra especie. Sin embargo, más allá de las mareas, de su luz y del poder que su presencia produce en nuestra imaginación, apenas tiene influencia en la vida sobre la tierra

LUIS FELIPE ROMERO

Lunes, 9 de marzo 2020, 01:11

Cuando escribes de ciencia, pocas son las ocasiones en las que sabes de antemano que vas a tener en tu contra a una gran mayoría de lectores, y esta es una de ellas. Incluso algunos de mis tres o cuatro fieles seguidores… Están tan influenciados por el poderoso influjo de la Luna, que seguramente me van a poner un wasap en las próximas horas para decirme que estoy equivocado en esto o aquello. No pasa nada. El magnetismo de una buena amistad es siempre superior al de la Luna. Y esa es la primera gran verdad. Pero no se puede negar que nuestro satélite es causa de una fascinación que se ha ido forjando durante los miles de generaciones de nuestra especie. Su embrujadora presencia es motivo de innumerables manifestaciones culturales, étnicas y religiosas, ilumina la noche y es compañera omnipresente en nuestras vidas. Sin embargo, más allá de las mareas, de su luz (que ni siquiera es propia), y del poder que su presencia produce en nuestra imaginación, apenas tiene influencia en la vida sobre la tierra. Sirva como prueba la primera de mis afirmaciones.

La Luna tiene un poderoso influjo sobre el crecimiento de las plantas

Ni en las plantas, ni en el crecimiento del pelo, ni nada parecido. Falso. En menguante, nada plantes. Aunque la sabiduría popular me contradice con éste y muchos otros refranes, existen numerosas publicaciones en revistas científicas de prestigio que afirman todo lo contrario, y a las que les doy (personalmente) más credibilidad que a otros muchos blogs donde hay poca ciencia y mucha creencia. Si existe alguna relación, es prácticamente inapreciable, y casi siempre indirecta. Por ejemplo, las mareas influyen, obviamente, en la población de ciertos crustáceos. Tampoco se puede negar que la propia creencia popular puede ser causante de alguna relación: Si la siembra se realiza durante una determinada fase lunar, la correspondiente germinación estará evidentemente correlacionada con la Luna.

Hay más nacimientos en la luna llena

Falso. Innumerables estudios publicados (y los datos del instituto nacional de estadística), demuestran que no existe ninguna correlación entre la fase lunar y el número de partos. Y precisamente es una parte del personal sanitario que atiende en los nacimientos, basándose en su supuesta experiencia personal, la que suele difundir esta leyenda urbana. Posiblemente esto se deba a que, de forma subconsciente, establezcan una falsa asociación entre ambos fenómenos, basándose en una asociación preconcebida (nunca mejor dicho). Existen, sin embargo, correlaciones importantes entre el momento del parto y la hora del día, o del día de la semana (aunque es debido a que actualmente hay un alto número de nacimientos programados), y por supuesto una fuerte correlación anual que tiene su origen en el ciclo laboral y escolar, y la correspondiente conveniencia de la concepción o el nacimiento.

Superluna. Recreación artística del impacto del meteorito que separó a la Tierra y la Luna. Diosa Noctiluca, «la que luce en la noche» (Rincón de la Victoria) NASA / JPL / L. F. Romero
Imagen principal - Superluna. Recreación artística del impacto del meteorito que separó a la Tierra y la Luna. Diosa Noctiluca, «la que luce en la noche» (Rincón de la Victoria)
Imagen secundaria 1 - Superluna. Recreación artística del impacto del meteorito que separó a la Tierra y la Luna. Diosa Noctiluca, «la que luce en la noche» (Rincón de la Victoria)
Imagen secundaria 2 - Superluna. Recreación artística del impacto del meteorito que separó a la Tierra y la Luna. Diosa Noctiluca, «la que luce en la noche» (Rincón de la Victoria)

La Luna llena es más grande cuando está cerca del horizonte

Falso. Ni el espacio angular que ocupa en el cielo es más grande, ni existe ilusión óptica debida a la refracción por la atmósfera. De hecho, por pura geometría, la Luna está unos 6370 kilómetros más lejos durante el orto y el ocaso respecto al cenit, y en consecuencia, es visualmente más pequeña. Respecto a los supuestos efectos de lente amplificante debidos a la atmósfera, si existe una cierta deformación vertical justo en el momento de la salida, debido al contraste de temperatura en las capas de la atmósfera, pero la superficie que se ve no es más grande (muy ocasionalmente, sí puede ocurrir). Y esto es algo que se puede corroborar fácilmente con una cámara de fotos y un buen zoom. Esta es una ilusión que se construye exclusivamente en nuestras neuronas, y que además tiene su propio nombre: ley de Emmert.

El ciclo menstrual está influenciado por la Luna

Falso. Es quizás el mito más extendido. El ciclo lunar es de 29 días, 12 horas y 44 minutos, mientras que el ciclo menstrual femenino es de 21 a 35 días en adultos, con un promedio de alrededor de 28 días. Además, existen ligeras diferencias raciales para el valor medio. Son números parecidos, pero no lo suficiente como para que se pueda sospechar que exista alguna correlación. Además, ¿porqué habría de ser así en el homo sapiens y no en otras especies? Probablemente algunas mujeres —con un ciclo muy regular— aparentemente sincronizan su menstruación con la fase lunar en algunos periodos de su vida, pero es algo completamente normal. Cuando dos ondas de frecuencia parecida coinciden se produce este fenómeno. En música se conoce como batido, y precisamente es signo inequívoco de desafinación entre dos instrumentos.

La atracción de la Luna sobre el mar es la causa de las mareas

Falso, pero solo por los matices. Las mareas son el resultado de la combinación de múltiples causas, entre las cuales está, sin duda, la atracción lunar sobre el océano. Pero también hay otras causas, como el desplazamiento de la Tierra respecto a su centro de gravedad (en las mareas opuestas), así como la atracción gravitatoria del Sol, que también contribuye, aunque en menor proporción. Es más, el comportamiento actual de las mareas no es el resultado de un sólo paso de la Luna por el cenit, sino que se ha ido modulando con los millones de «pequeños empujes» que históricamente ha sufrido el océano, que resultan en fenómenos resonantes, y que también dependen de la forma de las costas y la profundidad de los mares.

La Luna nunca gira sobre sí misma

Falso. Desde el punto de vista de la Tierra, la Luna presenta siempre la misma cara, y esa es precisamente una posible prueba de que la Luna no es más que un trozo desgajado de nuestro planeta. Pero eso no significa que no rote, sino que lo hace a la misma velocidad que su traslación alrededor de la Tierra. Desde el punto de vista del Sol, la luna da una vuelta en 29 días y 12 horas (día lunar), mientras que desde la perspectiva sideral, su rotación es de 27 días y 7 horas. Por este mismo motivo, no existe una cara «oscura» de la luna. Tiene un lado «oculto» que se ilumina por el Sol con la misma frecuencia que su cara visible, aunque no lo podamos ver.

Vista desde la Bahía. Luna llena, junto al pico Lucero, y débilmente, el pico Veleta. L. F. Romero

La Luna es un trozo desgajado de la Tierra

Los estudios más recientes corroboran que esto es cierto. Un enorme meteorito arrancó un trozo de la Tierra que se convirtió en la Luna. El sincronismo entre el período de rotación y traslación, comentado anteriormente, es una de las pistas que tenemos para apoyar esta teoría, pero no es tan concluyente como otra: las coincidencias en la «huella de isótopos» de la Tierra y la Luna. La misma proporción de las distintas variedades de los átomos de un mismo elemento es la explicación que da más solidez a esta afirmación.

La cara oculta de la Luna es muy diferente

Cierto. El lado que presenta la Luna frente a la Tierra está mucho más protegido de los meteoros, precisamente porque la Tierra le ha servido de cortafuegos. En consecuencia, al tener muchos menos impactos, su aspecto es más suave, y me atrevo a decir que mucho más bonito. Esa opinión la comparten también las 26 personas que han podido ver con sus propios ojos la cara oculta. Por cierto; todos esos meteoritos que no ha recibido la Luna los hemos sufrido nosotros, aunque apenas queda rastro de ellos debido a la erosión por el mar y la atmósfera (algo de lo que carece la Luna).

Afecta al organismo por la atracción gravitatoria que produce sobre nosotros

Falso. Con frecuencia se recurre a esta falacia: como estamos hechos de un 80% de agua, la Luna nos afecta igual que al océano con las mareas. Pero no; la atracción que ejerce sobre nosotros es tan ridícula como la que ejerce sobre los océanos. Y no nos equivoquemos: las mareas nos pueden parecer enormes (más aún si vivimos en la Bahía de Fundy, Nueva Escocia, con oscilaciones de hasta 16 metros), pero son ridículas en comparación al propio océano. En nuestro caso, la atracción gravitatoria de la Luna es muy inferior al peso de una mota de polvo sobre nuestras cabezas, por poner un solo ejemplo. A lo mejor, para un ácaro en la piel, la mota le parece colosal, pero no para nuestro organismo. La atracción gravitatoria de la matrona sobre un bebé es inmensamente superior a la que ejerce la Luna en el momento del parto.

Afecta al comportamiento de humanos y otras especies

Cierto, pero sólo de forma indirecta. Por ejemplo, la luz de la Luna provoca insomnio, y aumenta la actividad de algunos animales noctámbulos. El aullido de los lobos es proporcional a su actividad, y esta aumenta cuando hay luna llena, pero sólo por la cantidad de luz.

No olvide, querido lector, que la luna en cuarto menguante es exactamente igual de grande que la luna llena. Menos iluminada, pero es exactamente la misma, y está en el cielo durante el mismo tiempo que en cualquier otra fase. Se verá más o menos, pero eso también depende de si hay nubes o no. Y por supuesto, es falso que la influencia sea tan fuerte como para que aumenten los ingresos siquiátricos en luna llena. La literatura fantástica está llena de lunáticos; pero los que inundan la política lo son sólo en sentido figurado.

En definitiva, si nos atenemos a lo que nos dicta la ciencia, la poderosa influencia de la Luna no es tan fuerte como parece. Pero cualquier científico debe saber que en sus argumentaciones no cabe hablar de verdad, ya que las pruebas nunca son definitivas. Que se lo digan a Newton, que fue «destronado» por Einstein. Y por eso, no hay que descartar que existan correlaciones que la observación del científico no ha sabido ver. Y ya para finalizar, como los mitos han triunfado con un 7 a 3, vamos a suavizar el resultado con una gran verdad: sí; el ser humano ha llegado a la Luna.

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