
«Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... yo no sé qué te diera por un beso». Este poema de Gustavo Adolfo Bécquer cobra hoy más relevancia que nunca. A las puertas de la cuarta ola del Covid-19 (en algunas zonas de España ya activa), parece muy lejano esos tiempos en los que besar era un gesto normal, cotidiano, necesario... La pandemia del coronavirus también nos ha arrebatado esa posibilidad de expresar los sentimientos con esta sencilla muestra de amor. En la 'era Covid', los besos están reservados al núcleo cerrado de los 'convivientes': ¡vaya término!
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Pero lo que no puede quitarnos el coronavirus es la celebración del Día Internacional del Beso, hoy 13 de abril, aunque haya que hacerlo de una manera distinta. Si antes se organizaban maratones en espacios públicos para ver quiénes se daban los besos más largos, ahora estos se dan en la más estricta intimidad, si las medidas contra el Covid lo permiten. Y si no, siempre quedan otras opciones. Como también escribió Gustavo Adolfo Bécquer: «El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada», o como dice una de las deficiones de la RAE sobre el verbo besar: «Hacer el ademán de besar a alguien o algo, sin llegar a tocarlos con los labios».
Hay que remontarse al 13 de abril de 2011, cuando en un concurso en Tailandia una pareja firmó un nuevo récord besándose durante 46 horas, 24 minutos y 9 segundos. La misma pareja que dos años más tarde, superó su propia gesta con otro beso, en este caso, de 58 horas, 35 minutos y 58 segundos. Por ello, se eligió la fecha del 13 de abril para conmemorar este gesto de amor, afecto y cariño en todo el mundo.
Los besos contribuyen a mejorar el estado de ánimo porque aumentan la serotonina, dopamina y la oxitocina, conocidas como las hormonas de la felicidad. Contribuyen a la estrechar lazos ya que los seres humanos somos seres sociales y los besos tienen el poder de mantenernos unidos; aumentan la autoestima al sentirnos queridos; liberan el estrés, incluso hay estudios científicos que validan que los besos curan, eso que dicen siempre los padres y madres cuando acercan sus labios a las heridas de sus hijos, pues parece que es cierto. Las responsables son las endorfinas que generan el acto de besar y que reducen la sensación de dolor. También son buenos para el sistema circulatorio ya que al besar se aumenta la frecuencia cardíaca, lo que dilata los vasos sanguíneos, además con ellos se movilizan las secreciones hormonales que contribuyen a aumentar las defensas naturales y al mismo tiempo se ejercitan los músculos faciales. Por el momento habrá que esperar para recuperar todos esos besos que el Covid se ha llevado, pero ahora, aunque sea otra forma, con la mirada, las manos o el alma, hay que besarse.
Así han celebrado algunos este Día Internacional del Beso en las redes sociales:
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