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Animales 'Lázaro': resucitados tras desaparecer

Animales 'Lázaro': resucitados tras desaparecer

La Ciencia las dio por extinguidas, pero han vuelto a hallarlas vivas en la Naturaleza. Se las llama así por el episodio bíblico del hombre que «regresó de entre los muertos»

ISABEL IBÁÑEZ

Lunes, 11 de marzo 2019, 00:08

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Asu llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro (...) Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: '¡Lázaro, sal fuera!'. El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. 'Quítenle las vendas y dejen que se vaya', les dijo Jesús». Así reflejó el apóstol San Juan uno de los milagros que la Biblia atribuye a Cristo, el de la resurrección. Y de ahí cogieron los investigadores el nombre, 'especies Lázaro', para bautizar a todos esos animales que se dieron por extinguidos y que, al cabo del tiempo, mucho tiempo, volvieron a ser encontrados con vida en la Naturaleza. Esto quiere decir que el ser humano estaba equivocado, que en ningún momento dejaron de existir, solo que dejó de verlos y los dio por perdidos. Y quizá eso fue lo mejor que podía pasarles.

El caso más conocido es el del celacanto, una historia de las buenas. Tenemos a la naturalista sudafricana Marjorie Courtenay-Latimer (1907-2004), conservadora del Museo East London de Sudáfrica, buscando piedras, conchas, plantas o cualquier otra cosa interesante para añadir a la colección cuando, en diciembre de 1938, le avisan de que unos pescadores acaban de traer un pez extraño al puerto, de unos 50 kilos, capturado a sesenta metros de profundidad en la desembocadura del río Chalumna, y se va hasta allí: «Aparté las capas de lodo para descubrir el pez más bonito que jamás había visto. Medía metro y medio, era de un pálido azul con flecos blanquecinos; como plata iridiscente azulverdosa por todas partes. Y cubierto de escamas duras, con cuatro aletas que parecían piernas y una extraña cola como de perro». Demasiado para dejarlo pasar, así que se lo lleva al museo y no encuentra nada similar en los libros que consulta. Finalmente, su amigo ictiólogo James Leonard Brierley Smith arroja luz sobre el enigma:«No hubo una sombra de duda, es una de aquellas criaturas de hace 200 millones de años viva otra vez». El cuerpo de aquel celacanto –especie que se creía extinta desde el Cretácico– se conserva hoy en el mismo museo. Este fósil viviente nada ahora en aguas de las islas Comores, las Célebes, Kenia, Tanzania, Mozambique, Madagascar y Sudáfrica.

Es solo uno de los nombres de una lista que alcanza el centenar de 'resurrecciones', hallazgos que se producen por casualidad, como el del celacanto, o cuando los investigadores sospechan que la especie sobrevive escondida en alguna parte de lo que era su hábitat y rastrean, a veces de forma enfermiza, hasta que dan con ella. Es el caso de una de las dos últimas incorporaciones, ambas muy recientes. El Ministerio de Medio Ambiente de Ecuador soltaba el pasado día 19 a través de su Twitter esta «Noticia mundial: En la isla Fernandina, Galápagos, la expedición liderada por Parquegalápagos y SaveGalapagos localizaron un espécimen (hembra adulta) de la especie de tortuga Chelonoidis Phantasticus, que se creía extinta hace más de cien años».

«Da esperanza a los que saben que la conservación es posible cambiando la actividad humana»

¿Cómo de emocionante tiene que ser un hallazgo así para los estudiosos? Tanto como hubiera sido para los templarios encontrar el Santo Grial. Hay un vídeo que reproduce el momento exacto –y resulta apasionante de verdad– en el que uno de los expedicionarios coge entre sus brazos al enorme ejemplar de tortuga, que descansaba tranquilamente bajo unos matorrales, y grita hasta caerse al suelo: «¡Dios mío! ¡La primera en 112 años!». Otro compañero besa al, todo hay que decirlo, desconcertado animal, mientras no para de lisonjearla: «¡Lindísima!». Lo compartía ayer la web de noticias Galápagos al Día en su Facebook, junto al relato del descubrimiento realizado gracias a la expedición financiada por Animal Planet para la serie televisiva 'Extinct or Alive': «El biólogo y presentador del 'show', Forrest Galante, siempre creyó que podría seguir existiendo. El 17 de febrero, tras dos días de investigación, Galante y su equipo, que incluyó al guarda del Parque Nacional Galápagos Jeffery Malaga y al director de la ONG Galápagos Conservancy, Washington Tapia, cruzaron por un trecho de cinco kilómetros de flujo de lava endurecida hasta llegar a un área identificada el día anterior como un hábitat capaz de dar soporte a las tortugas de Fernandina».

Gracias a la identificación de un excremento que encontraron en el camino, al fin divisaron al animal. «La tortuga estaba refugiándose del sol ecuatorial, oculta profundamente bajo los arbustos. Todas las partes involucradas se unieron en una celebración cuando identificaron positivamente al animal en cuestión como una vieja Chelonoidis Phantasticus hembra, teniendo en cuenta la morfología de su caparazón y sus características faciales». Tapia añade: «Esto da esperanza a la gente que sabe que la conservación es posible y que es necesario cambiar las actividades humanas para que continúe».

«Una experiencia increíble con un animal que había vivido por años solo en mi imaginación»

La otra especie recién 'redescubierta' es la abeja gigante de Wallace, un pedazo de insecto de 3,8 centímetros de longitud por 6,5 de envergadura y potentes mandíbulas, similares a las de los ciervos volantes;con ellas recoge resina para construir sus madrigueras en el interior de nidos de termitas. Fue descubierta en 1859, pero no volvió a ser vista jamás hasta 1981, cuando un entomólogo recogió una y escribió sobre ella. Más tarde, en 1991, otro experto hizo lo mismo, pero solo ahora, en enero, el biólogo Eli Wyman y el fotógrafo Clay Bolt han conseguido por vez primera fotografiar y grabar en vídeo a un ejemplar vivo, una hembra.

La narración del momento es también memorable. En enero, Bolt y Wyman llevaban cinco días rebuscando entre los termiteros situados en los árboles, cuando, al enfrentarse al enésimo nido con bastante desánimo, descubrieron dentro un agujero con restos de resina. Al encaramarse al árbol, enseguida se dieron cuenta de que tenía 'inquilino'. Pusieron un tubo de recogida tapando el orificio y rápidamente tuvieron en su poder al ejemplar: «Gritamos, vitoreamos y nos abrazamos», cuentan. Sacaron sus fotos y vídeos y la liberaron para que volviera a su refugio sin daño. Bolt describe así el sonido que produce: «Un zumbido lento y profundo que casi podías sentir y oír a la vez». Por su parte, Wyman asegura que pudo percibir el aire moviéndose cuando el enorme bicho, «bastante tranquilo y nada agresivo», pasó junto a él: «Una experiencia tangible e increíble de un animal que solo había vivido en mi imaginación durante años».

Estos emocionantes relatos son solo un oasis dentro del panorama desolador provocado por el cambio climático, la mano del hombre que insiste en arrasar los hábitats de animales y vegetales. Más de 26.500 especies se encuentran en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta cifra representa casi una cuarta parte del número de las especies evaluadas por esta organización. El grupo más numeroso son los anfibios, que representan un 40%, seguido de los mamíferos, que suponen el 25%. Unas cifras demasiado abultadas para confiarse solo a los milagros.

Gastrotheca cornuta. Bosque de Chocó, Ecuador

Rana marsupial cornuda

Fue redescubierta en 2018, tras haberla dado por desaparecida hace una década. Las hembras llevan a los embriones en una bolsa a la espalda. Unos biólogos la encontraron en Chocó, Ecuador, cuando escucharon cantos de rana que no reconocían, al apuntar una palmera con sus linternas.

Pterodroma cahowIsla. Nonsuch, Bermudas

Petrel cahow

En 1951 se encontraron 36 ejemplares de petreles cahow en la Isla Nonsuch, de las Bermudas, tras darlos por desaparecidos durante tres siglos. Desde su 'reaparición', se ha conseguido recuperar la especie y pasar de 18 a 131 parejas reproductoras y 71 polluelos en 2018.

Coelacanthimorpha. Océano Índico

Celacanto

Los científicos creían que todos los celacantos habían desaparecido de los mares en el periodo Cretácico como consecuencia del cataclismo que acabó con los dinosaurios. En 1938, una naturalista dio con un ejemplar en un mercado. Hoy perviven dos especies de celacanto.

Megachile pluto. Islas Molucas, Indonesia

Abeja gigante de Wallace

Tiene una longitud de 3,8 centímetros con una envergadura de 6,35 cm. y enormes mandíbulas, como las de un ciervo volante. Descubierta en 1859 por Alfred Russel Wallace, nadie la había visto de nuevo hasta 1981. Hace unos días fue retratada y grabada viva por vez primera.

Balaenoptera omurai. Madagascar

Rorcual de Omura

Pudo ser catalogado en 2003 a partir de cadáveres, debido a que nunca se había encontrado uno vivo y se pensaba que estaba extinguido. En 2015, descubrieron un grupo en aguas de Madagascar y, mediante análisis de ADN, se confirmó que se trataba de auténticas ballenas de Omura.

Porphyrio hochstetteri. Nueva Zelanda

Calamón takahe

Este ave autóctona de Nueva Zelanda que no puede volar se dio por extinguida durante medio siglo, hasta que, en 1948, una expedición a las Montañas Murchison condujo a su redescubrimiento, en las proximidades del apartado lago Te Anau. Quedan 300 ejemplares.

Dryococelus australis. Pirámide de Ball

Insecto palo Lord Howe

Pese a sus dimensiones (hasta 15 centímetros y 25 gramos), nadie lo vio en 70 años. En 1964, unos alpinistas que escalaban el islote Pirámide de Ball, en medio del Pacífico, se toparon con el cadáver de un ejemplar. En 2001, una expedición localizó 24 ejemplares vivos.

Dromiciops gliroides. Chile y Argentina

Monito del Monte

Es un marsupial diminuto que alcanza un peso de unos 40 gramos. Se le creía extinguido desde hace siglos, solo se conocían sus fósiles, hasta que se descubrió uno en 1894 en un matorral de bambú chileno en el sur de los Andes. Está relacionado con los marsupiales australianos.

Chelonoidis Phantasticus. Galápagos, Ecuador

Tortuga Fernandina

Fue avistada en 1906 y nunca más desde entonces. Se la consideraba extinta, pero unos investigadores encontraron el pasado mes de febrero una hembra viva en una isla volcánica de las Galápagos. Creen que tiene cien años, casi los mismos desde que se vio un ejemplar por última vez.

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