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Modelos de padres superprotectores

Modelos de padres superprotectores

PPLL

Domingo, 4 de junio 2017, 00:57

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Padres helicóptero. La primera señal de alarma, en Estados Unidos en 1969

«Mi madre me sobrevuela como un helicóptero». Esta queja de un adolescente recogida por el psicólogo israelí-estadounidense Haim Ginott en 1969 es la primera referencia a este tipo de progenitores, pero el término se acuñó en los noventa y se volvió muy popular a partir de 2000, cuando a los campus de las universidades de Estados Unidos empezaron a llegar chicos cuyos padres les despertaban cada mañana con una llamada telefónica para que llegaran a tiempo a clase o reclamaban sus malas notas ante los profesores. Su rotor no se detiene cuando los hijos son jóvenes adultos: van a las entrevistas de admisión en escuelas de postgrado y, una vez que sus hijos entran en el mercado laboral, negocian en su nombre salarios y otras condiciones de trabajo.

Tigresas asiáticas. La estrategia oriental para lograr el éxito académico

La autora norteamericana de origen chino Amy Chua se dio a conocer con su libro Madres tigres, hijos leones, en el que ensalza la disciplina y exigencia de la educación oriental en busca del éxito académico y la excelencia profesional, por contraposición a la blandengue crianza occidental. Las hijas de esta profesora de Derecho en Yale, Sophia y Lulu, practicaban con el piano y el violín varias horas al día, no podían jugar ni quedar con amigas y debían sacar sobresaliente en todo. La mujer no dudaba en llamarlas «basura» como su padre chino hizo con ella y tiraba a la papelera sus felicitaciones de cumpleaños si estaban mal hechas... aunque tuvieran 4 años. Es una variante del helicóptero: nada escapa al control de una estricta madre china.

Criando al futuro Ronaldo. Mamás chófer y papás mánager, a su servicio

Eva Millet, que en su libro Hiperpaternidad realiza una taxonomía de los padres y madres superprotectores, describe además a los padres-guardaespaldas «Mi hijo no se toca», a las madres-chófer que dedican buena parte de sus vidas a llevar y traer a sus hijos a sus múltiples actividades extraescolares y a los progenitores-mánager. Las recientes noticias de peleas multitudinarias en categorías infantiles de fútbol son un buen ejemplo de estos últimos: no solo destruyen los valores esenciales del deporte con su obsesión por que sus cracks en ciernes ganen partidos, sino que están dispuestos a pegarse con entrenadores, árbitros y jugadores rivales por la carrera deportiva de sus hijos, que son los futuros Messis y Ronaldos de este país... o no.

A vueltas con la merienda. Un ejemplo muy español: el padre con bocadillo

Frente a las versiones más agresivas de padres superprotectores, hay adultos que se convierten en una especie de serviles lacayos de su descendencia. Millet destaca a los españolísimos padres-bocadillo, muy fáciles de identificar a simple vista: «Son esos que persiguen toda la tarde al crío por el parque con la merienda en la mano, no vaya a ser que el pequeño muera de inanición», ironiza la autora. Otros podrían ser considerados padres-agenda, asistente personal o mayordomo: realizan todas las tareas de sus retoños, desde los deberes y trabajos escolares hasta llevar la mochila del cole. Por supuesto, sus pequeños están exonerados de hacerse la cama, poner la mesa o fregar los platos: tienen cosas más importantes que hacer.

Crianza de apego. Una feroz competencia por volver a lo natural

La llamada crianza de apego es otra forma de hipermaternidad. Aboga por el parto respetado, la lactancia a demanda durante un largo periodo de tiempo, el colecho dormir todos juntos y el porteo. O sea, mamás a tiempo completo. Se critica a esta moda que, aunque defienda la vuelta a lo natural, persigue implícitamente bebés competitivos más sanos, felices e inteligentes que los demás y ejerce una tremenda presión sobre las madres, hasta el punto de que algunas se frustran porque dan a luz por cesárea o no pueden amamantarles hasta los 4 años. Sin olvidar el conservadurismo subyacente:bajo su apariencia alternativa, es una sutil forma de que las mujeres abandonen los territorios conquistados en la sociedad y vuelvan al hogar.

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