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ENCARNI HINOJOSA
Miércoles, 20 de enero 2016, 11:26
Qué lejos queda aquella mítica frase de Lydia Grant, la profesora de danza de la serie de televisión 'Fama', cuando se presentaba a los nuevos alumnos de la academia: «Queréis fama, pero la fama cuesta y aquí es donde váis a empezar a pagar. Con sudor». Hoy, el éxito artístico tiene poco que ver con el sudor y más con el márketing. Sobre todo en Japón, donde el fenómeno 'idol' obliga a las cantantes a parecerse a androides y, además de sudar, sería impensable verlas en otras situaciones puramente humanas como enamorarse.
Pero, por primera vez, la justicia japonesa se ha atrevido a tambalear los cimientos de una de las mayores industrias del entretenimiento del país y ha reprendido a las agencias de representación de este tipo de artistas por restringir la «búsqueda de la felicidad» de las 'idols'. En concreto, ha rechazado la prohibición, estipulada en contrato, a una integrante de un grupo de pop femenino de salir con un seguidor del conjunto.
El tribunal del distrito de Tokio desestimó así una demanda interpuesta por la agencia hacia su exrepresentada por daños ocasionados a la imagen del grupo y, en repercusión, pérdidas económicas. Y es que es, precisamente, la imagen robótica, angelical y virginal de las chicas que componen este y otros conjuntos 'idol' lo que llena las arcas de este tipo de negocio musical. Los contratos se blindan ante cualquier escándalo, aunque sea una inocente cita para tomar el té y con carabina.
Celibato por contrato
La exigencia contractual alcanza su apogeo en el conjunto más importante del pop japonés, AKB48. Creado en 2005 por un mánager musical, está formado por más de 80 chicas de menos de 22 años. Cada noche, realizan una actuación en un teatro propio localizado en el barrio tokiota de Akihabara (de donde vienen las siglas 'AKB'). Las integrantes deben pasar un duro proceso de selección, donde los antecedentes se investigan con rigor 'CSI', y, una vez aceptadas, deben cumplir una serie de estrictas normas.
La más importante de ellas ya no es la de no tener relaciones con ningún fan, sino con ningún ser humano, alzándose como vírgenes modernas de la industria del entretenimiento digital. Para enfatizar este mensaje, las chicas deben abandonar el grupo al cumplir los 21 ó 22 años, ya que, a esa edad, se las considera mujeres hechas y derechas y, por lo tanto, pierden el aura 'kawaii' -bonito, mono- que impregna, como un perfume demasiado dulzón, todo el universo 'idol'.
La decisión de este tribunal nipón es una excepción, ya que la justicia japonesa, en procesos similares, siempre ha dictaminado a favor de la industria, protegida por unos contratos donde se indica, claramente, que las pérdidas económicas provocadas por la mala conducta de las 'idols' deben compensarse. El caso más mediático fue protagonizado por una exintegrante de AKB48 en 2013, que, además de cumplir económicamente con su penitencia, grabó y compartió un vídeo donde se rapaba el pelo mientras pedía perdón con los ojos anegados en llanto. Su crimen fue pasar la noche con un hombre mientras pertenecía al grupo musical. Pues sí, profesora Grant, la fama cuesta. Pero no se consigue con sudor. Un robot nunca suda.
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