Borrar
El español Enric Gonyalons y la italiana Rossella Urru posan en un aeropuerto de Burkina Faso tras ser liberados el 18 de julio de 2012.
Los secuestró Al-Quaida y surgió el amor

Los secuestró Al-Quaida y surgió el amor

Al mallorquín Enric Gonyalons y a la italiana Rossella Urru los secuestró Al-Qaida en Mali. En medio del terror, los cooperantes se enamoraron. Hace tres años el cautiverio acabó, el amor no. Se casaron el pasado 1 de agosto

borja olaizola

Domingo, 9 de agosto 2015, 09:15

No se puede decir que el de Enric Gonyalons y Rossella Urru haya sido un noviazgo convencional. Secuestrados cuando trabajaban como cooperantes en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia), permanecieron durante nueve meses cautivos en Mali en poder de un grupo vinculado a Al-Qaida y fueron puestos en libertad en Burkina Faso previo pago de un rescate con fondos públicos. La peripecia concluyó hace exactamente tres años, tiempo durante el cual los dos antiguos rehenes han cultivado una relación sentimental que culminó la tarde del pasado sábado 1 de agosto con su matrimonio. La boda se celebró en Samugheo, la pequeña población sarda de la que es natural la novia. Los habitantes de la localidad, que han sido los principales testigos del noviazgo, tenían intención de festejar el enlace de su vecina por todo lo alto. Y así lo hicieron.

Dicen quienes le conocen que Enric Gonyalons, que tiene ahora 33 años, es bastante testarudo. «Es cabezón en el sentido más noble del término», sonríe Eneko Gerrikabeitia, coordinador de Mundubat, la ONG vasca para la que trabaja. Puede que sea esa testarudez la que explique el tiro en la pierna que recibió el mallorquín la noche del 22 de octubre de 2011 en el barracón del campamento de Rabuni destinado a alojar a los cooperantes que ayudan a los refugiados saharauis. Unos hombres armados habían irrumpido en su habitación con la intención de secuestrarle y él no estaba por la labor. Pese a su resistencia, los pistoleros completaron su misión capturando tanto a Enric como a otras dos cooperantes: la abogada madrileña Ainhoa Fernández del Rincón y la italiana Rossella Urru.

  • Un mallorquín comprometido

  • En Palestina. Enric Gonyalons sigue trabajando como cooperante tres años después del fin de su secuestro en África. Es el coordinador de la ONG Mundubat en Palestina.

  • En Cerdeña. Su relación con Rossella le ha llevado a visitar varias veces la localidad sarda de Samugheo, de donde ella es natural. Es precisamente allí donde esta tarde tendrá lugar la boda.

  • Italiana con raíces sardas

  • Expectación. La boda de los dos exsecuestrados ha generado una gran expectación en Italia.

  • Por todo lo alto. Los 3.000 habitantes de Samugheo, en el centro de Cerdeña, celebraron la liberación de su paisana como si su equipo de fútbol hubiese ganado un título, con saltos de alegría y coches tocando la bocina. Hoy tienen intención de festejar el enlace por todo lo alto.

  • Una abogada madrileña

  • Voluntariado. Ainhoa empezó a trabajar como voluntaria a los 16 años echando una mano a los más desfavorecidos. Ella no lo considera un mérito sino un deber por su condición de ser humano.

  • Pérdida de peso. Durante los nueve meses que estuvo en poder de los islamistas perdió unos 14 kilos. Les alimentaron únicamente a base de arroz y pasta.

Los tres rehenes fueron introducidos a golpes en unos todoterrenos que salieron a escape del campamento saharaui en medio de un confuso tiroteo y trasladados a marchas forzadas en varias jornadas al norte de Mali, un área que estaba entonces bajo control de un grupo relacionado con Al-Qaida. Entre los encargados de los campamentos saharauis, donde se agrupan desde hace décadas unos 125.000 refugiados que dependen de la solidaridad internacional, cundió el desconcierto porque era la primera vez que eran objeto de un ataque de esa naturaleza. Las tres víctimas, sin embargo, tenían las cosas bastante claras: aunque sus captores no les decían palabra, sabían que habían sido secuestrados con el fin de chantajear a los gobiernos de sus países de origen para obtener un rescate.

De lo que pasó entre el 22 de octubre de 2011 y el 18 de julio de 2012, el tiempo que duró el cautiverio, solo tenemos noticia a través de las palabras de Ainhoa Fernández del Rincón, la única de los tres rehenes que accedió a contar lo ocurrido. Ni Enric Gonyalons ni la que sería luego su novia, Rossella Urru, se han prestado a dar su versión. Fernández del Rincón narró a Mujer Hoy que desde el primer momento se dio cuenta de lo que ocurría y que la muerte era una posibilidad que siempre le rondaba la cabeza:«Soy muy pragmática y sabía que la posibilidad de morir estaba ahí, intentaba controlar la situación para que, si me pasaba, no me pillara de sorpresa».

Tres meses juntos

Los secuestradores no maltrataron físicamente a sus rehenes aunque las condiciones de vida eran precarias. «Nos daban de comer lo justo para sobrevivir, cada diez días nos lavábamos la ropa que teníamos, que era la misma que ellos usaban». Fueron nueve meses «a la intemperie», proseguía la abogada madrileña: «Calor durante el día, frío por la noche, y luego vino la época de sirocos y tormentas, la época de calor a 55 grados... Estuvimos los tres secuestrados juntos tres meses, luego nos separaron. A Enric se lo llevaron y nos quedamos Rossella y yo».

Solo ellos saben si fue en aquellos meses de angustia y desesperación cuando se fraguó su amor o si el chispazo se encendió después. Las imágenes del día de su liberación les muestran con esa sonrisa beatífica que exhiben quienes ven aún con incredulidad alejarse el cortejo de la muerte con el que tanto tiempo han convivido. En los cerca de 270 días que transcurrieron entre su secuestro y su puesta en libertad el Gobierno movió todos los hilos a su alcance. Las negociaciones estuvieron a punto de fracasar debido a un golpe de estado en Mali, aunque al final la operación se llevó a buen puerto y los cooperantes volvieron con sus familias.

Como es habitual, el Ejecutivo se resistió a dar cualquier información sobre los pormenores del rescate alegando que podía dar al traste con otras operaciones que había entonces en marcha. El periódico The New York Times, sin embargo, desveló meses más tarde que España e Italia habían pagado ocho millones de dólares por la liberación de los tres rehenes. La información no detallaba cuánto había puesto cada parte aunque sí desvelaba que el secuestro de occidentales se había convertido en un pingüe negocio para las distintas facciones de Al-Qaida, que sólo en 2013 habían recaudado 66 millones de dólares por ese concepto.

La vuelta a la normalidad de los tres cooperantes no fue fácil. Enric tuvo que someterse a una operación en la rodilla para recuperar su pierna. La herida del disparo que había recibido el día del secuestro, sin tratar, le había causado una malformación en el fémur que le hacía cojear. Él, que de pequeño había soñado con ganarse la vida como portero de fútbol y que practicaba con asiduidad el atletismo y el baloncesto, quería que su extremidad se restableciese para volver a hacer deporte. Ellas, por su parte, tuvieron que luchar contra los parásitos que se habían adueñado de sus aparatos digestivos debido a la deficiente alimentación y recuperar masa muscular mediante rehabilitación.

Aunque lo pasó mal, Enric no estaba dispuesto a que el secuestro le desviase de la trayectoria vital que se había marcado y a los meses de su liberación volvió a llamar a la puerta de la ONG Mundubat. Sus antiguos compañeros le acogieron con los brazos abiertos y le ofrecieron la posibilidad de convertirse en el coordinador de la asociación en Palestina. Desde allí batalla ahora contra los abusos del Gobierno israelí con la misma contundencia que antes empleaba para denunciar la pasividad de la comunidad internacional ante el abandono de los saharauis.

«Es un hombre bondadoso, tranquilo, que habla poco a poco, que razona y que sabe perfectamente lo que hace», le definía el historiador mallorquín Pere Fullana, amigo de la familia. Fullana fue uno de los que influyeron en su decisión de estudiar Historia, un grado que le ha dado una perspectiva más amplia del fenómeno del islamismo radical que ha padecido en primera persona. «El islam es compatible con la democracia», proclamó en una charla que dio en Palma y en la que no mencionó su secuestro. Ese optimismo a prueba de bombas le ha llevado a unir su destino con el de su antigua compañera de cautiverio, otra idealista irreductible que lo primero que dijo el día de su liberación fue que pensaba volver cuanto antes a África. Su boda tiene el sabor de las moralejas de los viejos cuentos, cuando el amor, la verdad y la libertad ganaban siempre al odio, la oscuridad y la mentira.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Los secuestró Al-Quaida y surgió el amor