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Antonio M. Murcia
Viernes, 2 de junio 2023
Se trata de una prenda sencilla que destaca por su simpleza, aunque es un imprescindible en muchos looks de 'streetwears' en la mayoría de las semanas de la moda internacionales. El uso de la falda se remonta casi a la existencia del ser humano; un periodo en el que el género no estaba tan establecido, y donde no existían diferencias más allá del instinto reproductivo.
Haciendo un viaje en el tiempo, nos remontamos a la época de las cavernas. Nuestros antepasados utilizaban esta prenda para protegerse del frío, y la fabricaban con las propias pieles de animales que cazaban para alimentarse. Si seguimos avanzando hacia el Antiguo Egipto, la falda seguía usándose tanto en hombres como en mujeres de todas las clases sociales, al igual que en la Antigua Grecia.
En la Edad Media, la falda también estaba muy presente en ambos géneros debido a su comodidad y versatilidad, ya que se trataba de una prenda que se adaptaba bien a las diferentes actividades cotidianas. Sin embargo, a diferencia de los periodos anteriores, en esta época de la historia sí que se empezaron a detectar versiones que se adaptaban más al género.
Los hombres lucían faldas largas como prendas de vestir funcionales para trabajar en actividades como la agricultura o la pesca, que les permitían moverse con libertad y comodidad. También era una prenda integrada en el uniforme militar de la época, porque facilitaba la movilidad en el campo de batalla. Las mujeres nobles también usaban faldas largas de telas costosas y más elaboradas, mientras que las clases sociales más bajas usaban faldas más simples y con menos adornos.
Desde entonces, esta prenda ha ido evolucionando en una amplia variedad de estilos. «El concepto de falda que tenemos a día de hoy no tiene nada que ver con lo que se utilizaba en la antigüedad. Antes era una prenda mucho más funcional, ahora la falda es una prenda que se integra dentro de un look o forma parte de una tendencia. También se ha utilizado como símbolo de liberación, especialmente cuando se empieza a acortar», sostiene el diseñador malagueño Ángel Campano.
Una prenda que no ha condicionado el género a lo largo de la historia hasta los siglos XVII y XVIII, cuando las sociedades europeas se volvieron más conservadoras. La moda masculina se hizo cada vez más restrictiva, y el uso de la falda dejó de ser una prenda común para hombres y mujeres. En el siglo XX, la moda masculina experimentó algunas tendencias de usos de faldas para desafiar la identidad de género, pero no se generalizaron y se mantuvieron como una opción muy limitada en comparación con las versiones femeninas.
Por otra parte, la cultura también ha abrazado a las faldas, adaptándolas como parte de la indumentaria regional más allá del género. Según el diseñador, las faldas regionales de algunas tribus africanas son un símbolo cultural, con estampados que representan a las diferentes familias. «Cuando pienso en modelos masculinos se me viene a la cabeza el 'kilt' (faldas escocesas), que están muy asociadas a los bárbaros. También me encantan las faldas masculinas de las danzas sufíes. Hacen formas circulares espectaculares alrededor del cuerpo de los hombres que las visten y cuentan con un vuelo que llama mucho la atención, como si fuesen un platillo», recalca Campano.
Diseñadores como Rick Owens, Thom Browne o Yohji Yamamoto han sido algunos de los pioneros que han destacado por presentar colecciones con faldas para todos los géneros en los últimos años. Sin embargo, estos diseños han sido más experimentales, poco convencionales e inspirados en diferentes culturas y épocas. «Creo que la falda todavía sigue marcando mucho el canon de género, puede ser por cómo se ajusta al cuerpo y la figura que hace. Hay fotografías de Kurt Cobain o Brad Pitt con falda que, en su momento, causaron revuelo por romper con los estereotipos», afirma el diseñador.
La falda es una prenda que desafía las normas de los géneros convencionales, y también supone una liberación de los cánones que marca el capitalismo, la influencia de la publicidad y el consumo en masa. Por otra parte, la democratización de la moda y la liberación de las normas de género como movimiento activista también ha hecho que esta prenda vuelva a conquistar sus orígenes más remotos, donde el género quedaba diluido.
Más recientemente, hemos visto a celebridades como Harry Styles o Billy Porter que, sin duda, han desafiado a los estereotipos no solo por vestir faldas, sino también por atreverse con otras prendas aparentemente consideradas como femeninas.Además, la revolución de internet y el fenómeno de las redes sociales también han conseguido empoderar a los diferentes colectivos, haciendo posible adquirir más referencias de una manera más sencilla y rápida en cuanto a estética se refiere.
«Cuando un diseñador empieza a bocetar, siempre aparece una falda en algún momento del proceso creativo. Y aunque las tendencias evolucionan a una gran velocidad, creo que la falda es una prenda que siempre está presente por su comodidad. No hay normas establecidas para vestirlas, solo hay que atreverse. Todo lo demás importa bastante poco», concluye Campano.
En definitiva, la falda es una de esas prendas sobre las que merece la pena hacer zoom, no solo por su historia, sino por todo los que nos han enseñado y protegido. Nos han acompañado en batallas, en la rutina, en grandes eventos… Han representado lujo y poder, pero también pobreza. Básicamente, ha sido una de las pocas prendas que nos han acompañado a lo largo de la historia, y debe seguir haciéndolo, pero igual que en tiempos remotos, sin juicios y para todos los públicos.
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